27 feb 2010

SOBRE EL MIEDO

SOBRE EL MIEDO

¿Existe la posibilidad de que estemos libres por completo del miedo? Por experiencia propia sabemos que cualquier tipo de miedo engendra ilusión, crea dependencia, encarcela a la mente, la torna superficial, la aliena y la transforma en irreflexiva. Todo este entorno de ilusión, embotamiento, dependencia, encarcelamiento, alienación e irreflexión, son el cerco que impide la libertad de la mente y es obvio que sin libertad no hay amor. La mente elige a que tenerle miedo: algunos tememos a la oscuridad, al que dirán, a una araña o sapo, al dolor físico, a la vejez, a la muerte. Vale decir, tenemos muchos miedos, lo cual nos permite preguntarnos ¿si es posible estar por completo libres de miedo?

Somos el principal testigo de lo que el miedo hace en cada uno de nosotros. Mentimos, ocultamos, nos corrompemos, y como consecuencia de ello torna a la mente vacua, trivial, frívola. Lo que significa que mientras tengamos miedo, existirán en la mente rincones oscuros, que jamás podrán se investigados, indagados y expuestos ante nuestra consciencia. Todo tipo de auto protección física, no cruzar la calle con un semáforo en rojo, detenernos ante un precipicio, evitar un animal venenoso, es cuerdo, lógico y normal. Pero es ¿cuerdo, lógico y normal la auto-protección psicológica? Tenemos miedo de la enfermedad, de la muerte, de un enemigo. Pero también existe el temor cuando buscamos, en la forma que sea, nuestra propia realización personal, ya sea mediante una profesión, la pintura, el arte, los negocios, la relación, la música, o lo que se nos ocurra, en ello hay siempre temor. De modo que lo importante es darse cuenta de todo este proceso de uno mismo, es decir, observar y aprender al respecto, lo que equivale a no preguntar como podemos librarnos del miedo. Cuando solo pretendemos liberarnos del miedo, la mente siempre encontrara medios, formas y trucos para escapar de él, pero así jamás podremos vernos libre del miedo.

Los trucos y el auto-engaño que ejecuta el pensamiento, son los mejores aliados que tiene el miedo para seguir existiendo en la mente del ser humano. Tenemos miedo a algo e inmediatamente el pensamiento inventa una salida para escapar. Si tenemos miedo a la oscuridad, intentamos prender la luz. Realizamos ciento de acciones por miedo, pero dejamos de hacerlas por la misma razón: miedo, temor. Este círculo vicioso es quien alimenta y mantiene vivo al miedo. Nunca dejamos que el miedo opere sobre nosotros, o sea, que el miedo opere sobre el miedo. Intervenimos de variadas y múltiples formas, de modo que nunca terminamos por comprender todo el proceso del miedo y ello hace que el miedo continúe como retroalimentación de si mismo.

Tememos a muchas cosas y en el trasfondo de ello existe ese sentimiento avasallador de culpa: hicimos algo que no deberíamos haber hecho; y en ese momento de la acción surge automáticamente la culpa. Así como tememos a muchas cosas, también nos culpamos por muchas otras. Sentimos culpa porque somos sanos y otros enfermos, porque tenemos una posición económica sin sobresaltos y otros viven en la miseria. Cuanto mas penetramos, averiguamos, inquirimos e investigamos, mayor es el sentimiento de culpa, de ansiedad. Esa ansiedad alimenta el miedo y ese miedo alimenta a la culpa y esa culpa alimenta a la ansiedad.

El miedo, la ansiedad y la culpa, de ser como somos, es quien origina la búsqueda de un líder, de un gurú, de un Dios.

El miedo materializado en un ser humano se convierte en respetabilidad -lo cual es amado profundamente por todo el mundo- porque el miedo es esa capa de respetabilidad que todos esperan: ser respetables.

¿Cómo nos enfrentamos al miedo? ¿Determinamos ser valerosos para enfrentarnos a los acontecimientos de la vida? ¿Solo racionalizamos el miedo para encontrar explicaciones y supuestas respuestas que satisfagan a la mente atrapada en el miedo? ¿Encendemos la televisión, la radio, leemos un periódico, vamos al estadio, nos aferramos a algún tipo de dogma, doctrina, ideología, teoría, creencia? ¿Qué hacemos para enfrentar el miedo? Todo esto y muchas otras cosas ¿verdad?

El miedo se transforma en energía destructiva en el hombre, puesto que marchita la mente, la convierte en infantil, irreflexiva porque distorsiona el pensamiento, conduciéndola a todo tipo de teorías ingeniosamente extraordinarias y sutiles, a supersticiones absurdas, con los consecuentes dogmas y creencias. Si podemos ver nuestro miedo comprobaremos la capacidad de destrucción que él tiene. Entonces, ¿Qué hacer para limpiar el miedo de la mente? ¿Cómo procedemos? Creemos que examinando y analizando las causas del miedo estaremos libres de él, pero ¿es así? Hemos hecho este ejercicio intelectual miles de veces, lo que nos ha permitido comprobar que ello no elimina el miedo.

Nuestro problema básico para trascender cualquier miseria humana es la infantil creencia que ello lo podemos realizar gradualmente, y mientras ponemos a ejercitar la gradualidad, vale decir, el tiempo, el miedo se afianza cada vez más en nosotros, de manera que no existe ni el tiempo ni la gradualidad para deshacernos del temor. El temor siempre existe en el tiempo presente, de manera que las decisiones del pensamiento para hacer esto y aquello o hacer lo contrario a lo que estábamos haciendo, con la finalidad de superar, trascender o alejar el miedo de nuestra vida, solo termina siendo el alimento que lo mantiene en vigencia. Comprendamos algunas cosas. El anhelo de perpetuarnos en la vida, el anhelo de devenir, ha sido comprobado por nosotros mismos que ello engendra temores: ser, lograr, conquistar, someter, adquirir, ganar. Todo ello engendra miedo, puesto que nos hace dependientes y, el deseo interno anhela ser libre ¿Cómo seremos libres si dependemos de todo lo que anhelamos y hemos adquirido, material, sentimental o intelectualmente?

En la comprensión, no en el análisis, de la causa del miedo está su terminación, lo cual involucra que ese estado de no-miedo, no es negación ni afirmación, no es el opuesto del miedo ni tampoco valentía, en otras palabras, no significa volverse valiente, porque en todo volverse, o sea, llegar a ser, se encuentra la semilla del miedo.

Toda dependencia, de cosas, de ideas, de personas, engendra miedo porque la dependencia tiene su origen en la ignorancia, en la ausencia de conocimiento propio, en la miseria interna, de forma que solo nos queda la observación sin opciones, la percepción alerta para comenzar a descubrir y comprender, la causa del miedo. Comprendamos que el miedo es tanto innato como adquirido, lo que significa que para liberar a la mente del miedo, es necesario que el pasado deba ser comprendido, pero a través del presente, no del análisis, ni del examen intelectual del pasado. El pasado tiene la fantasía de que puede dar nacimiento al presente y ello se convierte en el hombre en la memoria que identifica a la arrogancia y a lo mío, a mi propiedad, a lo que me pertenece. Esa arrogancia -que se arroga para si misma todo lo que este a su alcance- es la raíz de todo miedo.

16 feb 2010

AUTOCONOCIMIENTO Y POLITICA

AUTOCONOCIMIENTO Y POLÍTICA

[EL MUNDO HOY]

Una corriente pandémica recorre el mundo desde el momento del Big-Bang o Creación, hasta los días de hoy, y es; la plaga de la ignorancia. Vemos, donde quiera que vallamos, dolor, confusión, violencia y sufrimiento. El pensamiento humano ha intentado descifrar y descubrir las raíces de la infelicidad humana y para ello a desarrollado cientos de miles de teorías, argumentos, análisis e hipótesis. A continuación de estas conjeturas intelectuales a pasado a la creación de filosofías, creencias, doctrinas e ideologías de las más diversas y múltiples disciplinas. Pero a pesar de todo esto, el dolor, el sufrimiento, el desespero, el conflicto, la violencia, la confusión y la ignorancia continúan. Este enjambre de doctrinas, creencias e ideologías, arrastro al hombre al racionalismo excesivo, en donde la realización personal se termino midiendo en términos de competividad, productividad, eficiencia, buena memoria, status y acumulación de capital y no en el desarrollo de virtudes interiores.

Las teorías sociológicas, económicas, históricas, dieron pie al nacimiento de las doctrinas políticas; mientras que las teorías psicológicas, filosóficas y determinados hábitos, costumbres, con particulares culturas y tradiciones, dieron nacimiento a las creencias religiosas. ¿Qué ha unido a estas teorías? ¿Cuál es punto en común que tienen estas doctrinas? Que todas ellas se basan y se fundamentan en “Teorías Infalsables”, lo cual les ha permitido y les permite hasta el día de hoy “reinterpretar la evidencia” (cuantas veces consideren necesario) para mantener la hipótesis y que esta termine siendo verdadera. Todos sabemos que la ciencia se fundamenta en “teorías falsables” que permiten que cualquiera pueda demostrar la equivocación de la misma y si ello es comprobado, la hipótesis se desecha por completo. No es esto lo que pasa obviamente ni con las ideologías políticas ni con las creencias religiosas. Así la política se convirtió en el psicoanálisis de la sociedad y el psicoanálisis en la política del individuo, puesto que tanto la política como el psicoanálisis se fundamentan en el pasado para realizar sus proyecciones, pronósticos, aseveraciones, vaticinios, predicciones y anuncios, sobre el futuro. Ello es posible porque su “teoría infalsable” le permite todo, lo que se les antoje y como se le antoje y a la hora que se les antoje. Si se equivocan simplemente deben cambiar el argumento para volver a intentar que su hipótesis se convierta en verdad y así… ad-eternum.

Del lado de la realidad, (en la practica del diario vivir cotidiano) continua el conflicto, el dolor, la confusión, la violencia y la ignorancia. Los hombres que sufren estas consecuencias desastrosas continúan depositando su fe (al mejor estilo religioso) en los carismáticos lideres que representan a estas doctrinas, “ignorando” que la única verdad que ellas encierran son “promesa para el futuro”. Vale decir, todo queda suspendido para después, para mañana, pero ese mañana nunca llega, puesto que todavía lo seguimos esperando. La religión ¿no se basa en la promesa y en la esperanza del futuro, donde se le arreglara la vida al hombre? O sea, la política y la religión terminan siendo sorprendentemente “iguales de diferentes”.

¿Qué es política para mí? Llamo política a aquella mente que esta entregada al sacerdocio social, no a la mente que creen en la izquierda o la derecha, en el centro o en los extremos, en los liberales o conservadores. Ello para mi no es política, aunque así se los denomine. No es política para mi la mente que busca recompensas ideológicas, de liderazgo o intelectuales, esa mente que esta interesada en el poder, en ser la salvadora del mundo. Ello para mi es simplemente una mente obsecuente, y como sabemos, toda mente obsecuente es una mente irreflexiva, automática, mecánica, que simplemente piensa de acuerdo al patrón de pensamiento que adopto como verdad irrefutable. Ello para mi no es política. Política es un sacerdocio social en donde lo importante es servir al hombre sin buscar o tener recompensa presente ni futura alguna. Es simplemente servir al otro, no porque ello sea un merito, sino porque simplemente hay que hacerlo. Llamo política al acto desinteresado, absolutamente desinteresado, donde no se espera nada a cambio del servicio social prestado. Llamo político a aquella mente que se encuentra libre de ambiciones, codicias, violencia, ira, resentimiento. Eso para mi es un político.

Aquella mente que alimenta la ignorancia desde el culto de una doctrina y que proyecta para justificar su ambición de poder, propagandizandola con la finalidad de sumar acólitos, esa mente, vale decir, ese ser humano, no es un político, no es un servidor social, esa mente simplemente es una mente obsesionada por la muleta psicológica que le obnubila el pensar debido a la obsecuencia a la cual debe someterse para cumplir con los dictados, normas y principios de esa doctrina que le ciega toda visión holística del vivir y de la vida. La propia adquisición de una muleta psicológica (doctrina, creencia, ideología) revela por si misma la ausencia de libertad en la mente y la consecuente falta de claridad en el pensar.

El vivir nos encierra en el mundo cotidiano, el cual es regido y gobernado por el pensar. La economía y los problemas sociales nos atosigan, nos envuelven, y a partir de ello planificamos la sociedad; la educación, la justicia, las leyes, las normas, los valores, etc. El súper poder mediático del periodismo alimenta la ignorancia, que encierra a la totalidad del vivir y la vida, en el 1% de lo que es la compleja existencia humana, vale decir, en la política. El 99% restante, de aquella inmensidad que es la vida en su totalidad, queda huérfana y aislada de nuestra existencia cotidiana, de modo que terminamos auto-convencidos que solo la política es lo importante e imprescindible en nuestro vivir y que ello resolverá nuestra búsqueda de dicha, paz y felicidad. Como esto se transforma en cultura y tradición, de la particular sociedad donde vivimos, adoptamos la forma y el esquema de pensar de la victima que no es responsable de nada. De nuestra desdicha, conflicto y confusión, siempre el culpable es el otro, los demás, la sociedad, el gobierno, el imperio, el mundo, la mala suerte o Dios. No importa quien, siempre el culpable es alguien, no nosotros. Esta visión es la que nos da y nos alimenta el vivir. Responsabilidad nuestra es no cuestionarla. Responsabilidad nuestra es no realizar una revolución absoluta en nuestro pensar. Responsabilidad nuestra es, nuestra desdicha, ausencia de inteligencia, paz y felicidad. De nadie más, puesto que: ¡Lo que siembres cosecharas!

13 feb 2010

LA SITUACIÓN ACTUAL

LA SITUCIÓN ACTUAL

Terremotos, inundaciones, deshielo, crisis económica y financiera, racismo, guerras, problemas sociales, enfrentamientos culturales, dolor, desdicha, hambre, miseria, desocupación, exclusión, abusos, sometimiento, crisis ambiental y energética, nacionalismos, expansionismos, cambio climático, socialización de las perdidas para empresas-bancos-financieras y privatización de sus ganancias, recesión, depresión, deudas impagables de los países pobres, devaluaciones, evasión fiscal, corrupción, clientelismo político, desequilibrio económico mundial, tsunami financiero anti-democrático, injusticia social, democracias tiránicas, infelicidad, temor, incertidumbre y todo tipo de desastres y males que se nos puedan ocurrir. Ese es nuestro mundo actual.

Podemos analizar las causas económicas, políticas, sociales, ambientales y psicológicas que nos arrastro a esta situación, pero es obvio que los responsables de ello somos nosotros mismos. Las causas económicas de la crisis se centran en La Metafísica Neo-liberal al creer que implementando un capitalismo basura y usurero salvarían al mundo.

Lo novedoso de la crisis actual es que su estallido ya no se ha producido en un país remoto, presumiblemente controlado por un Gobierno y unas élites corruptas, sino que ha tenido lugar en el centro mismo de las economías capitalistas. Y, aún con plazos y fórmulas específicas, la pauta de respuesta parece seguir la lógica de una economía usuraria. En la primera fase se ha tratado de evitar que la crisis de la deuda (esto y no otra cosa es la crisis de las "subprime" y de las empresas inmobiliarias incapaces de "colocar" en el mercado promociones a precios desorbitados) se ha tratado de salvar a los prestamistas mediante ayudas públicas directas y la asunción por el Estado de los "paquetes" de créditos fallidos. Y también con una política de gasto público orientada a mantener algo de la demanda evaporada con la crisis financiera.

Si alguien dudaba de la persistencia del modelo de usura global, solo hay que prestar atención al caso islandés, donde la población va a indemnizar a los especuladores anglo-holandeses que creyeron las promesas de alta rentabilidad ofrecidas por Landsbanki. La quiebra de este banco se ha convertido en una deuda obligatoria para toda la ciudadanía de su país de origen. Y esto que se decía que en la época de la globalización el capital no tenía patria.

El deterioro de lo público ha sido una de las grandes victorias del neoliberalismo. Que ha contado entre sus aliados a gran parte de las élites políticas e intelectuales. Casi nadie ha sido capaz, o siquiera lo ha intentado, de hacer una defensa razonada y una batalla cultural en defensa de lo público. Ni siquiera en la actual crisis mundial, donde se ha puesto de manifiesto el fallo sistémico del mercado, y especialmente del mercado financiero. Y donde lo único que ha evitado el desastre ha sido, con todas sus imprecisiones e incongruencias, la intervención pública. Este análisis económico es aplicable a la crisis de todo el planeta.

Pero por otro lado tenemos la crisis de la política, en el cual no hay ninguna novedad, ya que se sigue manteniendo en la sumisión de los lideres políticos a la banca financiera y a las empresas. ¿Cómo puede ser un líder alguien que es manejado como títere? ¿Quién confiaría en semejante personaje de papel, diseñado para entretener niños? La política no es algo subjetivo, abstracto, ni estratosférico, ella es ejecutada y practicada por seres humanos y es obvio que de acuerdo al accionar de esos seres humanos es el juicio que omite la sociedad sobre la política.

Hoy la política esta sometida a pequeños grupos inversionistas que la financian, la corrompen y la dominan. El político no elige otra opción mas que la de someterse. Esa es la base de la crisis política hoy.

Podemos seguir analizando hechos y efectos del desastre actual, pero ello no nos llevara a descubrir la causa esencial que ha producido todo este desatino. Es obvio que debemos hacer lo posible por señalar que sólo dando importancia a las cosas primordiales, los problemas secundarios podrán ser entendidos y resueltos. Los males sociales y económicos no podrán remediarse sin comprender que es lo que los causa. Para entenderlos y de tal modo efectuar un cambio fundamental, tenemos que empezar por comprendernos a nosotros mismos, causantes de esos males. Nosotros, individual y colectivamente, hemos engendrado el desorden, las luchas económicas y sociales. Solo nosotros somos responsables de todo eso; y es por ello que nosotros mismos, individual y quizá colectivamente, podremos establecer el orden y la claridad.

Para que dicha acción tenga resultados verdaderos y duraderos hemos de considerar que el buscar responsables y culpables de la desdicha humana no nos conducirá a ninguna parte puesto que ello ya ha sido probado por la historia humana. Debemos ser responsables y ver que nuestro mundo interior es tan corrupto como la sociedad que hemos formado, la cual es un reflejo de lo que somos interiormente.

Al no existir cambios rotundos y trascendentales en nuestro mundo interior, seguiremos colaborando con nuestro granito de humano, para que el mundo continúe en el rumbo que ha tomado. De nosotros depende aportar a mejorar el mundo, pero para que ello se haga realidad es imprescindible que mientras ostentemos un mundo interior abarrotado de miserias humanas, seamos precavidos para opinar o participar en la solución de los problemas del mundo ¿Por qué? Porque nuestra opinión tanto como nuestra participación estará teñida por nuestra confusión interna, de manera que debemos tomar en cuenta que existen mas posibilidades que nos equivoquemos a que acertemos con nuestra opiniones o decisiones.

Ver el mundo exterior nos puede llevar a comprender nuestro mundo interior, pero para que ello sirva como escuela interna debemos dejar que la sensibilidad aflore en nosotros para poder captar las cosas tal cual ellas son. Viendo de esta manera, sin opciones, ni opiniones premeditadas y estructuradas por nuestro particular punto de vista, podemos aprender que lo que refleja el mundo externo es el resultado de nuestra codicia, egoísmo, vanidad, violencia, celos, nacionalismos, creencias, ambición, arrogancia y avaricia desmedida. Ver el mundo desde la sensibilidad es ver el mundo con todo su contenido, ver el mundo sencillamente, lo que significa verlo sin ningún velo ideológico o patrón de pensamiento, es aprender sobre nosotros mismos.

Mirarse a uno mismo es mirar el mundo, mirar el mundo es mirarse a uno mismo. No hay mundo sin uno mismo, no existe uno mismo sin el mundo. Uno es el mundo el mundo es uno. De manera que no existe una sola sociedad en el mundo que no sea reflejo del hombre que la habita, por ello el mirar nuestra sociedad particular donde habitamos se puede convertir en una escuela de aprendizaje sobre nosotros mismos. La sociedad no es independiente del hombre, el hombre no es independiente de la sociedad. El contenido y los problemas de la sociedad son el contenido y los problemas del hombre que la habita. Ser sensibles a esta interrelación es lo que nos permite aprender sobre nosotros mismos, la sociedad y el mundo.

Ver los descalabros, confusiones, temores y desatinos de la sociedad, es comprobar que ello es el reflejo exterior de nuestros descalabros, confusiones, temores, y desatinos. El mundo es lo que es porque nosotros somos lo que somos, no por alguna razón extraterrestre o por algún dirigente desequilibrado. Es obvio que existen dirigentes desquiciados, pero somos nosotros los que los posesionamos en el poder o soportamos sus crueles dictaduras.

Vivimos en un mundo insensato, cruel, despiadado, donde lo importante es la usura, el lucro, la ganancia, el negocio, la guerra, la especulación, el marketing, la imagen, el ¿que dirán?,. Somos ambiciosos, celosos, arrogantes, vanidosos, egoístas, violentos, pero deseamos que el mundo sea mejor, mas sensato, mas sensible, mas bueno, mas justo, mas humano, exigiendo que ello se lleve a cabo y se convierta en realidad, sin exigirnos a nosotros lo mismo que exigimos para la transformación del mundo a los demás; como si el mundo fuera algo abstracto, indefinido, indeterminado ¿Cómo podemos conseguir y alcanzar ese mundo ideal que soñamos, si nosotros somos la negación viva de lo que exigimos y soñamos? Nosotros somos el mundo, el mundo es nosotros.

Hemos convertido al mundo en el reflejo de lo que somos, sin embargo no nos preocupamos por transformarnos nosotros; exigimos que el mundo cambie. Exigimos que los líderes se encarguen de dicha transformación. Demandamos que el vecino cambie, el grupo tal, el partido político cual, la religión tal y cual, etc., etc. Vale decir: todos deben cambiar, todo el mundo debe cambiar… menos nosotros [¿?] Esa es nuestra visión, ese es nuestro punto de vista, esa es nuestra lucidez mental [¿?], lo que evidentemente permite el evadir la transformación propia. Para justificar nuestra desdicha, la sociedad es la culpable, el sistema capitalista es el culpable, la tercera vía [¿?] es la culpable, los progresistas y socialistas son los culpables, los sistemas teocráticos son los culpables, la corrupción es la culpable, la inseguridad es la culpable, la vida es la culpable, y por ultimo, Dios es el culpable. Siempre alguien es el culpable, de la ausencia de comprensión y de inteligencia que nos limita para comprender… Nunca Somos Nosotros y nuestra manera de ser y vernos, lo que se convierte en la manera de ser del mundo y la manera que tenemos de verlo .

Especulamos, discutimos, culpamos, analizamos, reclamamos, repartimos responsabilidades e instamos a los otros a ser diferentes y responsables, mientras nosotros nos sentamos en los laureles a esperar que “los otros” cambien, para bien de la sociedad y el mundo [¿?]… Es innegable, indiscutible, irrefutable, incuestionable e incontestable que, todos los sistemas, ya sean; políticos, sociales, filosóficos, religiosos o económicos, que el pensamiento ha implementado para darle solución a los múltiples e incontables problemas del mundo, han fracasado, no dándole solución alguna o respuestas duraderas a los mismos… todo sigue peor. Nuestros inventos mentales (doctrinas, ideologías, creencia) que inventamos para utilizarlas como arma de destrucción masiva de problemas, solo han conseguido frustración, desconsuelo, desesperanza en el hombre, con la consecuente ruina, descalabro, desdicha, crueldades e insensateces que han producido.

No ver que la causa de la desdicha humana es el pensamiento, la mente, es entretenerse en bellas y nobles especulaciones intelectuales, de modo que sin conocimiento propio, como premisa fundamental para empezar a resolver los problemas del mismo, nada podrá suplantar a dicha premisa, porque la esencia del problema del mundo es la ausencia de conocimiento propio en el hombre. Sin conocimiento propio es irrelevante cualquier otro conocimiento que intentemos aplicar para buscar y encontrar soluciones -reales, verdaderas y duraderas- a la crisis individual y mundial.

8 feb 2010

EL MOMENTO DE LA ILUMINACIÓN

EL MOMENTO DE LA ILUMINACIÓN

Hemos sido educados y moldeados por la sociedad. Dentro de esa educación y molde se encuentra el concepto del estar preparados. Nos preparamos para rendir un examen, para buscar un empleo, para jugar algún deporte, para un dialogo, etc., en otras palabras, nos preparamos para todo. Ese concepto de preparación se encuentra implícito en nosotros frente a cualquier situación que nos toque vivir: siempre consideramos que debemos estar preparados, y este molde lo llevamos a cualquier aspecto del vivir y de la vida. Es innegable que para enfrentar cosas factuales y prácticas debemos tener algún tipo de preparación, pero es ignorar y desconocer que dicha preparación es inútil para enfrentar el mundo interior de la mente, puesto que no existe manera de prepararse previamente.

En el mundo del pensar, vale decir el mundo del conflicto, el mundo que des-organiza la confusión interna y la transforma en dependencia, caos y obsesión, en ese mundo no existe la menor posibilidad de estar preparados para trascender dicho desorden y de esa forma ordenar la mente. Creemos [siempre creemos] que alcanzaremos la paz, el orden y la dicha interna cuando estemos preparados para hacerlo. ¿Cómo uno se puede preparar para alcanzar la lucidez, el despertar de la inteligencia, la paz y el gozo eterno? Nunca nadie dio dicha formula simplemente porque no existe.

Creer que debe estar todo en orden para alcanzar el despertar, es lo mismo que esperar a los Reyes Magos y a Papá Noel para probar su existencia. Nadie alcanza el despertar en una hamaca en el Caribe con tarjetas de crédito Platinum. Pero como corresponde la creencia indica que así debe ser. O sea, que lo inconmensurable acontecerá en nosotros solamente cuando tengamos una mente tranquila y ordenada, ¡nunca antes! [¿?] Las suposiciones sobre como deben ser las cosas, es el mayor de los impedimentos y el mas grande obstáculo a sortear por el buscador, porque él supone sobre lo que desconoce, sobre lo que no sabe, puesto que no lo ha vivido.

Cree que el despertar se produce de tal o cual manera, es suponer con el propósito de adelantarse a la vida en el intento de estar seguros que al dar el siguiente paso el resultado será positivo. Pero ello es nada mas que el temor inventando esperanzas. El temor que tiene la mente, al no saber hacia donde se dirige, es lo que hace al intelecto suponer como deben ser las cosas, porque el pensamiento desea desprenderse del caos reinante que produce la obsesión imparable, a la cual se la ve sin ninguna salida. La no visión de salida alguna, de escape posible, hace que el desespero del buscador especule debido a que lo único que desea en estas circunstancias es sacarse de su mente la obsesión reinante.

El buscador ignora, que el propósito que tiene de desprenderse de la obsesión reinante, solo fortalece a la obsesión. El propio esfuerzo de desprendimiento alimenta la lucha “entre lo que esta sucediendo” [obsesión] y lo que el buscador “desea que suceda” [paz en la mente] fortaleciendo así la lucha entre lo que es y lo que debería ser. El resultado lógico de ello es el incremento de la obsesión y un mayor desespero, alimentando así a la angustia y ansiedad. El resultado final es; tratar de buscar una salida a cualquier precio, y ello arrastra al buscador a las dos opciones posibles: o enfrenta dicha locura sin propósito alguno o escapa de ella. Si escapa se pierde la oportunidad de transformación y si se queda con ella para enfrentarla… no hay garantía que la trascienda. En otras palabras… el buscador siempre es el perdedor. Pero hasta que el no se vea como autentico perdedor, como un nada absoluto, tampoco nada abstendrá de la vida, de lo desconocido.

La única opción del buscador es entregarse a la locura sin propósito o deseo de logro alguno, puesto que ello le da la única opción posible de trascender el caos mental definitivamente. Esta posibilidad no esta garantizada por nadie ni por nada, pero el buscador no debe perder la fe puesto que a su favor esta la posibilidad del 1% que dicha transformación acontezca. El otro 99% esta en manos de Satanás, del Destino y lo Desconocido, aun porcentaje del 33% cada uno… con lo cual el buscador siempre puede negociar en la bolsa de valores de su propio infierno [¿?] …

Creer que el despertar acontece cuando “esta todo bien en nuestras vidas” es opinar sobre lo que no se sabe, y opinar sobre lo que no se sabe es la manera inconciente que tenemos de alimentar el miedo, además de ser la excusa perfecta para escapar de la desesperante obsesión que nos martiriza. El despertar, la iluminación sucede en realidad, con la explosión del mayor caos interno. Ella se produce cuando estamos desolados, angustiados, desposeídos, irritados, obsesionados, confundidos, desesperados, vale decir, cuando estamos en el borde mismo de la locura total y absoluta. Ello obviamente que produce temor, miedo, pánico y terror, de modo que ante este cuadro de desesperanza, desilusión, desmoralización, impotencia, desanimo y pesimismo, la mente, en su desespero, no tiene más opciones que lanzarse al vacío sin fondo que desconoce o escapar del mismo para retornar a la vida “normal” del parloteo permanente, pero controlable que conoce, maneja y acepta como “lo estándar, lo reglamentariamente común y corriente” y lo equivalente y aprobado, como la manera normal de vivir. En otras palabras; amigos míos: o nos iluminamos permitiendo que la obsesión y la locura nos destrocen interiormente o regresamos a nuestra vida monótona, reiterativa, imitativa y sin sentido… ¿Quién se anima a desafiar a la locura e infierno interno hasta que este allá quemado hasta el ultimo vestigio de arrogancia?

Un abrazo.

6 feb 2010

FRGMENTANDO EL VIVIR -INCOMPRENDIENDO LA VIDA

FREGMENTANDO EL VIVIR - INCOMPRENDIENDO LA VIDA

Creer que la vida es el fragmento intelectual-psicológico que nosotros elegimos del vivir y sobre el cual depositamos toda nuestra pasión, amor, energía y dedicación, es como creer que un elefante se resume a su trompa. De esa inmensidad que es la vida nosotros la rebajamos a la particular simpatía que nos atrae de algún fragmento que ofrece el vivir: la política, la economía, lo social, lo religioso, lo cultural, la educación, el arte, la espiritualidad, el deporte, los negocios, el trabajo, la filosofía, la familia, el status, la naturaleza, etc. Elegimos uno de estos segmentos, una de estas parcelas diminutas, convirtiéndola y dándole importancia como si fuera la totalidad de la vida. La consecuencia inevitable de ello es que nos convertimos en monotemáticos, e ignorantemente en sectarios.

De este modo el fragmento elegido pasa a ser lo importante, no la totalidad de la existencia humana. Como esta parcela la introducimos en nuestra mente en forma de muleta intelectual, el fragmento termina ocupando la totalidad del pensar y el “en que pensar”. La “monotemática” se ha hecho dueña de nuestra mente. De aquí en mas, todo lo relacionaremos con el campo temático elegido, y sin darnos cuenta, vale decir, inconscientemente, alienamos nuestra mente incomunicándola en la isla que elegimos como muleta psicológica donde nos refugiaremos intelectualmente. O sea, hemos encontrado el alimento perfecto para la obsesión mental sin sospechar que hicimos tal operación psicológica. Ello nos parece normal. Pero toda obsesión, por más intelectual que sea, es una enfermedad de la mente indiscutiblemente. La ventaja reside en que todo el mundo funciona igual y esto nos permite denominar dicha locura como… cordura ¿?… además de considerar que ello es la forma normal de vivir [¿?]. Este tipo de mente “monotemática” (que redujo la totalidad del vivir y la vida a la política y a la economía, ¡lo que significa que el elefante es nada más que su trompa!) es la que se postula y considera que esta capacitada para solucionar la crisis actual, afirmando saber y tener la solución para los complejos problemas de cualquier sociedad y, por ende, del hombre y del planeta [¿?]. ¿En que consiste la ignorancia? Respuesta: en creer que uno sabe… y que él, junto con su ideal… “son los Elegidos, Predestinados y Llamados a salvar el mundo”… Lo que el resto de los seres humanos no sabemos es ¿Por quien fueron elegidos, predestinados y llamados para dicha tarea?... De manera que la pregunta que se impone a continuación es ¿En que consiste el egocentrismo, la arrogancia y nuevamente… la ignorancia? Creo que la respuesta ya esta contestada.

LA VIDA Y EL VIVIR

LA VIDA Y EL VIVIR

La vida contiene al vivir, el vivir no contiene a la vida. Nacemos, nos desarrollamos, somos educados, buscamos nuestros logros, deseamos, nos ilusionamos, anhelamos, codiciamos, demandamos, pretendemos, envidiamos, celamos, aspiramos, perseguimos, buscamos, ambicionamos, nos consumimos y perecemos en el vivir. Este trayecto, de la cuna al cementerio, es nuestro vivir en la vida. En el vivir somos educados sobre y en base a la ambición, porque toda la educación esta centrada en el logro, de forma que todo lo terminamos realizando con la finalidad de conseguir algo. Más amistades, más reconocimiento, más cosas, más títulos, más dinero, más prestigio, más éxito, más fama, más inteligencia, más correcto, más sabio, más, más, más y más. Nada puede ser hecho simplemente por que hay que hacerlo, ello significa perder el tiempo y el tiempo es oro, logro, conquista, trofeo, premio, ganancia, lucro, provecho. En otras palabras, todo nuestro vivir esta regido por la ambición, la codicia, la avaricia.

El vivir contiene las necesidades de alimento, vestimenta y techo, pero astutamente convertimos los deseos en necesidades y con ello justificamos el egoísmo y la avaricia. Como no comprendemos el proceso de la ambición, terminamos dependiendo y esclavizándonos a las cosas. Pero mientras exista la dependencia de las cosas para nuestra propia satisfacción mental, persistirá la codicia de más y más cosas que necesitamos; materiales, intelectuales, psicológicas o espirituales y ello creara más conflicto social, individual y caos.

De modo que es sólo la comprensión del proceso de la ambición quien nos liberara de la codicia y avaricia, que tanta desdicha y desgracia crean en el mundo.

La ambición es la particularidad que mueve y motiva al ser humano en el vivir y del porque vivir. Es obvio que miramos el mundo, el vivir y la vida, desde el contenido interior y ese contenido es ambición por donde se lo mire. Todo el vivir es lograr y por tanto, creemos que nos podemos adueñar de la vida de la misma forma que nos adueñamos de las cosas. La codicia, es obvio que da sus resultados en el vivir cotidiano, pero no tiene utilidad ni da resultado alguno para comprender la vida y sus misterios. La visión con la que miramos el vivir la trasladamos a la vida y por ello deseamos y ambicionamos a Dios, la Verdad, la Iluminación, la Comprensión. Pero al trasladar nuestra visión del vivir para comprender la vida, creamos y desarrollamos más conflicto y confusión en nosotros, puesto que la visión ambiciosa es caos, confusión y conflicto en sí misma al estar centrada en la posesión y el temor a perder lo poseído. Pero ¿de que manera nos podemos adueñar de la vida, poseerla? Ello es lo que el pensamiento quisiera pero se le hace imposible alcanzarlo.

Cuando vemos a la vida con la visión del vivir -concordemos que otra opción no tenemos mientras no nos conozcamos a nosotros mismo- la miramos como algo mas a conquistar, a poseer; la paz, la comprensión, la inteligencia, la lucidez, la iluminación, lo sagrado, lo inconmensurable, lo eterno, lo divino, Dios. Todo ello es objeto de conquista. De manera que nuestra ignorancia pretende hacer de lo desconocido algo a conquistar como lo hace con lo conocido. Intentar poseer lo desconocido es como creer que hablando del medicamento que necesitamos para curarnos de la enfermedad que nos aqueja, nos sanaremos. Pero es innegable que por mas que intentemos hacer de lo desconocido algo conocido -a través de la filosofía, la teología, la creencias, ello sigue siendo desconocido, de manera que la mente se encuentra imposibilitada para penetrarlo y, por tanto, de adueñarse de ello.

La visión del vivir solo puede juzgar, analizar o sacar conclusiones sobre las cosas trascendentales de la vida. Ese punto de vista no puede ir mas allá de su propia limitación que es la codicia, la avaricia, la ambición. Con esa mirada pretendemos comprender la vida, o sea, penetrar las cosas sagradas que el pensamiento no puede profanar, en otras palabras, no podemos desde la mirada del vivir ver la vida, pero el vivir se hace traslucido cuando lo miramos desde la vida. El vivir es una de las partes de la vida; la vida lo contiene. Nuestra existencia, en este planeta, surge en el vivir y en ese vivir cotidiano, trabajo, tenemos responsabilidades, nos relacionamiento, nos educamos, vamos formando nuestro punto de vista -lo cual se transforma en la manera que miramos el mundo- y con el juicio y el razonamiento preestablecido pretendemos e intentamos descubrir el contenido y los misterios de la vida.

Es innegable que no podemos, con el limitado razonamiento que tenemos, ir más allá de su contenido, vale decir, de él mismo, lo que nos lleva a plantearnos que elemento usaremos para poder penetrar lo insondable de la existencia, y es solo la comprensión de que no podemos ver la vida con el análisis con el cual juzgamos el vivir. Ello puede servir para el vivir, para relacionarnos en él, pero no podemos usas los argumentos del análisis para descubrir tal cual es lo trascendental, de manera que se hace imperioso el ver, el observar, sin juzgar, seleccionar u optar, o sea, es imprescindible la ausencia de movimiento del pensar en la mente, lo que significa la necesidad del silencio. Ver la vida desde el silencio es permitir que lo nuevo y desconocido se nos revele, es ver La Realidad y cuando vemos el vivir desde esa Realidad sembramos en nosotros la ausencia de conflicto, caos y confusión, lo cual lo cosechamos como paz y felicidad.

Mientras estemos presos a la visión ambiciosa y no comprendamos como ello afecta el relacionamiento humano, por nuestro afán de posesión, no comprenderemos que todos nuestros relacionamientos en el vivir es fricción, por la utilización que hacemos del otro, puesto que la posesión crea dependencia y dicha relación de dependencia no es otra cosa que la utilizan para la satisfacción y el provecho psicológico mutuo.

Todo el vivir es relación y para la mayoría esa relación se encuentra basada en la dependencia económica o sentimental. Esta dependencia crea temor porque engendra en nosotros el afán posesivo, lo cual se traduce en fricción, suspicacia, frustración. La relación que más nos afecta es la que contiene la dependencia de otro por ser el anhelo de satisfacción personal, puesto que se tiene la sensación de que el otro acrecienta la pequeña llama de plenitud que enriquece nuestro placer, que nos hace más despiertos y vivos. Y así, no queriendo perder esa fuente, terminamos temiendo la perdida del otro y de esa manera nace en nosotros el temor posesivo, con los consecuentes problemas que ello acarrea.

El vivir no existe sin la convivencia, pero lo hemos hecho en extremo angustioso por nuestra visión ambiciosa que no lleva a privarnos de compartir, porque el temor posesivo no lo permite. No siendo libres de ese temor posesivo pretendemos tener claro lo que es el vivir y la vida. El temor engendrado es la fuente que inspira el libro de nuestra vida y recurrimos a él para resolver todos los problemas, pues suponemos que encontraremos todas las respuestas. El pensar especulativo, dualista, posesivo, codiciosos, es la tinta que utilizamos para escribir el libro. Y este libro lo usamos como biblia para intentar unificar el vivir y la vida, pero este capitulo nunca tiene una edición final porque lo queremos redactar con el punto de vista que hemos adquirido en el vivir, lo que se transforma desde el mismo comienzo en lucha, caos, incoherencia, desconcierto y embrollo.

La vida al ser lo ilimitado y, por tanto, abarcar al vivir, no puede ser penetrada por lo limitado que es el pensar desarrollado en el vivir. El vivir lo hemos hecho basado en nuestras propias limitaciones e ignorancia y en ese mundo exterior vemos reflejada nuestras luchas, nuestra crueldad, nuestro egoísmo, nuestra violencia, nuestra ignorancia y nuestra maldad. Ese es el mundo hoy y ese es mundo proviene de nuestro mundo interior y con ese mundo interior nos relacionamos con los demás, lo cual conforma el caos y la desdicha del mundo.

No comprendemos la vida, pero somos ansiosos por arreglar el vivir cotidiano, donde concursamos como seres humanos todos los días. ¿Es posible esto? ¿Cómo nuestro punto de vista confuso e ignorante puede tener la solución para los problemas que aquejan al vivir? En el vivir podemos tener una cierta coherencia intelectual para expresarnos en el relacionamiento y para desarrollar puntos de vista, pero esa coherencia solo sirve para tener razón y, como sabemos, razón tiene todo el mundo ¿Quién no tiene razón de los seis mil quinientos millones de seres humanos existentes en el planeta? Esto nos explica que la verdad nace y puede ser percibida cuando no utilizamos la herramienta que arma y constituye la razón; el pensar. La verdad no puede ser construida por el pensar y cuando intentamos mirar la vida con el pensar, siempre terminamos pinchando el vacío con una aguja.

Nos aprovisionamos de una estructura de pensar adquirida en el vivir: puntos de vistas, argumentos, razones, escala de valores, juicios, condenas, elucubraciones, utopías, doctrinas, creencias, lo cual forma y conforma nuestro pensar. Con esa mente sobrevivimos y la insatisfacción que nos produce el mecanismo reiterativo e imitativo de la misma, nos lleva a preguntarnos si no hay algo más. Nacen así los cuestionamientos existenciales.

Tales cuestionamientos nos llevan a indagar en lecturas, charlas, conferencias y todo tipo de información sobre el tema. Todo lo cual lo absorbemos con la mente que fue adiestrada en el vivir, de modo que captamos de la misma manera que hemos captado la política, la economía, una materia en el colegio, y con ese entendimiento verbal guardado en la memoria empezamos a creer que sabemos algo sobre lo inconmensurable.

El vivir nos da un tipo de razonamiento que nos permite interpretar los sucesos y sus hechos, de la manera y forma que se nos antoje. Pero es obvio que a la verdad, a la vida, a lo sagrado, no la podemos someter a nuestro capricho intelectual con la formula utilizada en el vivir. Lo desconocido no puede ser sometido al anhelo posesivo de la ambición que nace de la inseguridad y el temor consecuente. Pero es inevitable que no intentemos adueñarnos mental-mente de lo sagrado porque ese es nuestro hábito al tratar las cosas. Toda y cualquier cosa que conocemos la intentamos poseer, ya sea intelectual, sentimental o económicamente. El hábito es poseer; lo sagrado no se puede.

El vivir condiciona y estrena nuestra mente para la competencia feroz que nos exige la sociedad; ser el primero en el colegio, en el deporte, en el arte, en la política, en los negocios, en el empleo (el empleado del mes: hay algo más horriblemente feo que esto) en lo profesional, etc., etc. Todo ello crea y alimenta el individualismo, el egoísmo, la vanidad, los celos, la ambición, el temor y la arrogancia, [todo lo cual compone nuestro mundo interior y ayuda a conformar nuestro punto de vista]. Con este bagaje intelectual nos aventuramos a buscar (no tenemos otro) pero es este mismo equipaje quien no nos permitirá encontrar porque para encontrar necesitamos estar libres del baúl de miserias humanas por ser la causa que nos limita para avanzar.

Las miserias humanas nos atan a nuestro mundo mental porque fueron creadas por el pensar con la finalidad de alcanzar un lugar en nuestro entorno. Liberarnos de ellas es sinónimo de perder nuestro entorno, porque para el entorno esa personalidad quimérica es la verdadera y con la cual nos identifican. Como esta concepción sobre nosotros que tiene el entorno la conocemos, surge el temor a cambiar por la perdida que suponemos vamos a tener de aquello -que así como somos- bien o mal lo poseemos y es parte de nuestra dependencia que además nos da cierta sensación de seguridad. Perderlo es sinónimo de perdernos y ante esta situación de desconcierto ¿en que nos apoyaremos? Ese es el temor.

Necesitamos de la dependencia porque no confiamos en nosotros mismos. Confiamos y creemos que el otro es imprescindible para nuestra existencia, aunque dicha existencia sea un infierno, de forma que el otro, sea como sea, siempre es un punto muerto para nuestros dilemas infernales y existenciales. Él no los puede ni resolver ni solucionar por nosotros. Lo que significa que aunque el entorno, el otro, este a nuestro lado, siempre pero siempre, estamos solos y ello es lo que no percibimos por conveniencia sicótica o por omisión voluntaria, lo cual siempre es temor. Este relacionamiento regido por el temor lleva a la dependencia y la dependencia retroalimenta al temor, de forma que se convierte en un círculo vicioso sin salida con consecuencias desastrosas para nuestro vivir porque nos obnubila, nos ciega y acrecienta la inconsciencia de lo pernicioso que es.

La dependencia del otro, al igual que toda dependencia, se funda, así, en último término, en el temor, en el miedo, el cual nos hace irresolutos, nos entorpece y nos lleva a ser superficiales y artificiosos, restringiéndonos y limitándonos a esa supuesta conveniencia que atribuimos a lo conocido, que es aquello que tenemos a mano y a lo que nos habituamos y atamos. En este sentido, lo que poseemos nos posee, y terminamos atrapados en un modo de vivir rutinario, sujetos por conductas habituales y por evasiones de todo tipo, intentando encubrir una insatisfacción que corroe interiormente y que no reconocemos o que no nos atrevemos a enfrentar. Dicha insatisfacción es el producto de ese temor y del proceso de la ambición que el mecanismo habitual del pensar supone. Esto crea conformismo y nos limitamos a la perspectiva que nos ofrece el vivir condicionado, porque es lo único que conocemos y nunca nos cuestionamos si no existe una manera distinta de ver y vivir.

Lo anterior supone la existencia de una atadura y una ceguera, y ello tiene lugar porque la mente no conoce una alternativa diferente para vivir, la mente no sabe qué o cómo sería el vivir sin lo conocido, y el aventurarse por allí deviene como inseguro, de modo que para ella, que es (condicionada como está) temerosa y ambiciosa, resulta siempre preferible una supuesta certeza (aunque tan sólo sea una suposición) a tener que dar un paso en el vacío… El temor y la especulación de la mente ambiciosa son las cualidades que nos retienen e impiden ir más allá de lo conocido, y en tanto permanezcamos en este terreno no existirá, obviamente, ninguna posibilidad de experimentar lo nuevo ni de vivir desde una perspectiva total lo que realmente es la Vida.

Miramos la vida con la visión que adquirimos y nos dio el vivir. Con esa visión ambiciosa, individualista y arrogante enfocamos nuestros problemas, conflictos, confusiones, desdichas y también los del mundo. Lo único que terminamos consiguiendo es tener razón, pero jamás una solución ni para el mundo ni para nosotros. El argumento, el análisis nos obnubila y termina por no dejarnos ver que: LA RAZÓN SIEMPRE CRUCIFICA A LA SABIDURÍA Y A LA VERDAD. No nos preocupa la sabiduría ni la verdad, nos preocupa nuestra histeria, nuestra obsesión y en base a ellas reaccionamos, creando el consecuente infierno en nosotros y en el mundo.

La educación adquirida en el vivir nos limita, el alimento que nosotros le damos nos amolda. Adquirimos en el vivir educación, cultura, tradición, a paso seguido alimentamos esa base intelectual con nuestros propios argumentos, teorías, conveniencias e intereses, vale decir, amoldamos nuestra mente creyendo que pensamos libremente, que somos libres pensadores, pero no percibimos que las ideas y argumentos que propiciamos como propios, fueron sacadas del molde social, eran y son las ideas que están de oferta en la sociedad. De esa manera LA VERDAD ES VOLATIL CON RESPECTO A LA RAZÓN PORQUE SE SUSTENTA EN UN HECHO DESNUDO SIN UTILIZAR ARGUMENTOS, OPINIONES O TEORÍAS SOBRE ÉL; LA RAZÓN ES MECANICA, FIJA, SE SUSTENTA EN UN HECHO QUE PUEDE SER INTERPRETADO ANTOJADIZAMENTE POR CUANTA ESPECULACIÓN EXISTE EN LA MENTE HUMANA. El hecho le da sustento al argumento, al análisis, y así, al hecho lo convertimos en idea. El hecho es indiscutible, el análisis es lo discutible, de modo que nunca estamos discutiendo hecho sino las ideas que le imponemos al hecho.

El vivir nos encierra en el mundo cotidiano, el cual es regido y gobernado por el pensar. La economía y los problemas sociales nos atosigan, nos envuelven, y a partir de ello planificamos la sociedad; la educación, la justicia, las leyes, las normas, los valores, etc. El súper poder mediático del periodismo alimenta la ignorancia, que encierra a la totalidad del vivir y la vida, en el 1% de lo que es la compleja existencia humana, vale decir, en la política. El 99% restante, de aquella inmensidad que es la vida en su totalidad, queda huérfana y aislada de nuestra existencia cotidiana, de modo que terminamos auto-convencidos que solo la política es lo importante e imprescindible en nuestro vivir y que ello resolverá nuestra búsqueda de dicha, paz y felicidad. Como esto se transforma en cultura y tradición, de la particular sociedad donde vivimos, adoptamos la forma y el esquema de pensar de la victima que no es responsable de nada. De nuestra desdicha, conflicto y confusión, siempre el culpable es el otro, los demás, la sociedad, el gobierno, el imperio, el mundo, la mala suerte o Dios. No importa quien, siempre el culpable es alguien, no nosotros. Esta visión es la que nos da y nos alimenta el vivir. Responsabilidad nuestra es no cuestionarla. Responsabilidad nuestra es no realizar una revolución absoluta en nuestro pensar. Responsabilidad nuestra es, nuestra desdicha, ausencia de inteligencia, paz y felicidad. De nadie más. ¡Lo que siembres cosecharas!