29 jul 2009

SOBRE LA ESPIRITUALIDAD, EL SIMULACRO Y LA DECORACIÓN ESPIRITUAL

SOBRE LA ESPIRITUALIDAD, EL SIMULACRO Y

LA DECORACIÓN ESPIRITUAL

La vida tiene diferentes aspectos; la propia vida se encarga de interrelacionarlos. Por un lado se encuentra el aspecto material y por el otro el aspecto espiritual. Ello hace a nuestro vivir cotidiano. Estos dos aspectos constante e invariablemente interactúan en nuestra vida en el diario vivir. El aspecto material solo se ocupa del consumo. Tener y poseer nacen de la necesidad de seguridad que creamos e inventamos para poder consumir cuando se nos antoje. El aspecto espiritual surge en nosotros por la necesidad que tenemos de encontrar respuestas al misterio de la vida y los consecuentes conflictos, confusiones, contradicciones y temores de nuestra mente en el diario vivir.

La espiritualidad es el único instrumento de la vida que puede liberar al se humano de sus apegos, esclavitud y consecuente conflicto, confusión y sufrimiento. Pero ¿Qué es la espiritualidad? ¿Es tener la capacidad de ver el pasado, el futuro y profetizarlo? ¿Es tener la capacidad de sentarse a meditar por horas, días, meses, incansablemente? ¿Es seguir a un líder, a un gurú, a una creencia, a una doctrina? ¿Es adorar, rendir culto, hacer procesiones, orar, someterse a dogmas o disciplinas impuestas? ¿Es desarrollar capacidades ocultas para tener poderes sobrenaturales? Es obvio que todo esto lo podemos hacer en “nombre de la espiritualidad”, pero ¿lo es? O todo esto ¿son meras técnicas que se arrogan para sí la totalidad de lo llamado espiritual?

No solo podemos practicar todo esto sino que también podemos hacer “revistas espirituales con la finalidad de vender perfumes” y de paso creer que ello tiene una gota con olor a espiritualidad, pero saltando este “balcón” de chantaneria cargado de avaricia, arrogancia, infantilismo, ambición e ignorancia, también podemos conocer sobre naves extraterrestres, el nombre de los comandantes de dichas naves, lugar donde viven y la supuesta ciencia que usan y practican; también podemos saber sobre ángeles, arcángeles, espíritus, guías, guías jefes, patronos, maestros ascendidos, mesías, que hacen, a que se dedican, donde y como viven. Podemos saber sobre pirámides, su energía, sus misterios; como también podemos saber de la Atlántida, el fin de los tiempos, Machu Pichu, Teotihuacan, Chichén Itzá, los Himalayas, el Valle del Elqui y sus sobrenaturales energías, pero ¿que relación tiene todo esto con nuestro vivir cotidiano, nuestras contradicciones, conflictos, confusiones, temores y sufrimiento? Podemos también conocer y practicar Reiki, meditación, yoga, oración, mediunidad, artes marciales, astrología, tarot, saber sobre libros sagrados, esotéricos y filosóficos, pero ello ¿Qué relación guarda con nosotros mismos?

A cada una, de esta colección de excentricidades, se las propagandiza y se las denomina como si fueran por si mismas “la espiritualidad”, pero ¿tiene algún valor relevante para nuestras vidas el conocer o practicar alguna de estas artes, técnicas, ciencias, métodos, sin autoconocimiento, sin conocernos a nosotros mismos?

La ausencia de realización arrastro a algunos adeptos a aferrarse y como consecuencia a trabarse en el aspecto técnico o intelectual que mejor habían desarrollado y crearon escuelas, hasram, monasterios o simplemente se dedicaron a dar cursos, charlas o escribieron libros desde su parcial entendimiento y realización, a la que calificaron y propagandizaron como “visión espiritual holística”. Aquel que meditaba se especializo en su técnica y se quedo en ello, el que desarrollo poderes sobrenaturales hizo lo mismo. Los intelectuales crearon centros esotéricos o filosóficos [con su parcial visión y su particular versión sobre los hechos que interpretaban]. Así sucesivamente.

El parcializar y sectorializar algunas técnicas o elementos intelectuales, catalogándolos y ofreciéndolos luego como “el camino espiritual” contribuyo a una confusión generalizada que existe hasta los días de hoy, puesto que la fundación de estas escuelas doy nacimiento a una espiritualidad huérfanas de sabiduría ya que olvidaron el autoconocimiento como camino hacia el descubrimiento del Reino de los Cielos Interior, como fuente de la Auto-Naturaleza, lo que significo el olvidad la esencia de la espiritualidad y la sabiduría, que es a saber, nosotros mismos, porque ¿Qué propósito y sentido tiene la Verdad, la Espiritualidad, la Sabiduría, la Vida, si no esta relacionada directamente con nosotros? ¿Qué sentido y propósito tiene conocer y saber, cuanta cosa exterior a nosotros existe si no sabemos ni ponemos nuestra pasión en conocernos a nosotros mismos? ¿Cuál es el sentido espiritual o el propósito de cualquier capacidad mediúnica, o en otras palabras, los poderes psíquicos, cuando son desarrollados y se convierten en una herramienta, pero quien los gobierna es la arrogancia, el egoísmo, la vanidad, la violencia, los celos y el temor del médium? Pero la practica de cualquiera de estos poderes, sin el conocimiento propio se lo denomina como “ejercicio de la espiritualidad” [¿?]… pero… ¿Puede ser espiritualidad seria y genuina aquella que evita la aventura y el camino del autoconocimiento? Sin autoconocimiento ¿es relevante, trascendente o sublime, cualquier conocimiento o poder que tengamos de la denominada espiritualidad?

Es obvio que cuando el ser humano despierta a las interrogantes de la vida se encuentra con la mochila de miserias humanas sobre sus hombros, pero ¿las indagamos, las encaramos y averiguamos sus raíces para trascenderlas o las dejamos en un rincón olvidadas mediante el “ejercicio de nuestra particular técnica y creencia espiritual”?

Innegablemente no es “espiritual” el esconder nuestras miserias humanas [celos, vanidad, arrogancia, orgullo, egoísmo, violencia, avaricia, odio, rencor, ambición, temor] detrás de una creencia, una doctrina, técnica o ejercicio espiritual, poderes psíquicos, intelectuales o de un líder. Ello no es espiritual ni espiritualidad, es el ejercicio de nuestra mediocridad y cobardía escondida detrás de grandilocuente y nobles causas, de manera que a lo máximo que se puede aspirar, bajo estas circunstancias, no es precisamente a la iluminación sino al simulacro y a una bella decoración llamada “practica espiritual”. Nuestro temor y cobardía nos arrastra a depositar toda nuestra fe y esperanza en creencias, doctrinas, dogmas o lideres, con la finalidad de que ellos se hagan cargo de nuestras miserias y como consecuencia salven nuestras vidas, o sea, elegimos ser seres de cuarta calaña por conformismo para no hacernos cargo de nuestra propia vida.

El ser un buscador de la Verdad, de Dios, de la Comprensión de la Vida, el transitar por el camino espiritual, no significa que en un principio no se tenga que transitar por él con nuestras miserias humanas a cuestas. Justamente uno ingresa en dicho camino con la finalidad de trascenderlas, pero ¿usamos la espiritualidad, sus técnicas, sus métodos, su filosofía, para ahondar en nosotros mismos y conocer las raíces que nos atan a la esclavitud de dichas miserias? O a cambio ¿transitamos por el camino de la vida practicando alguna técnica espiritual o sometiéndonos a alguna creencia religiosa evitando introducirnos en nosotros mismos? El trascender nuestras miserias humanas se lo denomina como “el quiebre de la mente común” “el rompimiento de la cabeza”, “el haber llegado” pero ¿Cómo llegaremos, como trascenderemos nuestro mundo interior con todas sus miserias si no ahondamos, si no nos zambullimos en el autoconocimiento? Es obvio que aquel que ha negociado su ingreso en el paraíso después de esta vida, no necesita trascender ni preocuparse por su miserable vida, ya que lo recibirán sea como sea y de cualquier manera. Pero ellos son la excepción (se autoconsideran los elegidos), de suerte que por ahora sigamos tratando de dilucidar lo que es espiritualidad para nosotros los seres humanos vulgares.

Como seres humanos comunes, es indiscutible que debemos hacernos responsables por nuestras vidas y encarar los avatares del vivir cotidiano con la mayor lucidez posible, de forma que se hace imprescindible la meditación como herramienta de autoconocimiento, puesto que tener la cabeza llena de conocimiento ajeno y ninguno propio, no nos diferencia en nada de un vulgar reproductor de audio, en otras palabras, el único valor que tienen cada una de las técnicas espirituales es que nos ayuden a conocernos a nosotros mismos. No tiene sentido espiritual una técnica que solo se dedica a desarrollar habilidades o poderes psíquicos, puesto que el despertar de estos poderes en el ser humano lleno de miserias humanas, solo le ayudara a alimentar su arrogancia, su vanidad, lo cual significara sumergirlo en la ignorancia sin que lo perciba y ello innegablemente es la negación de la espiritualidad.

Toda espiritualidad que se encuentre divorciada de nosotros mismos es semejante a cuentos de hadas, o sea, información sobre hechos, sucesos, milagros, profecías, sensaciones o fenomenales experiencias espirituales de otros que terminaron convirtiéndose en extraordinarios seres que hoy ocupan los lugares privilegiados en el altar de Dios. Lo que no nos cuentan es como ellos supuestamente hicieron para llegar tan alto… ¡sí es que lo están! [¿?]… lo cual convierte al camino espiritual en mera literatura fantástica y de ficción. Generalmente a este tipo de espiritualidad le encuentran [entre sus adeptos] algún tipo de veracidad por que se halla matizada por experiencias sensorias menores, que dan a la mente la sensación pasajera de claridad y tranquilidad. Camino espiritual y su consecuente realización es tener una mente ausente de conflicto y confusiones las veinticuatro horas del día y la noche también, como dijo mi hermano Herminio, una mente libre que no se apoya en creencias, doctrina ni líder alguno, una mente que aprende sin sacar conclusiones de lo que experimenta, de modo que siempre se encuentra vacía y, por lo tanto, disponible para la próxima lección que la vida le presente; lección que se puede dar en el aspecto material, espiritual o intelectual del diario vivir.

Vale más una línea de conocimiento propio que un mamotreto de conocimiento ajeno. Se estudia sobre ángeles, arcángeles, espíritus, éxtasis, guías, santos, iluminaciones, maestros, profetas y profecías, mediunidad, símbolos, contenido de libros sagrados, esoterismo, meditación, yoga, alquimia, magia, etc., etc., pero no se dedica una línea ni un segundo al autoconocimiento, al conocerse así mismo. Se incita e invita a buscar fuera de nosotros mismos, mediante enseñanzas que solamente terminan sobornando y chantajeando la consciencia del buscador con promesas que le ofrecen la salvación “si se convierte en un fiel seguidor del gurú y del Mesías de turno”, en otras palabras, se nos enseña a depender y a obedecer, a dejar la responsabilidad de nuestra vida en manos de otro, de forma que vivimos a cuenta de que otro nos apruebe o desapruebe, lo cual es someterse a la evaluación permanente del juicio de la autoridad que hemos elegido para que determine nuestro avances, estancamientos o retrocesos en el camino espiritual. En definitiva, se nos enseña a creer en otro, pero no nos enseñan a tener fe en nosotros mismos con la finalidad de emanciparnos y liberarnos de cualquier cadena que signifique esclavitud.

Camino espiritual sin conocimiento propio, sin autoconocimiento, es como ensalada sin verduras, vale decir, puro nombre pero nada de contenido. Ver dentro de nuestra naturaleza es ver dentro del Reino de los Cielos Interior. Camino espiritual que no este señalizado hacia esa dirección es un camino virtual, diseñado en la computadora de la mente de un líder con ausencia de realización propia. Ver, buscar, indagar, cuestionar, observar, dudar, estar alerta, son los elementos con que cuenta el buscador para encontrar, descubrir y trascender su infierno personal anclado en su mente y sustentado por el contenido de su pensar.

Las técnicas espirituales, las cuales son un medio para alcanzar un fin: la iluminación, se convirtieron en un fin en si mismas cuando los adeptos con cualidad de lideres, pero que no habían alcanzado su propia autorrealización, su propio despertar, las divulgaron y las pusieron en practica, ofreciéndolas como mercancía garantizada de realización. De esta manera las técnicas espirituales quedaron huérfanas de sabiduría y, su múltiple ramificación termino creando más confusión que consuelo, mas ruido que silencio, mas anarquía que orden, más promesas que realización, más anuncios del fin de los tiempos que iluminación, de manera que los buscadores que adhirieron a ellas adquirieron ignorancia inconsciente por desconocer la diferencia existente entre técnica, método, doctrina, creencia y sabiduría-realización-iluminación. De suerte que el buscador fue puesto al servicio de la creencia, la técnica, de la doctrina y no éstas al servicio del buscador. Meditación, yoga, Reiki, magia, alquimia, esoterismo, mediunidad, artes marciales, oración, sanación, astrología, tarot, videncias, profecías, poderes sobrenaturales, milagros, pasaron a ser técnicas ausentes de sabiduría y mucho mas importante que el autoconocimiento, la iluminación, la realización, la conquista del Reino de los Cielos Interior. Así el buscador se convirtió en mero vehiculo para transportar confusión y complicación para si mismo y el mundo, puesto que su mente quedo envuelta en una infantil doctrina que ofrece, sin garantía alguna, esperanzas y promesas para después de muerto y ello es todo el consuelo con el cual se debe conformar durante todo su peregrinaje por esta vida, o sea, aposto que la existencia del reino de los Cielos que queda dentro nuestro, es mentira. Así la técnica dejo de ser una herramienta para conocerse a sí mismo y se termino transformando en una vaca sin tetas… o sea, nadie podrá alimentarse de ella, ni siquiera servirá para sacarle una gota de leche de muestra para conocer como era su alimento.

Toda y cualquier información ajena a nosotros mismo es conocimiento prestado, todo aprendizaje sobre nosotros mismos es sabiduría. Toda técnica que no tenga por finalidad y propósito la iluminación, es mera entretención, o sea, puede producir sensaciones y vibraciones espirituales en sus seguidores, pero no sabiduría, en otras palabras, termina por convertirse en meros consuelos vibratorios que fácilmente el adepto confunde con la genuina realización espiritual; la iluminación. Todo lo demás debe ser un incentivo para este objetivo, lo cual significa que debemos ser cuidadosos para no confundir estas sensaciones con el genuino despertar, que es a saber, nuestra entrevista con Dios… la iluminación.

Confundir las sensaciones espirituales, que se basan en vibraciones de tranquilidad, quietud y momentánea satisfacción, con la genuina espiritualidad, es encontrarse incapacitado (por destino, suerte o karma) para aprender lo que nos enseñan dichas vibraciones. Pero a cambio nos quedamos con los recuerdos de dichas sensaciones, de suerte que pasa a ser mas importante las sensaciones y los consecuentes recuerdos que las enseñanzas que ellas encierran: que todo lo desconocido adviene a nosotros cuando ceso el movimiento del pensar, cuando la mente esta en silencio, cuando la mente dejo de negociar, especular, ambicionar, lo cual trae como consecuencia una mente con ausencia de conflicto, confusión, dualidad, con absoluta transparencia y claridad en el pensar, sentir, percibir y hacer.

El adepto no sabe como llegar a esto, por tanto lo remplaza con la búsqueda permanente de dichas sensaciones que producen estas vibraciones, vale decir que, desea descubrir como conseguirlas para vivir cotidianamente en esos estados de satisfacción de forma permanente y eterna, pero lo que menos se le ocurre es que esos estados advienen a uno cuando la mente no se encuentra persiguiendo ningún logro, ninguna meta, ningún objetivo, o sea, cuando a cesado toda y cualquier ambición. El adepto al desconocer que el pensamiento llega a su fin cuando, por completo, la mente a dejado de ambicionar, tanto cosas materiales, intelectuales, como espirituales, o sea, cuando la mente no esta detrás de nada… de nada, lo que en la practica de la vida diaria se vive como trascendencia del miedo, entonces no le queda otra alternativa que busca efectos placenteros, gustosos, agradables y encantadores, en vez de buscarse a si mismo.

Ver que solo por miedo codiciamos, somos avarientos y ambiciosos, tenemos celos, envidia, violencia, egoísmo y que estas miserias retroalimentan el temor, es autoconocimiento; comprender este juego mental interior es sabiduría. La llamada espiritualidad que no conduce al ser humano a conocerse a si mismo, es mas bien el resultado que dio la ignorancia de los adeptos irrealizados que terminaron por convertir en imprescindible necesidad el tener discípulos a cualquier precio, de modo que negaron y escondieron premeditadamente la enseñanza que a estos le enseñaba a ser libres, de manera que esa auto-titulada espiritualidad no le quedo otra opción que sustentarse en las infantiles promesas, esperanzas, consuelos, amenazas, creencias, cultos adoraciones, dogmas, y el inevitable terrorismo espiritual basado en el chantaje de la consciencia, vale decir que, lo único que tiene de espiritual es el nombre y una sospechosa buena intención.

Vivimos en un mundo abarrotado de conocimiento, promesas, dogmas, esperanzas, creencias, doctrinas y teorías, es decir que para la dirección que fijemos la vista, veremos que todo el mundo “nos trata de enseñar en que pensar”, pero nadie nos invita a “saber como pensar, a pensar por nosotros mismos”, de modo que si esta no es la misión y el sentido de la espiritualidad, entonces todo esta perdido y la anécdota consiste en esperar el fin del mundo, puesto que al haber uniformitarismo en el pensar el ya desapareció, aunque éste ante nuestros ojos todos los días, puesto que la ignorancia ya se lo devoro con las mentes que son incapaces de emanciparse de la esclavitud impuesta por aquellos que nos incitan a creer y, por lo tanto, a saber en que pensar, evitando que pensemos por nosotros mismos, lo que significa que dichas organizaciones de espiritualidad les queda solo el nombre, en otras palabras, espiritualidad solo es el conocerse a si mismo, todo lo demás es simulacro de espiritualidad y decoración idealista.

1 comentarios:

Maite dijo...

fantastica explicación sobre el simulacro de uno mismo. Es innegable tambien que entre tanta similación de espiritualidad, exceptuando a los líderes y su mesa redonda, el resto gentes que se agarran a la espiritualidad a través de cualquier disciplina digundida por terceros, permanece constantemente en alerta ante el temor de ser poco espiritual, a ser reconocido antre el resto como un vulgar ente que camina sin rumbo cierto, como ente de menor graduación, consiguiendo solamente despertar en su interior una ansidad de conocimientos que le hagan conseguir un nombre nuevo, mas allá de lo que realmente somos, individuos limitados que nos dejamos arrastrar por las vanidades de la divinidad y el elogio, sin reconocer que la diferencia puede estar en dejar de ser tan divinos, tan espirituales.
Un saludo.

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