22 dic 2009

EL CONOCIMIENTO Y LA ERUDICIÓN

SOBRE EL CONOCIMIENTO Y LA ERUDICIÓN

Estamos convencidos que a mayor información que se registre en la memoria, mayor será la posibilidad de comprender y mas cerca de la sabiduría estaremos. ¿No es el conocimiento y la erudición un impedimento para descubrir lo nuevo? Evidentemente que el conocimiento y la erudición son un impedimento para comprender lo atemporal, lo inconmensurable, lo nuevo, lo desconocido, lo eterno, porque lo conocido, que es el conocimiento, no puede penetrar lo desconocido.

El conocimiento y la erudición lo hemos transformado en una pasión futbolera, en una adicción narcotizante, porque creemos que el hecho de saber nos convertirá en creadores, en sabios pero ¿es posible que una mente que esta llena, repleta, abarrotada de conocimiento y erudición pueda recepcionar lo súbito, lo puro, lo natural, lo nuevo, lo espontáneo y original, que en definitiva son las cualidades de la sabiduría? Si la mente esta abarrotada de lo conocido ¿tiene lugar alguno, para recepcionar lo que provenga de lo desconocido? Es innegable que el conocimiento y la erudición son sobre lo conocido y pertenecen a lo conocido, lo que significa que es ridículo e ignorancia pura pretender comprender con lo conocido lo Inconmensurable, lo Desconocido.

El ser humano religioso, el ser humano espiritual -sea lo que sea el significado de esas palabras- trata de imaginarse lo que es Dios, o en su defecto, de pensar en lo que es Dios. Leyeron innumerables libros, leyeron las historias de infinidad de Santos, Maestros, Mahatmas, procurando imaginarse o sentir lo que es esa experiencia ajena. Es decir con lo que conocen sobre otro intentan enfocar lo desconocido, de modo que ¿se puede pensar en algo que es desconocido? Es obvio e indiscutible que solo se puede pensar en lo que uno conoce. Pero en el mundo de hoy en día esta aconteciendo esta pasmosa perversión: creemos que habremos de comprender si poseemos más información, más libros, más Internet, más conferencias, más informativos.

Para darnos cuenta de algo que no sea la proyección de lo conocido, hay que eliminar lo conocido mediante la comprensión de su proceso, de manera que tenemos que ver el ¿por qué la mente se aferra siempre a lo conocido? Es ¿por qué ella siempre anda buscando certidumbre, seguridad? Para descubrir esto debemos ver por nosotros mismos si su accionar no esta asentado en lo conocido, en el pasado, en otras palabras, en el tiempo de manera que ¿cómo puede una mente así, que el fundamento esencial esta sustentado en el pasado, en el tiempo, tener vivencia y experimentar lo eterno?

Esa mente quizás imagine, invente, crea, piense, conciba, formule, proyecte lo desconocido, pero todo eso es absurdo, porque solo cuando lo conocido se comprende, se disuelve y se desecha; es a partir de ahí que puede surgir lo desconocido. Pero eso es difícil, porque cuando tenemos una vivencia de algo, la mente inmediatamente la traduce en términos de lo conocido, y por tanto, la reduce al pasado, recibiendo un nombre y ello la clasifica y se registra en el saco de la memoria. Esta acción es el movimiento del conocimiento y la erudición, lo que significa que este tipo de saber es la actividad de lo conocido, lo que demuestra que tal conocimiento y tipo de erudición es un obstáculo para aprender.

El conocimiento técnico no esta incluido en este cuestionamiento porque indiscutiblemente es necesario. Lo que estamos cuestionando es algo muy diferente a ese conocimiento. Es sobre el conocimiento-erudito-intelectual-ilusorio, y si ese conocimiento es capaz de penetrar lo desconocido, lo inconmensurable o es un impedimento.

El sentimiento de dicha absoluta, de dicha creadora, no es el resultado de la suma de conocimiento o la acumulación de erudición. Ninguna suma, por exuberante que sea dicha acumulación de conocimiento, nos pueden dar esto. Porque ser creador es estar libre del pasado, es vivir la vida de instante en instante, debido a que es el pasado lo que siempre oscurece y borra el presente. Limitarse a depender de las experiencias ajenas, de la información, de lo que otro haya dicho o hecho, por mas grande que él sea [¿?] e intentar que nuestras acciones se aproximen a eso; todo ello nace del conocimiento adquirido ¿verdad? Pero para descubrir cualquier cosa nueva debemos empezar por nosotros mismos; tenemos que arriesgarnos a iniciar un viaje completamente solos, despojados de todo, y por sobre todo, de conocimientos, ya que es muy fácil tener experiencias como resultado de la creencia y el conocimiento, pero esas experiencias no son otra cosa que el producto de la auto-proyección, vale decir, absolutamente falsas e ilusorias.

Al intentar querer descubrir por nosotros mismos que es lo nuevo, lo creador, es obvio que de nada nos sirve que carguemos con la mochila de lo viejo y sobre todo del conocimiento; el conocimiento o la erudición de otra persona, por más grande que consideremos que ella sea. Hacemos uso del conocimiento como medio de autoprotección, de seguridad, y queremos estar completamente seguros de que tendremos las mismas experiencias de Budha, de Cristo o del Santo; pero es obvio que el hombre que constantemente se protege a sí mismo por medio del conocimiento, no es un buscador de la verdad.

No hay mapa que enseñe el camino que significa el descubrimiento de lo nuevo ni mapa que indique como encontrar la verdad, la única opción es lanzarse al abismo inexplorado, lo cual no es para deprimidos ni anoréxicos metales. Para experimentar algo nuevo nuestra mente debe estar muy serena, porque si ella se encuentra abarrotada, llena de recuerdos, nostalgias, conocimiento y erudición, estos actúan como estorbo para lo nuevo; de modo que la dificultad termina radicando en que el conocimiento a llegado a ser tan importante, tan relevante, tan predominante, que ello obstaculiza continuamente a todo aquello que pueda ser nuevo. De esta manera el conocimiento y la erudición se convierten en obstáculos para quien quiera tratar de comprender lo inconmensurable, lo atemporal, la verdad, Dios.

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