29 jul 2009

SOBRE LA ESPIRITUALIDAD, EL SIMULACRO Y LA DECORACIÓN ESPIRITUAL

SOBRE LA ESPIRITUALIDAD, EL SIMULACRO Y

LA DECORACIÓN ESPIRITUAL

La vida tiene diferentes aspectos; la propia vida se encarga de interrelacionarlos. Por un lado se encuentra el aspecto material y por el otro el aspecto espiritual. Ello hace a nuestro vivir cotidiano. Estos dos aspectos constante e invariablemente interactúan en nuestra vida en el diario vivir. El aspecto material solo se ocupa del consumo. Tener y poseer nacen de la necesidad de seguridad que creamos e inventamos para poder consumir cuando se nos antoje. El aspecto espiritual surge en nosotros por la necesidad que tenemos de encontrar respuestas al misterio de la vida y los consecuentes conflictos, confusiones, contradicciones y temores de nuestra mente en el diario vivir.

La espiritualidad es el único instrumento de la vida que puede liberar al se humano de sus apegos, esclavitud y consecuente conflicto, confusión y sufrimiento. Pero ¿Qué es la espiritualidad? ¿Es tener la capacidad de ver el pasado, el futuro y profetizarlo? ¿Es tener la capacidad de sentarse a meditar por horas, días, meses, incansablemente? ¿Es seguir a un líder, a un gurú, a una creencia, a una doctrina? ¿Es adorar, rendir culto, hacer procesiones, orar, someterse a dogmas o disciplinas impuestas? ¿Es desarrollar capacidades ocultas para tener poderes sobrenaturales? Es obvio que todo esto lo podemos hacer en “nombre de la espiritualidad”, pero ¿lo es? O todo esto ¿son meras técnicas que se arrogan para sí la totalidad de lo llamado espiritual?

No solo podemos practicar todo esto sino que también podemos hacer “revistas espirituales con la finalidad de vender perfumes” y de paso creer que ello tiene una gota con olor a espiritualidad, pero saltando este “balcón” de chantaneria cargado de avaricia, arrogancia, infantilismo, ambición e ignorancia, también podemos conocer sobre naves extraterrestres, el nombre de los comandantes de dichas naves, lugar donde viven y la supuesta ciencia que usan y practican; también podemos saber sobre ángeles, arcángeles, espíritus, guías, guías jefes, patronos, maestros ascendidos, mesías, que hacen, a que se dedican, donde y como viven. Podemos saber sobre pirámides, su energía, sus misterios; como también podemos saber de la Atlántida, el fin de los tiempos, Machu Pichu, Teotihuacan, Chichén Itzá, los Himalayas, el Valle del Elqui y sus sobrenaturales energías, pero ¿que relación tiene todo esto con nuestro vivir cotidiano, nuestras contradicciones, conflictos, confusiones, temores y sufrimiento? Podemos también conocer y practicar Reiki, meditación, yoga, oración, mediunidad, artes marciales, astrología, tarot, saber sobre libros sagrados, esotéricos y filosóficos, pero ello ¿Qué relación guarda con nosotros mismos?

A cada una, de esta colección de excentricidades, se las propagandiza y se las denomina como si fueran por si mismas “la espiritualidad”, pero ¿tiene algún valor relevante para nuestras vidas el conocer o practicar alguna de estas artes, técnicas, ciencias, métodos, sin autoconocimiento, sin conocernos a nosotros mismos?

La ausencia de realización arrastro a algunos adeptos a aferrarse y como consecuencia a trabarse en el aspecto técnico o intelectual que mejor habían desarrollado y crearon escuelas, hasram, monasterios o simplemente se dedicaron a dar cursos, charlas o escribieron libros desde su parcial entendimiento y realización, a la que calificaron y propagandizaron como “visión espiritual holística”. Aquel que meditaba se especializo en su técnica y se quedo en ello, el que desarrollo poderes sobrenaturales hizo lo mismo. Los intelectuales crearon centros esotéricos o filosóficos [con su parcial visión y su particular versión sobre los hechos que interpretaban]. Así sucesivamente.

El parcializar y sectorializar algunas técnicas o elementos intelectuales, catalogándolos y ofreciéndolos luego como “el camino espiritual” contribuyo a una confusión generalizada que existe hasta los días de hoy, puesto que la fundación de estas escuelas doy nacimiento a una espiritualidad huérfanas de sabiduría ya que olvidaron el autoconocimiento como camino hacia el descubrimiento del Reino de los Cielos Interior, como fuente de la Auto-Naturaleza, lo que significo el olvidad la esencia de la espiritualidad y la sabiduría, que es a saber, nosotros mismos, porque ¿Qué propósito y sentido tiene la Verdad, la Espiritualidad, la Sabiduría, la Vida, si no esta relacionada directamente con nosotros? ¿Qué sentido y propósito tiene conocer y saber, cuanta cosa exterior a nosotros existe si no sabemos ni ponemos nuestra pasión en conocernos a nosotros mismos? ¿Cuál es el sentido espiritual o el propósito de cualquier capacidad mediúnica, o en otras palabras, los poderes psíquicos, cuando son desarrollados y se convierten en una herramienta, pero quien los gobierna es la arrogancia, el egoísmo, la vanidad, la violencia, los celos y el temor del médium? Pero la practica de cualquiera de estos poderes, sin el conocimiento propio se lo denomina como “ejercicio de la espiritualidad” [¿?]… pero… ¿Puede ser espiritualidad seria y genuina aquella que evita la aventura y el camino del autoconocimiento? Sin autoconocimiento ¿es relevante, trascendente o sublime, cualquier conocimiento o poder que tengamos de la denominada espiritualidad?

Es obvio que cuando el ser humano despierta a las interrogantes de la vida se encuentra con la mochila de miserias humanas sobre sus hombros, pero ¿las indagamos, las encaramos y averiguamos sus raíces para trascenderlas o las dejamos en un rincón olvidadas mediante el “ejercicio de nuestra particular técnica y creencia espiritual”?

Innegablemente no es “espiritual” el esconder nuestras miserias humanas [celos, vanidad, arrogancia, orgullo, egoísmo, violencia, avaricia, odio, rencor, ambición, temor] detrás de una creencia, una doctrina, técnica o ejercicio espiritual, poderes psíquicos, intelectuales o de un líder. Ello no es espiritual ni espiritualidad, es el ejercicio de nuestra mediocridad y cobardía escondida detrás de grandilocuente y nobles causas, de manera que a lo máximo que se puede aspirar, bajo estas circunstancias, no es precisamente a la iluminación sino al simulacro y a una bella decoración llamada “practica espiritual”. Nuestro temor y cobardía nos arrastra a depositar toda nuestra fe y esperanza en creencias, doctrinas, dogmas o lideres, con la finalidad de que ellos se hagan cargo de nuestras miserias y como consecuencia salven nuestras vidas, o sea, elegimos ser seres de cuarta calaña por conformismo para no hacernos cargo de nuestra propia vida.

El ser un buscador de la Verdad, de Dios, de la Comprensión de la Vida, el transitar por el camino espiritual, no significa que en un principio no se tenga que transitar por él con nuestras miserias humanas a cuestas. Justamente uno ingresa en dicho camino con la finalidad de trascenderlas, pero ¿usamos la espiritualidad, sus técnicas, sus métodos, su filosofía, para ahondar en nosotros mismos y conocer las raíces que nos atan a la esclavitud de dichas miserias? O a cambio ¿transitamos por el camino de la vida practicando alguna técnica espiritual o sometiéndonos a alguna creencia religiosa evitando introducirnos en nosotros mismos? El trascender nuestras miserias humanas se lo denomina como “el quiebre de la mente común” “el rompimiento de la cabeza”, “el haber llegado” pero ¿Cómo llegaremos, como trascenderemos nuestro mundo interior con todas sus miserias si no ahondamos, si no nos zambullimos en el autoconocimiento? Es obvio que aquel que ha negociado su ingreso en el paraíso después de esta vida, no necesita trascender ni preocuparse por su miserable vida, ya que lo recibirán sea como sea y de cualquier manera. Pero ellos son la excepción (se autoconsideran los elegidos), de suerte que por ahora sigamos tratando de dilucidar lo que es espiritualidad para nosotros los seres humanos vulgares.

Como seres humanos comunes, es indiscutible que debemos hacernos responsables por nuestras vidas y encarar los avatares del vivir cotidiano con la mayor lucidez posible, de forma que se hace imprescindible la meditación como herramienta de autoconocimiento, puesto que tener la cabeza llena de conocimiento ajeno y ninguno propio, no nos diferencia en nada de un vulgar reproductor de audio, en otras palabras, el único valor que tienen cada una de las técnicas espirituales es que nos ayuden a conocernos a nosotros mismos. No tiene sentido espiritual una técnica que solo se dedica a desarrollar habilidades o poderes psíquicos, puesto que el despertar de estos poderes en el ser humano lleno de miserias humanas, solo le ayudara a alimentar su arrogancia, su vanidad, lo cual significara sumergirlo en la ignorancia sin que lo perciba y ello innegablemente es la negación de la espiritualidad.

Toda espiritualidad que se encuentre divorciada de nosotros mismos es semejante a cuentos de hadas, o sea, información sobre hechos, sucesos, milagros, profecías, sensaciones o fenomenales experiencias espirituales de otros que terminaron convirtiéndose en extraordinarios seres que hoy ocupan los lugares privilegiados en el altar de Dios. Lo que no nos cuentan es como ellos supuestamente hicieron para llegar tan alto… ¡sí es que lo están! [¿?]… lo cual convierte al camino espiritual en mera literatura fantástica y de ficción. Generalmente a este tipo de espiritualidad le encuentran [entre sus adeptos] algún tipo de veracidad por que se halla matizada por experiencias sensorias menores, que dan a la mente la sensación pasajera de claridad y tranquilidad. Camino espiritual y su consecuente realización es tener una mente ausente de conflicto y confusiones las veinticuatro horas del día y la noche también, como dijo mi hermano Herminio, una mente libre que no se apoya en creencias, doctrina ni líder alguno, una mente que aprende sin sacar conclusiones de lo que experimenta, de modo que siempre se encuentra vacía y, por lo tanto, disponible para la próxima lección que la vida le presente; lección que se puede dar en el aspecto material, espiritual o intelectual del diario vivir.

Vale más una línea de conocimiento propio que un mamotreto de conocimiento ajeno. Se estudia sobre ángeles, arcángeles, espíritus, éxtasis, guías, santos, iluminaciones, maestros, profetas y profecías, mediunidad, símbolos, contenido de libros sagrados, esoterismo, meditación, yoga, alquimia, magia, etc., etc., pero no se dedica una línea ni un segundo al autoconocimiento, al conocerse así mismo. Se incita e invita a buscar fuera de nosotros mismos, mediante enseñanzas que solamente terminan sobornando y chantajeando la consciencia del buscador con promesas que le ofrecen la salvación “si se convierte en un fiel seguidor del gurú y del Mesías de turno”, en otras palabras, se nos enseña a depender y a obedecer, a dejar la responsabilidad de nuestra vida en manos de otro, de forma que vivimos a cuenta de que otro nos apruebe o desapruebe, lo cual es someterse a la evaluación permanente del juicio de la autoridad que hemos elegido para que determine nuestro avances, estancamientos o retrocesos en el camino espiritual. En definitiva, se nos enseña a creer en otro, pero no nos enseñan a tener fe en nosotros mismos con la finalidad de emanciparnos y liberarnos de cualquier cadena que signifique esclavitud.

Camino espiritual sin conocimiento propio, sin autoconocimiento, es como ensalada sin verduras, vale decir, puro nombre pero nada de contenido. Ver dentro de nuestra naturaleza es ver dentro del Reino de los Cielos Interior. Camino espiritual que no este señalizado hacia esa dirección es un camino virtual, diseñado en la computadora de la mente de un líder con ausencia de realización propia. Ver, buscar, indagar, cuestionar, observar, dudar, estar alerta, son los elementos con que cuenta el buscador para encontrar, descubrir y trascender su infierno personal anclado en su mente y sustentado por el contenido de su pensar.

Las técnicas espirituales, las cuales son un medio para alcanzar un fin: la iluminación, se convirtieron en un fin en si mismas cuando los adeptos con cualidad de lideres, pero que no habían alcanzado su propia autorrealización, su propio despertar, las divulgaron y las pusieron en practica, ofreciéndolas como mercancía garantizada de realización. De esta manera las técnicas espirituales quedaron huérfanas de sabiduría y, su múltiple ramificación termino creando más confusión que consuelo, mas ruido que silencio, mas anarquía que orden, más promesas que realización, más anuncios del fin de los tiempos que iluminación, de manera que los buscadores que adhirieron a ellas adquirieron ignorancia inconsciente por desconocer la diferencia existente entre técnica, método, doctrina, creencia y sabiduría-realización-iluminación. De suerte que el buscador fue puesto al servicio de la creencia, la técnica, de la doctrina y no éstas al servicio del buscador. Meditación, yoga, Reiki, magia, alquimia, esoterismo, mediunidad, artes marciales, oración, sanación, astrología, tarot, videncias, profecías, poderes sobrenaturales, milagros, pasaron a ser técnicas ausentes de sabiduría y mucho mas importante que el autoconocimiento, la iluminación, la realización, la conquista del Reino de los Cielos Interior. Así el buscador se convirtió en mero vehiculo para transportar confusión y complicación para si mismo y el mundo, puesto que su mente quedo envuelta en una infantil doctrina que ofrece, sin garantía alguna, esperanzas y promesas para después de muerto y ello es todo el consuelo con el cual se debe conformar durante todo su peregrinaje por esta vida, o sea, aposto que la existencia del reino de los Cielos que queda dentro nuestro, es mentira. Así la técnica dejo de ser una herramienta para conocerse a sí mismo y se termino transformando en una vaca sin tetas… o sea, nadie podrá alimentarse de ella, ni siquiera servirá para sacarle una gota de leche de muestra para conocer como era su alimento.

Toda y cualquier información ajena a nosotros mismo es conocimiento prestado, todo aprendizaje sobre nosotros mismos es sabiduría. Toda técnica que no tenga por finalidad y propósito la iluminación, es mera entretención, o sea, puede producir sensaciones y vibraciones espirituales en sus seguidores, pero no sabiduría, en otras palabras, termina por convertirse en meros consuelos vibratorios que fácilmente el adepto confunde con la genuina realización espiritual; la iluminación. Todo lo demás debe ser un incentivo para este objetivo, lo cual significa que debemos ser cuidadosos para no confundir estas sensaciones con el genuino despertar, que es a saber, nuestra entrevista con Dios… la iluminación.

Confundir las sensaciones espirituales, que se basan en vibraciones de tranquilidad, quietud y momentánea satisfacción, con la genuina espiritualidad, es encontrarse incapacitado (por destino, suerte o karma) para aprender lo que nos enseñan dichas vibraciones. Pero a cambio nos quedamos con los recuerdos de dichas sensaciones, de suerte que pasa a ser mas importante las sensaciones y los consecuentes recuerdos que las enseñanzas que ellas encierran: que todo lo desconocido adviene a nosotros cuando ceso el movimiento del pensar, cuando la mente esta en silencio, cuando la mente dejo de negociar, especular, ambicionar, lo cual trae como consecuencia una mente con ausencia de conflicto, confusión, dualidad, con absoluta transparencia y claridad en el pensar, sentir, percibir y hacer.

El adepto no sabe como llegar a esto, por tanto lo remplaza con la búsqueda permanente de dichas sensaciones que producen estas vibraciones, vale decir que, desea descubrir como conseguirlas para vivir cotidianamente en esos estados de satisfacción de forma permanente y eterna, pero lo que menos se le ocurre es que esos estados advienen a uno cuando la mente no se encuentra persiguiendo ningún logro, ninguna meta, ningún objetivo, o sea, cuando a cesado toda y cualquier ambición. El adepto al desconocer que el pensamiento llega a su fin cuando, por completo, la mente a dejado de ambicionar, tanto cosas materiales, intelectuales, como espirituales, o sea, cuando la mente no esta detrás de nada… de nada, lo que en la practica de la vida diaria se vive como trascendencia del miedo, entonces no le queda otra alternativa que busca efectos placenteros, gustosos, agradables y encantadores, en vez de buscarse a si mismo.

Ver que solo por miedo codiciamos, somos avarientos y ambiciosos, tenemos celos, envidia, violencia, egoísmo y que estas miserias retroalimentan el temor, es autoconocimiento; comprender este juego mental interior es sabiduría. La llamada espiritualidad que no conduce al ser humano a conocerse a si mismo, es mas bien el resultado que dio la ignorancia de los adeptos irrealizados que terminaron por convertir en imprescindible necesidad el tener discípulos a cualquier precio, de modo que negaron y escondieron premeditadamente la enseñanza que a estos le enseñaba a ser libres, de manera que esa auto-titulada espiritualidad no le quedo otra opción que sustentarse en las infantiles promesas, esperanzas, consuelos, amenazas, creencias, cultos adoraciones, dogmas, y el inevitable terrorismo espiritual basado en el chantaje de la consciencia, vale decir que, lo único que tiene de espiritual es el nombre y una sospechosa buena intención.

Vivimos en un mundo abarrotado de conocimiento, promesas, dogmas, esperanzas, creencias, doctrinas y teorías, es decir que para la dirección que fijemos la vista, veremos que todo el mundo “nos trata de enseñar en que pensar”, pero nadie nos invita a “saber como pensar, a pensar por nosotros mismos”, de modo que si esta no es la misión y el sentido de la espiritualidad, entonces todo esta perdido y la anécdota consiste en esperar el fin del mundo, puesto que al haber uniformitarismo en el pensar el ya desapareció, aunque éste ante nuestros ojos todos los días, puesto que la ignorancia ya se lo devoro con las mentes que son incapaces de emanciparse de la esclavitud impuesta por aquellos que nos incitan a creer y, por lo tanto, a saber en que pensar, evitando que pensemos por nosotros mismos, lo que significa que dichas organizaciones de espiritualidad les queda solo el nombre, en otras palabras, espiritualidad solo es el conocerse a si mismo, todo lo demás es simulacro de espiritualidad y decoración idealista.

SOBRE LA MEDITACIÓN

SOBRE LA MEDITACIÓN

Meditación es el estado superior de la oración, la oración es el silencio de la meditación en donde la iluminación y la realización de la sabiduría es: “Cuando ores, ingresa en tu cuarto y cierra la puerta porque tu Padre sabe lo que sucede en tu silencio sin que tu se lo digas”. Meditación es la consciencia sostenida por la comprensión durante las 24 horas del día. “Meditar” es la practica que se debe ejercitar para alcanzar esta cualidad de la mente. La “meditación” se hace natural cuando la práctica de “meditar” se establece en la consciencia como una forma de vida y del vivir cotidiano. La meditación es la medida de tu realización, de acuerdo al estado de tu mente, así será tu meditación, vale decir que la meditación es el termómetro que mide durante 24 horas la comprensión o la ignorancia de tu mente.

Meditar es la relación directa de uno con uno mismo, de uno con su mente: cierras los ojos y todo lo que sucede por dentro tuyo es tu responsabilidad, o sea, no tienes a nadie a quien culpar por ello; simplemente estas tú con todo tu contenido interior. “Eso es lo que eres”. Nos desagrada nuestro mundo interior y como la meditación no nos deja escapar de nuestro contenido interior, recurrimos al viejo truco de buscar culpables y la conclusión final obviamente es: “No me gusta la meditación”

La decisión de sentarse a meditar es el primer paso para hacernos cargo y responsables de nuestra vida. Como consecuencia de ello florece el tener fe en uno mismo.

Si solo supones, especulas, crees, y no cuestionas ni dudas de todo ello, jamás te liberaras de la mentira y la ignorancia, lo que equivale a decir que la esclavitud de tu vida estará centrada en tus reflexiones intelectuales falsas con sus conclusiones teológicas y filosóficas dogmáticas, que te imposibilitaran comprender que la realización espiritual es percepción-intuición sustentada en la experiencia, exenta de productos analíticos o de cualquier tipo de interpretación simbólica o intelectual, que produce el desespero de una mente insatisfecha y que se miente y se niega a conocerse así misma.

No hay técnica mas directa que la meditación para esta tarea, no hay técnica mas profunda que la meditación para penetrar lo insondable, no hay técnica mas intensa que la meditación para ahondar en la confusión propia, no hay técnica mas penetrante, aguda, acentuada y sagaz para comprender los misterios de la vida y de nuestro vivir que la meditación. Buscar, cuestionar, dudar, indagar, sospechar, investigar, averiguar, examinar, demandar, inspeccionar, escudriñar, son los elementos que debe usar el buscador para transitar el camino espiritual sin caer en falsas creencias de supuestas realizaciones.

La meditación, cuando se practica, nos agrade o no, estemos de acuerdo o no, produce una revolución total en nuestro interior, revolución que se hace necesaria debido a la ausencia de orden natural que existe en nosotros y en el mundo. La revolución que produce la meditación trae orden a la mente. Este orden que nace de la comprensión no es una mera rutina impuesta por coacciones o disciplinas impuestas. Todo orden debe nacer de la comprensión para que sea natural, pues el orden es algo vivo que no puede generarse por mera compulsión moralista o especulación intelectual doctrinaria, ideológicas, o conducta reprimida.

Desde el momento en que podamos comprender lo que es el desorden, se producirá como consecuencia el orden natural. Este orden natural nace del conocimiento de uno mismo, puesto que la comprensión de sí mismo es el principio de la sabiduría, ya que la sabiduría no se encuentra en los libros, ni en la conclusión de una experiencia, ni en el seguir a otro. La sabiduría acontece en la mente que se esta comprendiendo así misma. Y es aquí donde debemos tener cuidado con la falsa comprensión puesto que no es lo mismo “adquirir” conocimiento sobre uno mismo (quien fuimos en la reencarnación pasada, que misión se tiene en la tierra, cual es nuestro destino, etc.) que “aprender” sobre uno mismo. El adquirir conocimiento acerca de si mismo es acumulación de información bajo la cual empezara a actuar, pero el aprender no es acumulación, es mantenerse en la observación al paso de la acción misma, por lo tanto, no hay residuo en su aprender, sino que esta siempre aprendiendo.

La meditación entonces, no es una formula repetitiva de matras sagrados, de respiración acompasada, de sentarse en cierta postura practicando un estado de concentración; porque todas esas cosas son absoluta y totalmente mecánicas y obviamente que se contradicen con la meditación pues ella es algo vivo. La meditación no es el control del pensamiento porque cuando se intenta controlar el pensamiento solo se genera conflicto en la mente, vale decir que meditación es la consciencia absoluta de todo cuanto sucede tanto interior como exteriormente.

Hay en la espiritualidad un dicho, según el cual “la realización original es una práctica maravillosa”. El sentido de esta frase es que no hay que hacer esfuerzo, ni discriminación, ni distinción, entre el acto de tomar consciencia del despertar de la espiritualidad, o sea, la iluminación y la meditación y la acción. La suposición generalizada que existe es que la práctica de la espiritualidad es un medio cuyo fin es el despertar, no es así. En realidad la practica de la espiritualidad no es una verdadera practica en tanto tenga un fin en vista y, cuando no tiene en vista ningún fin, es el despertar: vale decir, la vida autosuficiente, sin objetivo, del eterno ahora, eso es el despertar. “Practicar con un fin en vista es tener puesto un ojo en la practica y otro en el fin, lo cual equivale a falta de comprensión y sinceridad”. Para decirlo de otra manera; no se practica la espiritualidad para convertirse en Cristo, Iluminado o Budha; se la practica porque uno ya es Cristo, Iluminado, Budha desde el comienzo, y esta “Realización Original” es el punto de partida de la vida espiritual. La realización original es el “cuerpo” y la practica maravillosa es el “uso”, los cuales corresponden respectivamente a la sabiduría y el amor, que es la compasiva actividad del iluminado despierto en el mundo del nacer y el morir.

El arte de la meditación es particularmente difícil, por no decir imposible, “para aquellos que han desarrollado el intelecto sensitivo hasta el extremo de no poder dejar de hacer predicciones acerca del futuro, y por tanto tienen que estar en continua actividad mental para anticiparse a ellas”. Pero es innegable, que ser incapaz de quedarse sentado y atento con la mente en reposo, es equivalente a ser incapaz de experimentar plenamente el mundo en que vivimos, el vivir y la vida, porque uno no conoce el mundo, sólo pensamos en él y he intentamos hacer algo en él, pero para ello uno necesita primero del orden interno, lo que significa experimentarlo directamente y prolongar dicho aprendizaje sin sacar conclusiones apresuradas.

La importancia de la meditación se hace evidente y manifiesta cuando nos enfrentamos a la realidad y recordamos que para comprender el vivir debemos verlo “tal cual es”, lo debemos ver “como es”, debemos ver la realidad “en su ser así”. “Para ver el mundo tal como es concretamente, no dividido por categorias, abstracciones, dogmas, doctrinas o creencias, hay que mirarlo con una mente que no piensa acerca de él, vale decir, que no forja símbolos, conclusiones ni teorías”. Por lo tanto, “Meditación no significa sentarse para obtener una mente en blanco que excluya todas las impresiones de los sentidos internos y externos, no es la Concentración en el sentido corriente de restringir la atención a un punto luminoso o a la punta de la nariz; Meditación es sencillamente, una quieta consciencia sin comentario de todo o cualquier cosa que pase aquí y ahora. Esta consciencia va acompañada de una sensación muy vivida de “no-diferencia” entre uno mismo y el mundo exterior, entre la mente y sus contenidos: los diferentes sonidos, formas, colores y de cualquier impresión del mundo circundante. Naturalmente esta sensación no surge porque tratemos de obtenerla; viene SOLA cuando estamos sentados, parados o acostados, pero atentos sin ningún propósito en nuestra mente, ni siquiera el propósito de liberarnos de los propositos”.

En la meditación no hay que pensar ni en la búsqueda de la iluminación ni en evitar el karma, ni en esforzarse por nada futuro. Si viene la vida, es la vida; si viene la muerte, es la muerte, no hay ninguna razón para estar bajo el control de ellas, simplemente no deposites en ellas ninguna esperanza, puesto que esta vida y esta muerte son la vida en su esencia, vale decir que, si tratas de rechazarlas negándolas o luchando contra ellas, pierdes la vida y la esencia.

Todo el tiempo, pasado, presente y futuro, están en tu cuerpo aquí-ahora. El pasado existe en tu memoria y el futuro en su anticipación, “y ambos son ahora, lo cual es el presente”, pues cuando se considera el mundo directamente y con claridad en el pensar, no se encuentra por ninguna parte ni el pasado ni el futuro. De modo que meditación e iluminación en realidad designan la manera repentina de percepción-intuición de ver en el interior de cualquier cosa, ya sea recordar un nombre olvidado o entender los principios y misterios mas profundos de la vida aquí-ahora, vale decir, iluminación y meditación son el presente en acción.

Cuando la meditación cumple su cometido, el despertar que es iluminación, casi necesariamente acarrea una sensación de alivio porque pone fin al inevitable calambre mental de tratar de apresar la mente con la mente, lo cual a su vez engendra la arrogancia y la ambición con todos sus conflictos, defensas y confusiones. Con el tiempo la sensación de alivio va desapareciendo, pero no el despertar; a menos que se lo haya confundido con la sensación de alivio y se haya “intentado explotarlo cayendo en éxtasis”. De manera que el despertar de la meditación solo por accidente, es agradable o extático, y solo al principio constituye una experiencia de intensa liberación emocional. “Pero en sí no es mas que la “cesación” de un uso artificial y absurdo de la mente”. Por encima y más allá de ello es -nada-especial- “pues el contenido último de la iluminación nunca es un particular objeto de conocimiento o experiencia”.

Lo que la meditación no deja lugar a duda es lo que real, sustancial y fundamentalmente somos, y ello no será nunca objeto de conocimiento claro, final, precisó y exacto, puesto que lo que podemos conocer -la vida y la muerte, la luz y las tinieblas, lo sólido y lo vacío- serán los aspectos relativos de algo tan inconcebible como el color del espacio. Iluminación, despertar, meditación, no significan conocer que es la realidad; despertar significa saber lo que la realidad no es. Es dejar de identificarnos con cualquier objeto de conocimiento. Así como cualquier afirmación acerca de la substancia o energía básica de la realidad resulta absurda, así también cualquier afirmación referente a lo que “yo soy” en esencia o en las raíces de mi ser, es el colmo de lo absurdo y la tontería. El auto-engaño es la falsa premisa en que arraiga el sentido común, es la ignorancia del ser humano y su tácito supuesto de que él “es algo”, como también es falsa la premisa “no soy nada”, puesto que algo y nada, ser y no ser, son conceptos relativos y corresponden a lo conocido.

Las divisiones realizadas por la constante comparación nos lleva a ver la vida en blanco o negro, como buena o mala, como justa o injusta, pero como dicha visión se sujeta y obedece a nuestros variados y múltiples intereses, no tiene objetividad ni veracidad alguna, lo cual torna a la consciencia en parcial, ciega y limitada, sin darle opción de ver el mundo y la vida de forma holística, total, sin identificación y, por tanto, sin apego alguno. Cuando solo vemos, observamos, sin juzgar, se presenta ante nosotros esa consciencia holística que solo refleja los hechos; y ello es meditación-sabiduría. Ver el contenido total de la consciencia es meditación, independientemente de nuestro juicio sobre ella: pura-impura, buena-mala, virtuosa-desvirtuada, sabia-ignorante, tranquila-perturbada. Ello solo es el consuelo que brinda la ignorancia a una mente que no es capaz de ver que “no sabe”, y que desde esa ignorancia evalúa, analiza y juzga, en otras palabras, ver es meditación, sea lo que sea que veamos. La ausencia de juicio, “no juzguéis”, es sabiduría. Cuando no se comprende algo y por ello no se juzga, comprendemos que no comprendemos y ello es comprensión de la sabiduría.

Ver sin análisis de lo visto es meditación, de modo que el solo acto de mirar sin juicio posterior es sabiduría. Todo juicio encasilla a la mente en el punto de vista que brota de dicho análisis, con el cual posteriormente nos identificamos e inconscientemente quedamos presos a él. Dicha visión no es visión alguna, puesto que se a dejado de observar para adquirir el análisis como remplazo de lo visto, lo cual termina dividiendo tanto interior como exteriormente al ser humano.

Meditación es consciencia, meditación es ver el contenido de dicha consciencia [consciencia es el contenido de la memoria, la información guardada en ella]. Meditación es el espejo que refleja a la consciencia tal cual ella es, su contenido y su estado. La importancia que le damos al contenido es lo que determina nuestros estados de animo; sentimentales, emocionales, intelectuales, etc., y dichos estados son los que nos hacen pensar en buscar una salida con la finalidad de modificarlos, perfeccionarlos o simplemente argumentarlos. El deseo de cambiar el estado de consciencia lleva a suponer que, aquello que pensamos debe ser reemplazado por un tipo de pensamiento más puro, más transparente, más positivo, lo cual como consecuencia cambiara el estado de consciencia que nos desagrada, que nos perturba. Es innegable que esta creencia se sustenta en una simple deducción que auto-considera que el problema no es la ausencia de comprensión sino el tipo de pensamiento que contiene la consciencia.

La ausencia de percepción priva al ser humano de la comprensión que revela que el contenido de la consciencia no es ningún problema, sino que dicho problema radica en las categorías y los valores que él le adjudica y acepta como puros o impuros, como buenos o malos, etc.

El común de los seres humanos auto-considera que sus caracterizaciones, categorías y valores, que le asignan al contenido de su consciencia, no solo son los correctos sino que también los verdaderos. Estas auto-consideraciones no hacen feliz ni le dan paz, pero a pesar de ello, nadie se los cuestiona como la fuente de su confusión y conflicto, de modo que es solo la meditación, al hacer despertar la percepción-intuición, quien puede descubrir la falsedad de nuestras auto-consideraciones. Caracterizar y definir la consciencia correcta, es como decidir si el agua es húmeda. De manera que quien categoriza ignora que no existe consciencia correcta o incorrecta, existe solo la consciencia, que cuando tiene un punto de vista falso sobre la necesidad de valoración, se analiza así misma juzgándose como adecuada o inadecuada. Este punto de vista falso necesita y hace imprescindible el categorizar para sentirse seguro, pero ello obviamente no es verdadero ni correcto, puesto que la consciencia se juzga a si misma desde el propio contenido que ella posee.

Creer que existe una consciencia correcta y que tal consciencia debe ser de una determinada manera -y no de otra- es nada mas que el deseo de la arrogancia y la vanidad buscando y pretendiendo ser reconocidas como socialmente correcta, pues para ellas no se trata de comprender sino de aparentar. La consciencia correcta no existe en la medida que esta sometida al juicio, la apreciación, evaluación, calificación, valoración y el dictamen de un mundo discriminatorio y a las mentes dualistas.

La meditación muestra la consciencia tal cual es y dicha consciencia no contiene nada de bueno o malo, correcto o incorrecto, pureza o impureza, sano o insano, simplemente es la consciencia y su contenido. La meditación refleja dicho contenido, no a la consciencia (el envase) como tal, ya que la consciencia es su contenido y el contenido es la consciencia, de manera que el meditador debe practicar la observación, sin juicio alguno, sobre dicho contenido con la finalidad de comprender lo absurdo, intrascendente y el sin sentido de las ideas, creencias, dogmas, doctrinas, lideres y teorías a las cuales esta apegado.

Ver y conocer nuestro mundo interior es “observar para conocer el contenido de nuestra consciencia”, puesto que conocer el contenido de nuestra consciencia es “conocernos a nosotros mismos” y esto es el único fin y sentido de la meditación y la espiritualidad. Espiritualidad y meditación sin el propósito de conocerse así mismo es equivalente a ensalada sin vinagre, aceite ni sal, vale decir, con sabor a nada. “vosotros soy la sal de la tierra” si la sal se desvirtúa “con que os daréis sabor a la vida y a vuestras vidas”. Espiritualidad sin conocerse así mismo es como ciego describiendo colores. Meditación es conocerse así mismo, conocerse así mismo es iluminación, “conociéndose es como uno se encuentra, encontrándose es como uno resucita a la vida”. Después de este conocimiento propio uno esta en condiciones de ayudar a los demás y al mundo, antes de ello es simplemente un propagandístico y hueco discurso intelectualoide sobre la vida, la verdad, la espiritualidad y el camino a recorrer. Sin realización propia ¿Cómo puedes ayudar a los demás?

LA SABIDURIA DE LOS LIRIOS DEL CAMPO

LA SABIDURÍA DE LOS LIRIOS DEL CAMPO

Después de alcanzar una intuición de la Verdad del Reino de los Cielos Interior, vale decir, de la espiritualidad, la sabiduría se apodera de la mente y la acción de ella se refleja en el despertar de la inteligencia y por lo tanto en las actividades del vivir cotidiano.

Cuando la mente comprende vive desde el mundo interior hacia el exterior; cuando la mente no-comprende vive en y para el mundo exterior. El logro de la percepción de la Verdad del Reino de los Cielos Interior, lleva a la mente a vivir desde el interior hacia el exterior. La no percepción de esta verdad mantiene a la mente en el mundo de los sentidos: deseos, vanidades, ambiciones, ilusiones, codicias, celos, envidias, sueños y esperanzas, es decir, en el mundo del relativismo hegeliano, de la dualidad, de la contradicción, de la comparación y del interminable intelectualismo analítico, o sea, la aprisiona -exclusivamente- al mundo exterior.

La mente que vive para el mundo exterior, cuando decide buscar otro punto de vista, cansada de su propia visión de las cosas, se hace consciente de su insatisfacción y sufrimiento, y ello la lleva a considerar que antes de introducirse en el mundo espiritual sufría menos y como persona era mejor. Es evidente que esta auto-consideración es completamente falsa, puesto que lo único desigual, diferente y distinto, a su estado anterior, consiste en que antes era inconsciente de su desdicha y la causa que la provoca, que es a saber, su mente.

Vivir en el mundo interior es vivir en y desde la inmentalidad, ¿Qué es vivir en la inmentalidad? Es vivir sin pensar en el Reino de los Cielos, es no pensar en la iluminación, en la espiritualidad, en logro o realización alguna. Esta inmentalidad no es otra que la Sabiduría. Quienes ven dentro de la inmentalidad tienen una realización decisiva y decidida, puesto que quedan tan solidamente inconmovibles que se asemejan a La Espada de la Ley. Vivir en y desde la inmentalidad no es para el hombre común, pero cuando el hombre común busca la Verdad, Dios, la Iluminación, la Comprensión, la Sabiduría, el Reino de los Cielos, o como se quiera denominar el encontrarse con su mundo interior, deja de ser un hombre común.

Para el ser humano común la inmentalidad es algo inconcebible puesto que no conoce siquiera su mente consciente. Para la mente común es inconcebible que exista un lazo que una la mente común con la inmentalidad. Dicho lazo es la sabiduría, de modo que para descubrir y lograr este estado el auto-conocimiento debe ser una ejercitación práctica porque dicha vivencia desde la inmentalidad debe formular afirmaciones que estén afincadas en la expresión directa de la experiencia sin ninguna expresión intelectiva ni metafísica.

El punto de vista específico es lo que le permite al pensamiento establecer la mente en una morada fija. El establecimiento de la mente en un punto de vista especifico (puede ser político, social, filosófico, científico, religioso) que se basa en doctrinas, creencias o teorías, sujeta a la mente en la sensación de seguridad que ello da, pero a la vez la limita para ir mas allá de su contenido y es por esta limitación que el intelecto no puede tener una relación con la inmentalidad ni la percepción con la Realidad, la Verdad.

Es obvio que la Realidad es inextinguible y ello es la razón por la cual rehúsa exponerse ante el intelecto porque jamás puede agotarse, mientras que el intelecto es limitado y se agota en el contenido de la memoria, de forma que la Realidad para el intelecto pasa a ser el reino de lo incognoscible, pugnando permanentemente por penetrar.

Al no poder penetrar el intelecto en este mundo, la mente recurre a la imaginación, pues ese mundo es intelectualmente brumoso, pero más o menos satisfactorio para la imaginación, vale decir que este mundo de la Realidad, incognoscible para el intelecto, se convierte en niebla mística, por lo que el acertijo de la realidad en el laberinto de la mente, sigue eternamente sin resolver.

La imposibilidad del intelecto para penetrar los misterios insondables de la Naturaleza de la Vida y del vivir, terminan por alimentar y engrandecer a la impotencia, de manera que la mente termina siendo una observadora de cómo los cuestionamientos sobre la existencia, encierran al intelecto y se da rienda suelta a la imaginación. Esta imaginación no tiene un cronograma obsesivo, obsecuente, estructurado o mecánico, como el intelecto con sus puntos de vista, de suerte que ello indica la saga de percepciones despistadas, disparatadas e inexactas que surgen, puesto que es inevitable que ante cada percepción que brote no este acoplada a ella el intelecto interpretando, lo cual termina por confundirla.

Este nuevo estado de la mente, a la vez que la confunde más, también la convence que sabe más [¿?] con lo que inconcientemente alimenta y agranda su arrogancia alejándola cada vez mas de su morada original. ¿Dónde esta la morada del Cristo? Es obvio y elemental saber que no se trata de la dirección de donde vive Jesús hoy día sino ¿donde se encuentra tu Esencia ahora? Es axiomático que ante esta pregunta el intelecto no intente y salte a responderla automática y mecánicamente, pero indiscutiblemente es el propio intelecto quien imposibilita ver y vivir la experiencia de la Esencia Original, del Reino de los Cielos Interior.

La ausencia de comprensión lleva al ser humano a tratar todo exteriormente y el intelecto solo se puede ocupar de ese lado de la vida, de modo que anhela cosas que cree que las puede conseguir pero que no sabe que esta imposibilitado para hacerlo, realizarlo, porque la falta de comprensión, inteligencia, vale decir de sabiduría le imposibilita ir mas allá de sus propios limites.

Siete son las cualidades que se deben portar para llegar al logro de la iluminación: Sabiduría, Pobreza, Caridad, Dignidad, Paciencia, Constancia y Meditación. Pero la sabiduría es el principal rector de las otras seis, puesto que sin sabiduría las otras cualidades son incapaces de Saber por sí a que están sujetas, ni a que tienden, ni hacia donde van, vale decir, que no pueden encontrar el destino ni la morada final de la espiritualidad: la Realidad, la Iluminación, la Naturaleza Original, el Reino de los Cielos, el Nirvana; porque no tienen ojo alguno que pueda reconocer a lo inconmensurable, la omnisciencia, lo omnisciente, lo sagrado, de modo que todos sus esfuerzos son en vano sin el liderazgo de la sabiduría.

La Sabiduría es el ojo que examina con perfecta claridad todo el campo de la Vida Espiritual y determina los pasos a seguir para alcanzar La Realización Suprema, el Cáliz Divino, la Embriagues Dionisíaca, el Santo Grial, la Gracia Divina, la Inocencia de un Niño. La Sabiduría se parece a la tierra, la cual hace posible que se desarrolle la naturaleza, la vegetación, las plantas y crezcan los alimentos. Pueden estar todas las condiciones para que la semilla crezca, pero sin la tierra, la semilla no crecerá jamás. De igual manera, sin la sabiduría las demás cualidades perderán por completo su potencialidad, no habrá vida en ellas, se convertirán a lo mucho en habito, costumbre, técnica, doctrina o moralismo barato.

La sabiduría da al hombre el vuelo de la paloma celestial, el vuelo del águila solar, que va desde la tierra al cielo y cuando desea volver lo hace. Pero el buscador que tiene las seis cualidades pero no la sabiduría, tiene las alas cortadas, de modo que todos sus esfuerzos por volar hacia lo inconmensurable llegan a nada. El buscador sin la sabiduría se parece a un barco que perdió a su capitán y la brújula. La sabiduría es la madre de la iluminación, pues nos revela la Verdad de todas las cosas y nos ilumina por encima de todas las acciones y anhelos. La sabiduría es la madre y la progenitora de todos los Cristos, Budas, e Iluminados, de forma que la sabiduría es la iluminación, es el Reino de los Cielos, vale decir que la sabiduría es la percepción directa de lo que eres en esencia y la comprensión instantánea [sin ningún intermediario interior o exterior] de lo Incognoscible, lo Insondable, lo Absoluto.

La ambición efectúa los primeros movimientos hacia el ideal que supone el objeto a ser alcanzado, sin embargo, cuando éste es atrapado, la ambición ya a sido dejada de lado, de modo que quien se apodera del objeto y el objeto atrapado se convierten en una sola cosa; se acaba el dualismo, cesa la contradicción, se diluyen las esperanzas y desaparece toda ilusión y, a continuación hay un estado de Identidad Perfecta que se conoce como Iluminación.

Pareciera que la sabiduría se divide o se contradice a fin de verse, iniciando así un estado de dualidad tal como el pensador y el pensamiento, el vidente y lo visto, sujeto y objeto. Cuando el trabajo de verse se cumple, en la sabiduría no hay más dualidad. La sabiduría aquí es vista en la iluminación y la iluminación en la sabiduría. La Sabiduría ve por todos lados su propio nombre pero deletreados de diferente manera: Iluminación, Comprensión de la Vida, Gracia Divina, Reino de los Cielos, Nirvana y así ad-eternum. Vale decir que la sabiduría es ver dentro de la esencia de las cosas y que esas cosas toman importancia cuando nosotros se las damos, pero en esencia no tienen contenido intrínseco, o sea, son vacías por naturaleza y, al tener esta experiencia de ver así las cosas, alcanzamos el limite de la realidad, lo que significa traspasar el limite de la mente común del entendimiento humano.

La virtud de la sabiduría es el no-apego y ello hace que vea al mundo como es, es decir que para la sabiduría conocer al mundo es conocer el espíritu humano y su accionar y eso hace que las cuestiones metafísicas también sean cuestiones normales, comunes e iluminativas, de manera tal que solo viendo el mundo tal cual es no hay engaño ni superstición, ni creencia ni dogma.

El Cristo nació después de la Sabiduría, la Sabiduría dio nacimiento al Cristo; esto significa: que la sabiduría del Cristo es el Cristo hecho Sabiduría, o sea, es la Sabiduría hecha carne caminando por la calle, y por lo tanto la naturaleza cristica es común a todos los seres humanos siendo dicha naturaleza la que nos hace hijos de Dios; aunque sean inagotables las diferencias entre todos los seres de carácter, forma, personalidad, función, respuestas, valor moral y espiritualidad; pero es la Sabiduría del Cristo lo que permite penetrar las superficialidades de la mente humana, para ver y reconocer que en esencia todas son y no contienen auto-sustancia de apego, de ilusión, de dualidad, de discriminación. Esto se describe como ver todas las cosas en un aspecto de esencia medular, donde las pluralidades de cualquier apariencia se desvanecen, pues se revelan tal como son bajo la luz de la sabiduría.

La sabiduría es el único nexo real y posible que existe entre el ser humano y lo desconocido, por tanto, cuando el ser humano ve las cosas a través de la ambición, las ve a través del velo de su propia dualidad, conflicto, contradicción y confusión, es decir que solo vive y existe en el mundo de las multiplicidades y relatividades, pero desconoce la otra dimensión de la vida y ello es su limitación, pues hasta tanto no se despierte la inteligencia en él no tendrá nexo alguno con la Esencia Medular de lo desconocido y ello es como estar ciego, el cual describe cosas que otros le contaron.

La sabiduría no tiene lugar de morada particular donde pueda ubicarse sus características o cualidades secundarias, lo que significa que no han de percibirse funcionando de cierta manera especifica en el tiempo que pueda analizarse o juzgarse puesto que tampoco moran en el tiempo; pasado, presente o futuro, pues no están sujetas a discriminación alguna ni tienen características particulares que el intelecto pueda interpretar o entender, de manera que, tratar de captar la sabiduría eruditamente con el intelecto es tarea vana.

Antas de que florezca la sabiduría en la mente, el Reino de los Cielos es el reino de los infiernos y es este reino infernal que es transformado en Reino de los Cielos por el despertar de la Sabiduría. El Reino de los Cielos esta más allá de todo apego, cosa, persona o pensamiento, es decir, esta más allá del mundo de pluralidades, aflicciones y sufrimientos y más allá de la cadena infinita de dependencias. En el reino infernal no hay nada perfectamente simple, todo esta destinado a la desdicha y descomposición final. Las cosas pertenecientes al mundo del pensamiento puede ser que parezcan que no están sujetas a la disolución, pues parecen existir como unidad, que pueden retener su forma, ser ellas mismas, pero no hay nada en la realidad que les de dicha existencia y, en la practica del diario vivir terminan dispersándose, de suerte que lo único que transforma en unidad al disperso reino infernal es la sabiduría a partir de lo cual es Reino de los Cielos.

La sabiduría no es algo que el intelecto pueda alcanzar, cultivar, memorizar, acumular, poseer, porque no consiste en un compendio de enseñanzas específicas, particulares, ni tampoco es una disciplina o técnica, como tampoco es alguna materia intelectiva resumida en algún libro sagrado que sirvan para tal fin. En libros religiosos podemos encontrar “cosas, dichos o sermones sabios” pero no a la sabiduría como tal.

Este mundo de materia y pensamiento esta compuesto de cinco elementos; forma, sensación, pensamiento, conformación y consciencia. La mente se adhiere a ellas cuando las considera realidades finales. La percepción de esta situación es la relación de la Sabiduría con la ilusión. Cuando la sabiduría capta la ilusión, no permite que ésta, en ninguna de sus formas, se adhiera a la mente, pero para llegar a ello aprender, observar y meditar sobre como nos mentimos a nosotros mismos y alimentamos ilusiones. Vale decir, que al ser estos cinco componentes más los seis sentidos, lo que constituye el estado del iluminado, el camino de la espiritualidad para llegar es: la atención permanente en la ilusión y el auto-engaño, lo cual debe tomarse como una forma de entregarse a la voluntad del Padre, lo que significa en la practica del diario vivir, entregarse a ese examen tedioso pero imprescindible de adiestrarse, educarse, disciplinarse, instruirse y afinarse en la observación y el alerta de la mente y su contenido, lo cual es enseñarse así mismo como aceptamos a la ilusión y a la mentira, como si fueran verdad.

El ejercitarse en este auto-conocimiento de vernos tal cual somos, desechando por completo el como deberíamos ser, descifrando y comprendiendo a cada instante que no es lo mismo como somos que, lo que somos en esencia, produce automática e involuntariamente “el amaestramiento” sobre la observación de la mente, del pensar y, por tanto, del contenido real de nuestro mundo interior. Esto es equivalente a decir que el Buscador se consagra como iluminado en la mentira y al estar libre de ella empieza a ver las cosas como son. La ilusión no lo puede engañar mas.

Otra de las tantas paradojas que tiene la búsqueda, es que salimos ha buscar la verdad pero para llegar a ella primero tenemos que descubrir como nos mentimos a nosotros mismos, vale decir que tenemos que comenzar por darnos cuenta de que para conocer la verdad primero tenemos que conocer la mentira particular de cada uno y, por lo tanto, develar nuestras mentiras, observarlas, indagar sobre ellas, estar atento a ellas y finalmente descubrirlas, desecharlas y comprender sin juzgarlas. Irrisorio ¿verdad? Tener que especializarse en la mentira para llegar a la Verdad.

La verdad no puede ser encontrada por una mente que se miente así misma, pues cree en mentiras que ella misma invento, además de aceptar mentiras de otros, con la exclusiva condición que sean de su conveniencia, en otra palabras, la mente que se encuentra atiborrada de mentiras, no puede encontrar la verdad hasta tanto no las abandone y deje de creer en ellas, porque es imposible y absurdo que puedan coexistir en el mismo lugar o en cualquier lugar (mente, sociedad, etc.) la mentira y la verdad.

La mentira no esta en la esclavitud de la Mente ni liberada de ella, es decir que el pensar (intelecto) cuando las desarrolla y las acepta las transforma en contenido de la mente pero, no son de la Mente. De igual manera, la verdad no esta ni en la esclavitud de la Mente ni liberada de ella, es decir: nada en la Mente pertenece a la Mente, por lo tanto, LA MENTE NUNCA SE LIBERA DE NADA, PUES NO TIENE DE QUE LIBERARSE. Debido a esto la Mente vive en la no-realidad, porque para ella no hay esclavitud ni liberación, ni apego ni emancipación. Aquellos seres que realizan, consuman y plasman esto, moran realmente en la sabiduría del Reino de los Cielos y son el ejemplo vivo de la sabiduría de los lirios del campo: exhalan perfume sin exigir que otros lo huelan porque esa es su naturaleza y, quien desea oler es libre de hacerlo, nada le pedirán a cambio.

Desde la visión de esta Mente; Cristos, Budas, Mesías, Reino de los Cielos, Iluminados, Divinidad, son meros nombres que se utilizan para podernos comunicar entre nosotros, pues el origen y destino de estos nombres no es indicable ni señalable de modo alguno, lo cual hace que estén más allá de toda predica y creencia, ya que son como el espacio vacío que no es obtruible por nada, lo que significa que rehúsan cualquier predicado y que es solo la Sabiduría quien puede hacer vivir estos estados… sin nombre.

La sabiduría es los lirios del campo en acción, vale decir, la inteligencia actuando en el diario vivir y en cualquier circunstancia. Nuestro mundo no es mas que un ingenuo realismo. El mundo interior del hombre esta compuesto por pensamientos, sentimientos y sensaciones, el cual es gobernado por el dueto arrogancia-ambición, individualmente aislado de los demás, de forma que una de las mejores maneras de descubrir y destruir este ingenuo realismo, es ver todas las cosas como ilusión, para no apegarse a ninguna de ellas. Comprender la ilusión de lo impermanente y que el concepto dualista de la mente; santo-pecador, bueno-malo, interior-exterior, etc., es nada mas que visión particular, entonces para alcanzar la Visión Real de la Existencia es necesario el despertar de la inteligencia, o sea, de la sabiduría.

Este mundo de pensamiento, sentimiento y sensaciones, deformado por la ambición y la arrogancia, desarrolla el deseo, la ilusión, los fanatismos y errados apasionamientos, los arrebatos y la violencia, los paroxismos y confusas emociones, todo lo cual entorpece y obstruye la actividad de la sabiduría. Toda pasión siempre es unilateral y, por lo tanto, crea y alimenta todo tipo de apego, dependencia y amoldamiento, lo cual arrastra al ser humano a cometer acciones equivocadas y ello lo lleva a una interminable repetición de lo mismo. Es por tanto la percepción-intuición quien puede quien puede correr el velo de cuanta ilusión y mentira acepta el intelecto como si fuera verdad.

Todo, absolutamente todo carece de realidad sustancial, es decir, son meras apariencias, por lo tanto, han de considerarse como tales y sin considerarlo o agregarle valor alguno. Ahora bien, en lo que atañe a las apariencia es obvio que están ahí, y este no es un hecho para ignorar, pero en cuanto a apegarse a ellas como finalidad, esa es la ilusión, pues seria como querer atrapar a la luna que se refleja en el agua. La sabiduría es quien nos dice lo que vemos allí atrapado en el agua: esmero reflejo, de forma que no se puede atrapar. Lo que se debe tener en claro es que no se niega un mundo de apariencias, solo se niega la posibilidad de que ello pueda ser atrapado.

Entonces ¿Dónde se encuentra el fundamento de la sabiduría? No se encuentra en la lógica como común mente se cree, sino que se basa las percepciones-intuiciones. La sabiduría es una recolección ininterrumpida, un acopio permanente de percepciones-intuiciones. La sabiduría es un salto de la mente: desde la lógica hasta la inteligencia (sabiduría). Cuando nos enfrentamos a la vida sin esta experiencia, la vida misma se transforma en una masa confusa de hechos inteligibles sujetos a nuestras interpretaciones, capricho e intereses.

Toda interpretación que tengamos con nuestra mente común y corriente es la lógica funcionando desde su interpretación dualista de la existencia; bueno-malo, justo-injusto, etc. Este dualismo atraviesa todo nuestro pensamiento y, mientras aceptemos las condiciones del pensamiento, jamás podremos liberarnos de él.

La lógica común es un implemento y una de las funciones del intelecto más útil de nuestra vida practica, pues sin ella no podríamos elevarnos más allá del plano animal de existencia. La facultad que tenemos de formar conceptos es lo que nos ata en la experiencia cotidiana reiterativa y el consecuente enamoramiento de este poder, lo cual nos arrastra, lenta pero inexorablemente, a apartarnos de la fuente de nuestro ser, que además fue quien dio nacimiento a la capacidad de construir ideas y llevar a cabo el razonamiento abstracto. Desgraciadamente este enamoramiento da como resultado que empecemos a sentirnos incómodos con respecto a nosotros mismos, aunque estamos convencidos de la precisión, suspicacia y sutileza de nuestra lógica, albergamos en algún rincón de nuestro interior la sensación de insulsez, futilidad y trivialidad, que no podemos localizarla en nuestra lógica, porque la lógica en conjunto carece de un poder convincente final.

La esencia de nosotros mismos o lo que ocupa la parte mas profunda de nuestro ser requiere para ser descubierta, algo cabalmente no conceptual, algo inmediato y mucho mas penetrante que la mera intelectualidad, vale decir que toda la espiritualidad es el despertar de este sentido interior porque ello permite captar lo que es como es, y eso es Sabiduría.

Ver las cosas como son, sin interpretar, razonar, argumentar o argüir, porque ello es interpretar y como consecuencia deformar la cosa en sí, es el tópico de la mente común y el comienzo de la sabiduría (percepción-intuición) como líder de la mente, pues de aquí en mas la mente se aplicara a ver, observar, contemplar las cosas en sí y desechara el antiguo proceso de interferir en todo lo visto.

Esta posición de la sabiduría alcanzada por el despertar del sentido interior (percepción-intuición) es evidente que es inasequible para el intelecto, de modo que son inevitables las paradojas, por ello todos los eruditos se equivocan al querer identificar y dilucidar con su sistema hegeliano (tesis, anti-tesis y síntesis) los relatos de la experiencia religiosa-espiritual, para comprenderla.

Para entender y comprender verdaderamente los llamados libros sagrados, es indispensable el despertar de la iluminación. El despertar es el vuelco de la mente o el retorno al hogar, lo que significa: invertir el orden de nuestra perspectiva mental. Es obvio que la dialéctica hegeliana con su relatividad dualista imposibilita la penetración en el Reino de los Cielos y todo lo que abarca el mundo religioso-espiritual, porque para penetrar el mundo del espíritu se debe abandonar esta posición, ya que mientras la mente se apegue a este dualismo relativista, ello lo perseguirá a cada instante de su vivir y de ello no extraerá nada mas, vale decir, el relativismo contradictorio jamás se transformara en Reino de los Cielos. Por esto la sabiduría es completamente solitaria, como lo son los lirios del campo, son ellos y no se pueden confundir con otra flor, pero no es así el dualismo relativista, siempre esta acompañado por quien lo contradice o con quien compara.

La sabiduría oscurecida en los mas hondos recesos de la consciencia no puede ver lo que es como es, porque simplemente no intervienen, pues su lugar lo ocupa la lógica y el razonamiento relativista, por lo tanto, mientras no despierte exitosamente y pueda ver el otro lado de la realidad, que es ver la Realidad tal cual es, no hay escape de la esclavitud de la ignorancia y el sufrimiento.