6 feb 2009

OBEDIENCIA VS COMPRENSIÓN


El pensamiento ocupa la mente durante las 24 horas del día; eso es un hecho. La ocupa en divagues, ilusiones, deseos, suposiciones, obsesiones, culpas, juicios, ambiciones, especulaciones, condenas y extravagancias psicológicas varias y de todo genero; eso también es un hecho. El pensamiento se ocupa de crear opiniones, argumentos, puntos de vistas y una imagen psicológica-inmaterial perfecta que lo represente; eso también es un hecho. El pensamiento no le deja espacio al silencio; eso también es un hecho. El pensamiento parlotea sin cesar convenciendo al parloteador de que ello es la manera normal de vivir; eso también es un hecho. El pensamiento convence al pensador de la certeza y veracidad de lo que piensa; eso también es un hecho. De manera que el único hecho verdadero que queda demostrado con todo esto es que: tenemos mucho tiempo para perder el tiempo pensando en diversas y múltiples estupideces, sin sentidos, codicias, incongruencias, ridiculeces, fantasías e ingenuidades infantiles, lo que nos lleva a plantearnos ¿Por qué no usar ese tiempo y el pensamiento para cuestionar, indagar e investigar sobre la existencia, la vida el vivir o nuestra mente?

Confundimos los problemas que tiene la vida con que la vida es un problema. Cuando invertimos los roles y transformamos los problemas de la vida en la vida es un problema, obviamente que estamos en una profunda complicación con escasa posibilidades de solución.

Este enfoque arrastra al pensamiento a buscar constante distracción en las más diversas formas y ello inevitablemente alimenta la irreflexión, el divague, la dispersión, la insensatez y el infantilismo de la mente. En este mundo psíquico disperso el pensamiento surge como tabla de salvación para justificar todo con el fin de amortizar la vida nihilista, confusa y desdichada que ha creado. Para ello se esfuerza en inventar argumentos que sean lo mas irrefutablemente posibles, puesto que tiene que protegerse de los posibles hechos, evidencias y razones contrarias que sean capaces de trastocar, desmoronar o destruir su mundo ilusorio. El esfuerzo por evitar los temblores psicológicos que se pueden producir en la convivencia, le consumen tanta energía que se siente obligado a buscar distracción lo menos reflexiva posible con el fin de descansar de su mundo Disney World.

El pensamiento crea un mundo payaso y luego lo cuestiona, pero como cree ciegamente en los argumentos que ha inventado para defender ese mundo, no se le ocurre sospechar que su confusión, conflicto y consecuente insatisfacción, es a causa de que se encuentra total y absolutamente equivocado en la forma de abordar y encarar el mundo, la vida y el vivir. Observemos esto brevemente: Sí usted cree fuerte y ciegamente en algo ¿Lo cuestionaría? ¿Dudaría de ello? ¿Investigaría su veracidad? ¿Indagaría seriamente sin que el examen sea de acuerdo a su convicción? No lo haría ¿verdad?. Porque sí lo hace sabe que ello no solo desmonoraría y quebraría su mundo psicológico payaso, sino que también lo sepultaría, de manera que, al saber de esto y además al haber invertido todo su capital pensante, emocional y sentimentaloide en su creencia, en vez de enfrentar la mentira que es su creencia, mas se aferra a su convicción y construcción psicológica, a pesar de que ella no le da paz, felicidad, satisfacción, lucidez, ni comprensión. Usted se sigue quedando con ella a causa de que le brinda lo conocido: conflicto y confusión.

El pensamiento se aferra al conflicto y confusión porque es lo único que conoce y dentro de ese conflicto y confusión se mueve como pez en el agua. Pero todo ello no importa mucho porque usted sabe que siempre el pensamiento estará ahí para darle consuelo, esperanza y auto-compasión, entonces ¿para que cuestionar la causa de nuestra desdicha?

El pensamiento y el consecuente temor a cuestionar lo que se cree, lo someten a obedecer a la desdicha como forma de vida, y ello en la practica de la vida diaria lo lleva a convertirse en seguidor, o sea, en ser humano de segunda categoría. Adoras, idolatras, reverencias rindes culto a la personalidad del líder y te fanatizas, lo que te lleva a la defensa de dogma, doctrina, ideologías que otros han inventado, y te aferras a ella porque te as declarado voluntariamente discapacitado mental.

De ahí en más no le interesará comprender, solamente le seducirá el obedecer, sin posibilidades de percibir las consecuencias, que son a saber: jamás poder pensar por sí mismo, ser libre, exponer una idea que contradiga a tu líder o cualquier autoridad, emanciparte, negar y no aceptar lo que es falso, sometimiento a la estupidez de un superior sin poder discutirla, indagar y cuestionar lo que te enseñan como verdadero, dudar y discutir lo que el líder afirmo, deliberar y enfrentar abiertamente a cualquier autoridad frente a la practica del abuso de poder y etc., etc., etc.

El pensamiento crea o adopta su limitación y luego sugiere al sometido la necesidad imperiosa de ser libre. Pero el consecuente temor, que el mismo pensamiento a creado y alimentado en el esclavo, impiden la decisión de enfrentar el miedo que trae aparejado la posibilidad de la independencia psicológica del líder, de la doctrina, de la creencia. Liberarse del líder, de la doctrina, de la creencia, enfrentando, cuestionando, investigando e indagándola, requiere de mucha pasión y amor por a verdad; sea lo que la verdad sea. El problema que enfrenta el obediente seguidor es que hace mucho tiempo que él ya abandono la pasión y el amor por la verdad, y ello sucedió cuando decidió entregar toda la responsabilidad de su vida a la autoridad, al líder, al caudillo, al gurú, quien es además quien lo aprueba o desaprueba, y se le concede ese derecho porque además… lo salvara.

El negocio psicológico que presupone estar salvado de antemano por otro, es consecuencia de haberle dado autoridad al pensamiento con categoría de sabio; él nos indica -como buena lumbrera- a quien tenemos que seguir. Lo conveniente, provechoso, tentador, ventajosos, favorable y lucrativo psicológicamente de este negocio, es la agradable comodidad donde podemos descansar, ya que la responsabilidad de nuestra vida y nuestra salvación póstuma, esta depositada en el elegido por el pensamiento como nuestro salvador. Negocio redondo ¿verdad?

El pensamiento no solo se somete y ve como autoridad al líder externo, sino que convierte a sus propias opiniones y puntos de vistas particulares en jerarquías omniscientes, que los termina convirtiendo en autoridad y lideres psicológicos, a los cuales -también- hay que someterse y obedecer ciegamente, de manera que se convierte en indiscutible lo que piensa y cree, puesto que, al líder externo o interno no se le discute ni se le cuestiona… se le obedece.

El seguidor sabe que al estar sometido a una autoridad daña su imagen al reconocerlo, de modo que para que sea personal y socialmente correcto, aceptado y digno, primero engrándese la dimensión de su líder hasta lo mas cerca de lo ilimitado, de lo sobre-natural que se pueda, para provocar la envidia de los demás, y que los mismos no piensen que se a sometido y esclavizado a cualquiera, sino al hombre mas brillante, sobresaliente y extraordinario que piso el planeta. Esto le permite definir su vasallaje no como dependencia, sometimiento, resignación, sumisión, sino que, como respeto y reconocimiento a lo sublime encarnado en ese hombre.

El sometimiento obnubila la inteligencia, la seca, la obscurece, la ciega, puesto que una mente obsecuente es una mente inconsciente, automática, mecánica, premeditada, imitativa, aturdida, tarambana e irreflexiva. La ausencia de inteligencia en el seguidor facilita que se aplique sobre él terrorismo psicológico, con el consecuente chantaje a su conciencia. La deserción de la inteligencia en el obediente, solo le permite protestar sobre la coacción y violencia permanente sobre su mente, pero es incapaz de tener acciones coherentes en contra de lo mismo por lo cual protesta. Solo se queda en el discurso clandestino de protesta… pero nunca reacciona ni reaccionara.

La comprensión de las implicancias de la obediencia ciega, oscurantista, alucinada, obsesionada y alienada, y la acción correspondiente, es la única posibilidad que tiene el obediente seguidor de liberarse de su voluntaria limitación y renuncia a la inteligencia, a la comprensión, a la verdad, a Dios

4 feb 2009

FAMA-EXITO-PODER

La fama, el éxito y el poder, nos convierten en Algo [...] que nos permite y nos da la posibilidad de ser lo que no somos. Buscamos fama, éxito, poder, tratando de escapar del sótano mental que nos ahoga y nos presiona con sus exigencias de salir del anonimato porque eso es equivalente a no ser nada, un fracasado, y nuestra sociedad sólo premia a quien salió de ese sótano. La fama, el éxito, el poder, nos trasmiten la sensación de seguridad, pero en realidad el buscar a cualquiera de estos tres miembros del “trío miserable” es condenarse voluntaria y eternamente al miedo porque la propia búsqueda de fama, éxito o poder, engendra en sí mismo el miedo permanente al fracaso.

La mayoría de la humanidad busca de una forma u otra el encontrarse con uno de estos tres miembros del “trío miserable” porque todos queremos y deseamos llegar a la cima y esto nos obliga a la competencia permanente ya sea en los negocios, el deporte, la moda, el colegio, la política, lo cual se transforma en conflicto tanto interior como exteriormente, conflicto con nosotros mismos y con nuestro entorno, y esa ambición y deseo permanente nos mantiene tenso y apremiados mental, intelectual y psicológicamente, lo que significa que hemos sido conducidos hacia el mundo de la competencia constante, la ambición, la envidia, el resentimiento, los celos, la vanidad, el odio, el miedo, el conflicto, y ello inevitablemente ayuda al alimento que necesita la guerra para ser desatada -nuestro granito de arena- que es nuestro propio conflicto, rencor y odio.

El miedo al fracaso destruye la naturalidad e incita al aislamiento psicológico porque lo que impulsa a la búsqueda del “trío miserable” es nuestro miedo-centrismo y ello nos encierra en el individualismo de pensar en nosotros mismos todo el tiempo, o sea, nos convertimos en devotos de “YO” y es esta actividad auto-centrada la que produce el aislamiento. Cuando el mi mismo se convierte en el centro de todas nuestras actividades es inevitable que el fracaso no sea el pánico, el temor, y que ello exista como hermano gemelo de la fama, el éxito y el poder, puesto que es la otra cara de la misma moneda.

El deseo de búsqueda de fama, poder, éxito, nos dice que el alcanzarlos me hace alguien y es evidente que en ello encontramos un tremendo placer y la sensación de que ahí se encuentra la seguridad que tanto buscamos. El propio deseo de alcanzar... al trío... condiciona nuestra mente y la encierra en la ambición, lo cual introduce en nuestra vida el deseo, la vanidad, la envidia y el egoísmo. Una vez adquiridos los valores [...] que consideramos valederos porque todo el mundo los tiene, nuestra vida se va transformando en miserable, de forma que es solamente el ser humano desdichado, derrotado, corrupto, fracasado, que lucha y tiene ansias de fama, poder y éxito.

Cuando uno se encuentra satisfecho consigo mismo no busca por fuera lo que le sobra por dentro; sólo cuando la vida de alguna manera nos ha derrotado es que corremos en busca de lo exterior y para ello nada superior a la conquista del trío miserable. ¿Cuál es la necesidad de ser famoso, exitoso o tener poder? -la pregunta es sobre la necesidad de ser Alguien-.

La creación de una imagen de sí mismo involucra la demanda que considera ser merecedora, y que permanentemente se encuentra en estado de necesito, lo que significa el ser una víctima de la vida, pero vendiendo la imagen de triunfadora, lo cual es el eje del conflicto interno porque ello lleva a cuestas la apariencia de invulnerabilidad, pero con el precio que significa arrastrar el miedo a no ser. La recurrencia eterna, permanente y constante, del mesianismo egocéntrico, que es el ser una cosa por dentro y otra totalmente opuesta por fuera, se convierten en el impedimento natural para que exista una ausencia de inteligencia en estas mentes divididas y fraccionadas por la ignorancia de creer que el ser alguien consiste en el reconocimiento de los demás. La imagen psicológica que uno crea sobre sí mismo lo hace creer que uno tiene una identidad independiente, única, exclusiva y especial, y ello mismo es el esclavizarse al miedo porque la consecuencia es el aislarse del entorno, aislarse del resto del mundo, lo que significa que el propio miedo-ego es la limitación, ya que él depende para su existencia del alimento de la imagen constante y ello hace que la mente no sea libre porque se encuentra prisionera de una entidad psicológica-intelectual que no existe, y que debe ser alimentada por la ilusión del devenir, soy esto pero quiero ser aquello, lo cual jamás permite que veamos nuestra realidad y lo que somos... tal cual somos; por lo tanto, debemos inventar constantemente esperanzas futurísticas, siendo las mismas pura ilusión que se contradice con la realidad y es en este tipo de ideas contrapuestas en donde encuentra su lugar el miedo para establecerse en nuestra alma, mente y corazón, porque siempre en la vereda de enfrente -del éxito, de la fama y del poder- se encuentra esperando el fracaso. “En el mundo del poder, la fama y el éxito, se encuentra todo calculado [...] menos el fracaso”

A la conquista de la fama, del éxito, del poder, le llamamos progresar, y ese tipo de progreso consiste en “tener” [...] mejor ropa, mejor cuerpo, cuentas bancarias, todo tipo de tecnología hogareña, autos, casas de fin de semana amplias, lujosas y confortables, etc., o sea, a la vida que era algo simple y sencillo, la convertimos en algo complejo, complicado y esquizofrénico, y a todo esto le llamamos progresar. ¿Es esto el progresar, o el progresar se encuentra en el amor y la compasión?. Todo lo que hemos hecho es definir como progresar a la constante expansión de la ambición, la vanidad, los deseos y a la satisfacción del egocentrismo. La pregunta que se impone a continuación es si ¿Todo este proceso de avaricia y expansión puede terminar con nuestras miserias interiores, con nuestro dolor, sufrimiento y constante conflicto? Porque es evidente que si, a pesar de la acumulación avarienta y la expansión de nuestro egocentrismo la desdicha no llega a su fin ¿Cuál es entonces el sentido de todo esto? Debemos reconocer que la conquista del trío miserable no tiene ningún valor real para nuestras vidas porque si la desdicha, el sufrimiento y el conflicto, desaparecieran podríamos decir que ello vale la pena ser conquistado, pero ¿vale la pena conquistar algo que es la ampliación de nuestra confusión, conflicto, sufrimiento e ignorancia? ¿Verdad que no?.

La tradición, la cultura, la educación, la política, la religión, no nos enseñan a ser simples, nos inducen permanentemente a conquistar, a llegar, a tener, [...] conquistar el mundo, tomar el poder, llegar a Dios, tener dinero; lo que significa que desde que nacemos estamos impulsados y somos sometidos a introducir en nuestra vida “la ambición de ser”... lo que sea, pero ser Alguien [...] Aceptamos este tipo de educación, amoldamiento y esquemas culturales sin cuestionarlos y proseguimos con ellos dándole continuidad a través de la educación, los hábitos y los chantajes emocionales y psicológicos que ejercemos sobre nuestros hijos, para que ellos también sean Alguien. La historia y nuestra propia experiencia personal nos demuestra que nada de eso sirvió para trascender nuestra propia miseria humana porque es desde nuestra envidia, vanidad, orgullo, ambición, deseo, avaricia, que incentivamos a nuestros hijos a realizarse, y ello es equivalente a tener y poseer status, dinero, prestigio, reconocimiento, poder y en el último de los casos fama y éxito... ¡si es posible! [...]

Sólo buscan fama, éxito y poder los desdichados, los egocéntricos, los seres humanos psicológicamente débiles y miserables mental e intelectualmente, porque la exhibición pública y el ser reconocido por los demás es la última alternativa que les queda para escapar de la decrepitud interior que les carcome el alma, la mente y el corazón.

En la realidad del diario vivir ocupamos nuestras mentes en puras trivialidades, en nuestra apariencia personal, en nuestra vanidad, en la codicia, la envidia, la murmuración, en la condena, el juicio, la crueldad, y para equilibrar toda esta miseria y despojo humano nos adherimos a nobles causas, pero sólo en la dimensión intelectual, creando así el conflicto entre lo que somos y lo que queremos ser, pero toda mente que vive en un mundo de apariencias por más que crea y se adhiera a nobles ideales sigue existiendo, viviendo y siendo, una mente aparente, una mente trivial, una mente mediocre. Lo importante no es, en todo caso, en que se ocupa nuestra mente, si en trivialidades o en causas e ideales nobles y profundos, sino ¿si puede la mente librarse de la trivialidad, de la apariencia, de su egocentrismo?, porque, en el que, deberíamos ocupar nuestra mente es simplemente infantilismo, falta de madurez.

La mente que conocemos es simplemente la mente que es el resultado de lo que nuestra memoria es y esa memoria se perfecciona para sobrevivir, no sólo físicamente sino que por sobre todo intelectual y psicológicamente, y para ello desarrolla ciertas cualidades y habilidades mediante la acumulación de experiencias, de la auto-reafirmación del sí mismo, de la conquista de algunas virtudes, de la confirmación de la importancia de su actividades egocéntricas, y ello hace obvio que ha creado su propia cárcel y esclavitud mental lo cual impide liberarse de la trivialidad, de su chatura y de esa manera no puede dejar de ser libre y artesanal.

La mente para poder liberarse de sus propias limitaciones tiene que reconocer y por sobre todo comprender sus propias actividades, porque en ese reconocimiento y en esa comprensión, mediante una permanente alerta y observación, de todas sus trivialidades que ha incorporado en su vivir, ella se aquieta, y en esa tranquilidad surge un testigo que tiene en sí un estado de creador, y es solamente este factor el que puede transformar la mente La imitación, la reiteración, la reproducción, es simplemente la mente girando sobre sí misma y en ello no hay posibilidades de transformación alguna, lo que significa el regreso a la eterna búsqueda del trío miserable como meta para ser alguien en el vivir con la consecuente desdicha.

Nuestra liberación, de todas las actividades egocéntricas que nacen del miedo, surge cuando no queremos cambiarlas, controlarlas, condenarlas, justificarlas o modificarlas; simplemente nos liberamos cuando somos capaces de enfrentarlas y mirarlas tal cual ellas son. Reconocemos que todo tipo de actividad miedocéntrica es perjudicial, dañina, pero sólo la percibimos en una determinada dirección que resulta ser siempre en los demás. Cuando en el relacionamiento con los demás la percibimos en nosotros inmediatamente la queremos modificar y para ello nos ingeniamos métodos, formas, técnicas, que nos permitan disimularlas y de esa manera escapamos para no enfrentarlas, asumirlas y hacernos concientes de ello. Mientras usemos la conciencia, el pensamiento, la mente, como una actividad más del miedo, simplemente no nos quedará otra alternativa para el auto- engañarnos que la fama, el éxito y el poder, los cuales son la motivación existencial y esencial para la actividad miedocéntrica.

SOBRE HONGOS Y PEYOTES

Para descubrir la vida, la verdad, sobre nosotros mismos, es evidente que necesitamos una mente sensible, inteligente e inocente. Para descubrir -lo que sea de la vida- no es posible hacerlo partiendo de una información, una conclusión previa, porque de ser así, ya hemos partido de una base de conocimiento previo, de un preconcepto, de modo que no estamos investigando, no estamos tratando de descubrir; simplemente deseamos reafirmar la información que tenemos retenida en la memoria y que ha sido captada a través de alguna experiencia o alguna información de segunda mano.

Una mente abarrotada de información, experiencias y conocimiento, es como sabemos, una mente insensible porque la experiencia y la conclusión, son nada más que huellas psicológicas agradables o cicatrices psicológicas desagradables. Toda experiencia nos marca tanto en el placer como en el dolor.

Al ser la experiencia un residuo psicológico impreso en nuestra memoria, nos condiciona y nos obliga a vivir el presente desde el pasado, ya que pensamos hoy desde lo que nos sucedió ayer. Al vivir con los recuerdos del pasado -toda experiencia acumulada en nuestra memoria es recuerdo- en este presente activo, es obvio que no podamos tener una mente fresca, atenta e inocente, sino que por contrario, ella, al encontrarse llena y abarrotada de información, se encuentra discapacitada para ver e investigar imparcialmente y por cuenta propia, cualquier cosa del vivir ya que todo estará teñido por el pasado y el filtro de la información que contiene.

El condicionamiento, la estructuración, el esquema, que producen las conclusiones sacadas de las experiencias pasadas, inevitablemente que crean conflicto y fragmentación en la mente, por estar sustentados en el placer y en el dolor del ayer, lo cual se contradice inexorablemente con el hoy que desea evitar las experiencias dolorosas por un lado, o repetir las experiencias placenteras por el otro.

¿Puede -por lo tanto- una mente dividida, fragmentada, que se encuentra en conflicto, descubrir algo nuevo que no sea fruto de su conflicto? ¿Puede investigar imparcialmente? ¿Puede esa mente aprender?

Las experiencias que posibilitan el hongo y el peyote, son nada más que la plasmación de imágenes psicológicas e intelectuales de lo que ya está estructurado como contenido en la memoria del experimentador, por lo tanto, toda experiencia de esta naturaleza sigue siendo el pasado, lo cual significa que no podemos descubrir por medio de la inducción de estas drogas naturales lo nuevo, lo inconmensurable. ¿Cómo es esto en la práctica? Si usted tiene mucha ilusión o muchos sueños en su mente, tanto el peyote como el hongo se lo van a transformar en vivencias psicológicas durante el trance y lo que dure el efecto después de haber sido ingeridos. A esto usted le llamará la gran experiencia y por supuesto deseará repetirla. Una pregunta al margen: ¿Usted es capaz de conseguir la misma experiencia naturalmente sin la inducción de droga alguna? Si su respuesta es no, entonces usted es un esclavo. Si su respuesta es sí, entonces para qué ingerir drogas ¿verdad?

Después de haber tenido la gran experiencia, usted sacará las conclusiones que auto-considerará como trascendentes y a esto lo catalogará con el clásico he aprendido [...] lo cual significa que sigue perdido en el mundo de las definiciones y conclusiones, o sea, más de lo mismo.

Las teorías sobre el peyote y el hongo dicen que facilitan la apertura de las puertas de la conciencia. ¿Tiene puertas la conciencia? Creo necesario el investigar esto antes de seguir avanzando. Si observamos veremos que la conciencia es nada más que la memoria y su contenido. El contenido de la memoria (lo cual es lo conocido) es la conciencia, de modo que la abertura de puertas siempre es y será sobre lo conocido y, por medio de lo conocido no podemos alcanzar ni tocar a lo desconocido ¿verdad?. Esto hace que las experiencias trascendentales [...] del peyote y del hongo nos hagan girar en un círculo vicioso y repetitivo de placeres intelectuales y psicológicos, que nosotros mismos nos encargamos de considerarlos místicos, espirituales, trascendentales, pero realmente seguimos en el mismo lugar, en el mismo sitio... seguimos siendo iguales a ayer en el mundo de lo conocido.

Toda experiencia que realice una mente fraccionada, conflictuada, será distorsionada por su propio conflicto, por consiguiente ¿De qué manera puede ver y vivir una experiencia clara, imparcial e inocentemente? No puede, ¿verdad?

Toda experiencia deja su marca, su huella, su sello, un recuerdo y el posterior residuo psicológico con su impresión de placer y dolor. El pasar por algo, el pasar a través de algo es a lo que llamamos experiencia ¿verdad? Pero realmente nosotros ¿Alguna vez pasamos simplemente a través de algo sin que nos queden residuos psicológicos, recuerdos e impresiones mentales dolorosas o placenteras? ¿Verdad que no es así? Si simplemente viviéramos intensamente cada experiencia y pasáramos por ella sin desear retenerla mentalmente, sin desear recordarla, ella no se plasmaría en nuestra memoria, no dejaría su cicatriz, su huella, su marca y su sello de dolor o placer.

¿Por qué creemos que es necesario recordar cada experiencia? ¿Por qué deseamos guardarlas como recuerdo? Esto lo hacemos porque nuestras vidas, en el aquí-ahora, son completamente huecas y vacías, y los recuerdos -creemos- que nos ayudarán a llenarla de alguna manera, por lo menos, aunque sea, deseamos llenarla por medio del pensamiento del ayer, que es el recuerdo. Una mente que piensa en las experiencias pasadas, se imposibilita a sí misma para poder percibir que esta actividad es la que le activa y le crea las causas del placer y del dolor.

La obsesión mental de recordar la experiencia, se realiza mediante la creación de situaciones e imágenes que están plasmadas en nuestro trasfondo psicológico, el cual activa el mecanismo del sentimiento agradable o desagradable, según haya sido la experiencia. Esta mente que se encuentra prisionera a su propio trasfondo, con todos sus conflictos, placeres, deseos, temores, ansiedades y ambiciones, es la que quiere investigar –no sobre sí misma- sino que sobre lo que existe detrás o más allá de las puertas de la conciencia ¿Está en condiciones racionales de hacerlo?

El aprender se diferencia del aprendí porque no es acumulativo, ya que no contiene conclusiones. En realidad es un percibir instantáneo, mientras se está viviendo la experiencia, y eso mismo hace que no necesitemos guardarlo con las respectivas conclusiones en la memoria. Al no guardar todo aquello que ha sido experimentado, como conclusión, la mente queda renovada y fresca para una nueva experiencia. En ese estado la mente se encuentra en un estado de aprendiendo permanente, sin jamás establecer un punto muerto, un punto estático, como lo es el aprendí, o sea, la conclusión.

El hongo y el peyote le facilitan a cada ser humano poder ver el contenido de su propia conciencia, o sea, memoria, y de su personal y prejuiciosa realidad armada por él mismo. La realidad, o es la realidad de los hechos, o es la realidad interpretada psicológicamente y distorsionada por la ilusión, lo cual es creado por el pensamiento, de manera que es una realidad distorsionada. El ver esa realidad que ha sido distorsionada por nuestra ilusión, es el principio de la inteligencia.

¿Puede el hongo y el peyote ayudar a despertar la inteligencia en el hombre? Puede ayudar cuando el ser humano es serio y honesto con él mismo, pero no lo puede hacer cuando el ser humano no quiere darse cuenta que cualquier droga sólo puede activar y darle lo que ya contiene su conciencia y nada más. O sea, el peyote y el hongo nos pueden servir únicamente para poder conocer integralmente el contenido de nuestra memoria o conciencia fragmentaria, con todos sus miedos, violencia, temor, angustias, pesares, odios, ambiciones, bondades y amor. Tanto el peyote como el hongo nos pueden ayudar cuando somos conscientes que ninguna droga puede darle al ser humano algo que él no posea y no tenga de antemano; porque sino tendríamos que pasar a creer que tanto el hongo como el peyote son capaces de crear al mejor estilo de Dios, y esto es muy estúpido ¿verdad? Cualquier droga, o activa la realidad objetiva de los hechos, o activa la realidad subjetiva creada por la ilusión, y ello funciona en cada ser humano de acuerdo a la capacidad que tengamos para ver la vida... objetivamente o subjetivamente.

El darse cuenta de lo que cualquier droga (natural o química) le puede activar y dar al ser humano objetivamente, es inteligencia. Cualquier droga por sí misma no puede despertar la inteligencia del ser humano, si éste no está predispuesto a ver todo el proceso objetivamente tal cual él es, negando permanentemente toda interpretación que desee hacer de dicha experiencia. Ninguna droga nos puede regalar, por sí misma lo que estamos negando en los hechos al desear intelectualizar toda experiencia para retenerla como recuerdo, lo cual es el proceso de la memoria, no de la inteligencia. Toda droga sólo activa el contenido de nuestra memoria, de nuestra conciencia, que es el pasado. Este edificio del pasado ha sido construido por el creador de la ilusión, por el creador del conflicto que es... el pensamiento.

Tanto, el peyote como el hongo, sólo nos darán una satisfacción psicológica a nuestros sueños y fantasías si estamos presos del mundo de la ilusión, o nos mostrarán la realidad si somos objetivos. Eso es todo.

La ilusión es la negación de la inteligencia, de modo que la inteligencia no acepta ni permite la ilusión. La ilusión no puede ser exterminada de nuestra mente por droga alguna. La ilusión sólo deja de intervenir y llega a su fin en nuestra vida, cuando vemos lo limitado que es el pensamiento y todo lo que crea: dioses, conocimiento, experiencias, religiones, doctrinas y teorías políticas, filosóficas, económicas, sociales. El ver la limitación del pensamiento y toda su actividad es lo que acaba con la ilusión.

Cuando investigamos y descubrimos lo limitado que es el pensamiento es cuando se produce el nacimiento de lo nuevo y es, sólo ahí, cuando se produce el florecimiento de algo que se encuentra fuera de los límites de la mente y eso es... lo desconocido.

No hay droga que pueda dar al ser humano esta vivencia de lo desconocido, y lo desconocido es... ¡“llámenlo como quieran”! -Dios, la verdad, lo trascendental, lo absoluto, la iluminación, la gracia divina, lo sagrado, etc., etc., etc.- El nombre que le pongan es intrascendente, puesto que lo inventará su mente con el objetivo de hacerlo conocido, pero ello seguirá siendo lo desconocido y el pensamiento jamás lo podrá atrapar.

Si usted es serio e inteligente, el hongo y el peyote no le servirán de mucho, excepto para confirmar la realidad tal cual es, pero una persona seria e inteligente no necesita confirmación de nada. El hongo y el peyote le servirán si usted es honesto y desea usarlos para que le muestren el camino que no puede encontrar para comprenderse a sí mismo. Para esto sólo necesita usarlos una sola vez en su vida. El resto de las veces que lo use será para entretener su mente mezquina en experiencias psico-trópicas egoístas e intrascendentes, que lo único que buscan son placeres psicológicos personales y, por lo tanto, experiencias mezquinas llenas de egocentrismo.

La paradoja de todo esto es que tanto el hongo como el peyote tienen el poder de sensibilizar al ser humano, al punto de despejar de su mente la acumulación de toda la información del pasado y dejarlo en estado de percepción pura, posibilitando de esta manera la captación y visión de lo real, lo cual le permite (si es serio) despojarse de la ilusión y fantasía de su mente que lo mantiene en la ignorancia. Pero la mayor paradoja es que se usa para alimentar y mantener viva la fantasía, la ilusión y, por lo tanto, la ignorancia.

Los consumidores asiduos del peyote y el hongo en realidad prefieren la ilusión y la fantasía ya conocida, que la verdad por conocer, de modo que por más que el hongo y el peyote le muestren su realidad, ellos se quedarán con la sensación que les produce, en vez de la realidad que les muestra.

El éxtasis emocional, intelectual y psicológico que dan tanto el hongo como el peyote, trae aparejado un sentimiento de alivio y libertad, combinado éste con un profundo amor por el mundo. Todo esto confunde el placer que produce la experiencia con la experiencia misma y la comprensión abrupta que surge del éxtasis. Al intentar retener los efectos secundarios de la experiencia, el experimentador no comprende que la percepción de la verdad vivida se convertirá sólo en un recuerdo, pero nunca terminará concretándose como una realidad dentro de él.

Generalmente, el experimentador terminará interpretando su experiencia de acuerdo a sus ideas religiosas, filosóficas, culturales y éstas finalmente, terminarán sepultando a la realidad y a la verdad vivida. En definitiva, para lo único que le servirá la experiencia será para terminar acumulando más información en la conciencia, o sea, más de lo mismo [...] que es igual a nada.

Como a ustedes les agrada todo tipo de consuelo y esperanza: aquí les tengo una: Después de haber experimentado tantas veces con hongos y peyotes deberían darse cuenta que los narcóticos, alucinógenos, los tóxicos y los psico-trópicos constituyen una barrera infranqueable en el camino de la vida y su comprensión.

Eso es todo por hoy. Buenas noches.

3 feb 2009

SOBRE EL CRISTIANISMO

Si uno es un pobre de espíritu, un puro de corazón, un manso o, si no lo es, y está tratando de serlo ¿Cuál es la necesidad de identificarse con una doctrina o creencia particular? ¿Puede una organización “enseñarnos” a ser pobres de espíritu, puros de corazón o mansos? ¿Puede una doctrina, una teoría, una creencia, llevarnos a la verdad? ¿Existe alguna diferencia entre aprender de Jesucristo y de sus enseñanzas y el ponerlo en un altar para vivir adorándolo? ¿Es más importante el mensaje de Cristo o la institución creada en su nombre y a propósito de El?

El camino de la vida es la vida misma. Trazar un camino al costado de la vida para enseñar sobre la vida, es como estar convencidos de la necesidad de la creación de una laguna artificial para poder bañarse en el verano cuando se vive al lado de un río.

El Cristo enseñó sobre la vida y cómo vivirla. Las instituciones cristianas enseñan sobre “su camino”, no para aprender sobre la vida y cómo vivirla, sino la fórmula del cómo hacer para obtener la recompensa prometida, pero que no se encuentra en esta vida, ni en este mundo; lo que significa que su camino es la interpretación psicológica e intelectual de las enseñanzas del Cristo, por lo tanto, todo termina reducido a simples criterios personales de teólogos, filósofos y escritores.

¿Existe la vida y el cristianismo? ¿Existe la vida y el budismo, el judaísmo, el hinduismo, el musulmanismo, etc.? La realidad, la verdad, es que sólo existe la vida, y todo aquello que ha sido inventado al costado como camino es lo que causa la separación, la división y el conflicto entre seres humanos que casualmente se encuentran viviendo la vida.

Cada cultura inventa un camino al costado de la vida arrogándose el derecho al peaje por auto-considerarse los legítimos dueños de la ruta principal, pero sus caminos resultan ser tan secundarios que viven cruzándose entre sí, y cuando esto acontece ellos mismos se encargan de negar la vida del otro mediante el enfrentamiento, el conflicto, la guerra y por lo tanto, la muerte.

El amar a los enemigos no es en la “otra vida”, esa era una enseñanza para ser practicada en esta vida y ahora ¿Por qué se matan católicos y evangélicos en Irlanda? O el no matarás ¿Es sólo un precepto para colgarlo en la pared y lo realmente importante, son los argumentos que sustentan cada uno de estos bandos para encontrar razones por las cuales se deba matar al otro?

Se le atribuye a Jesucristo el haber afirmado que dijo ser el camino, la verdad y la vida. Usted como cristiano eligió un camino que divide la vida y, por lo tanto, nada tiene que ver con la verdad; esto significa que se encuentra fuera del camino que conduce a la vida eterna, puesto que eligió la secta cristiana que más se acomoda a sus mezquinos intereses intelectuales, y ello hace evidente que nada tiene que ver con el camino, la verdad y la vida, o sea, con Jesucristo.

La vida es un camino en sí misma, lo cual es verdad. Usted ¿Por qué no transita el camino de su vida que en definitiva es la verdad que le toca vivir en esta vida? ¿Cuál es la necesidad de poner a Jesús en un altar y adorarlo? ¿Usted realmente cree que Jesucristo es tan egocéntrico, que si usted no lo adora y no se convierte en su seguidor, el se ofenderá? La única opción que usted tiene para conocer realmente a Jesucristo es conocerse a sí mismo, porque en realidad es lo único verdadero y real que tiene para conocer, ya que todo lo demás siempre estará viciado por la especulación y la ausencia de vivencia y comprobación propia.

Conociéndose a sí mismo no sólo conocerá a Jesucristo sino que también a Dios. Esto es una especulación intelectual y psicológica, pero si usted la realiza lo podrá comprobar, de lo contrario tendrá que seguir atado a una creencia para poder escapar de su miedo.

Si el propio Jesucristo no tenía una piedra donde apoyar su cabeza ¿Por qué usted tiene tantas ideas dentro de la suya para apoyarse? Sus ideas ¿No le sirven de muletas psicológicas donde usted se apoya? ¿Por qué si en realidad ama tanto a Dios y a Cristo, tiene tanto miedo a la libertad de la mente, lo cual significa estar exento de ideas, creencias, teorías, doctrinas, que en definitiva han dividido a la humanidad en bandos ideológicos irreconciliables?

Dígame una cosa ¿Puede existir pureza de corazón cuando se tiene una mente presa de ideas que dividen, fraccionan y, por lo tanto, alimentan el conflicto, la separación y el enfrentamiento entre seres humanos?

¿Qué significa realmente su creencia en Jesucristo, sino que la propia negación de la vida por medio de su apoyo a la división, al conflicto?

Jesucristo decía que debíamos ser como los niños ¿Ud. conoce algún niño con la mente llena de ideas, opiniones, teorías, doctrinas, creencias? Realmente su creencia en Jesucristo es nada más que la negación de sus enseñanzas, lo cual usted ha suplantado por la adoración, el adoctrinamiento y el chantaje de conciencia, tanto suyo como de los demás.

¿Tiene algún significado real su creencia para su vida? Está lleno de odio, rencor, celos, orgullo, vanidad, antipatías, egoísmo, ambición, ¿Cómo compagina todo esto con el amaos los unos a los otros? Su creencia ¿ No es simplemente lo que usted usa para escapar de lo que realmente es por dentro? Manda a sus hijos a la guerra o va usted mismo, explota a otros seres humanos, se identifica con una nación lo cual alimenta el nacionalismo y, por lo tanto, la guerra, elige y acepta a un corrupto como su máximo líder, etc. ¿Tiene peso o trascendencia su creencia?... ¿verdad que no?

Su creencia es nada más que la manera que encontró para eludirse, para escapar. Si usted no se conoce a sí mismo ¿Es posible que conozca el camino, la verdad, la vida, a Jesucristo, a Dios?

Su creencia es nada más que el velo que le permite esconder su hipocresía ¿verdad?

Los lirios del campo no necesitan nada para exhibir su belleza, los pájaros del cielo son alimentados por nuestro padre celestial, ¿Por qué usted está detrás del éxito, la fama el poder, la riqueza y encuentra que es una necesidad ser millonario? ¿Por qué explota a otros seres humanos? Su creencia, por lo tanto, es nada más que el velo que le permite esconder su hipocresía. Usted no tiene fe. Lo que usted tiene es inseguridad, lo que usted tiene es miedo, y esta inseguridad y miedo, le permiten toda clase de argumentos para justificar su egoísmo y ambición, lo cual lo lleva al abuso y a la corrupción de su creencia.

El miedo y la inseguridad es el velo detrás el cual se esconde su verdadera creencia, la cual está compuesta por su egoísmo, su ambición, sus celos, sus rencores, sus odios, su orgullo, su vanidad, sus abusos y su corrupción, o sea, usted cree en su miedo y en su ego.

Su creencia es nada más que la negación de Jesucristo. Los componentes de su miedo son su verdadera creencia, lo cual significa que usted vive para sí mismo y no para servir a sus semejantes ¿Por qué no cambia su creencia por la práctica de las enseñanzas de Jesús y deposita en manos del Padre Celestial su avaricia y ambición, en vez de confiar por cuenta propia en la especulación financiera, el abuso, y que ese mismo Padre Celestial se encargue de sus necesidades básicas en vez de confiar en la habilidad que tiene para explotar a otros? Se que me dirá que eso es utópico, pues si es utópico usted es un hipócrita, porque se dice cristiano pero es incapaz de practicar las enseñanzas de quien usted dice que sigue y adora. ¿Verdad?

Usted ¿Cree realmente en Jesucristo? ¿O cree en el mercado y la ambición, en su propaganda, publicidad, amoldamiento, esquemas? lo que significaría que usted realmente cree en su conveniencia. Al creer en sus conveniencias usted cree en su miedo, cree en sí mismo ¿Por casualidad usted no escuchó por ahí que ese mismo ser, en el cual usted dice que cree y adora, dijo que para seguirlo "uno se tenía que negar a sí mismo”?

Sí usted se reafirma en sus creencias políticas, religiosas ¿No cree que esa es otra manera de buscar seguridad, lo cual significa seguir existiendo? ¿Cómo entiende usted el negarse a sí mismo?

El negarse a sí mismo involucra la ausencia del miedo, la ausencia de conocimiento, la ausencia de parloteo verbal, la ausencia de importancia personal, o sea la ausencia de egocentrismo; todo ello implica una mente exenta de conflictos, exenta de identificaciones que promuevan la división entre los seres humanos. Usted, al identificarse con una creencia ayuda a dividir el mundo, puesto que adopta una particular manera de pensar que lo separa de aquellos que adoptaron una creencia distinta, los cuales también están ayudando a la fragmentación entre los seres humanos.

Negar todas sus creencias es negarse a sí mismo y sólo negándose a sí mismo, será realmente un seguidor de Jesucristo.

Si el propio Cristo dijo que había que negarse a sí mismo ¿Por qué usted cree que sus creencias no son la reafirmación de su miedo y, por lo tanto, de su existencia? ¿Por qué usted cree que el Cristo necesita de su creencia en Él? Usted cree por conveniencia psicológica ¿verdad? Es esto lo que no le permite ver el daño que le causa a las propias enseñanzas de Jesús al identificarse con un determinado grupo cristiano y no ver que esto divide a los seres humanos.

¿Puede percibir que su creencia es la negación, en la práctica, de las enseñanzas de Jesús? Recuerde que Él decía amaos los unos a los otros ¿De qué manera ama usted al otro, si su propia creencia e identificación con un grupo particular es la división, la separación del otro y la negación de su libertad? Es evidente que no puede existir amor donde no hay libertad ¿Ama al otro o ama sus creencias? O sus creencias ¿Le indican y le exigen que debe amar? lo cual se transforma tan sólo en una idea del amar, se transforma en una mera opinión sobre el amar.

Si la creencia indica que debemos amar, jamás lo podremos hacer realmente, puesto que estaremos siguiendo un determinado patrón de pensamiento, y la verdad es que no se puede amar siguiendo un molde, un esquema ideado por otro. Si en nuestra mente no existe libertad no puede haber inteligencia y sin inteligencia ni libertad no puede existir el amor.

Cuando estamos presos a una creencia particular, pensamos siguiendo un determinado molde, un determinado patrón, y eso nos hace irreflexivos. Simplemente nos convertimos en pensadores consecuentes que siguen una línea de pensamiento particular, lo cual es establecido por los principios de la doctrina. El resultado de esto es que hemos dejado de ser libres, de pensar por nosotros mismos, y ello es el sometimiento definitivo a la esclavitud por la ausencia de inteligencia

¿El Reino de los Cielos está dentro nuestro? Si el reino de los cielos está dentro nuestro, en ese reino ¿No existe la libertad? ¿Cómo se vive en un reino celestial dichosamente cuando él se encuentra lleno de opresiones y existen todo tipo de esclavitudes mentales?

La creencia en realidad, es nada más que el refugio que encontramos para escapar de nosotros mismos, para escapar de nuestras miserias interiores. En la creencia encontramos cierto tipo de seguridad, la cual nos permite poner cierto orden en nuestra mente. Esto nos permite escapar del miedo que le tenemos a la obsesión, de modo que nos evita tener que enfrentarla, lo cual significa que en realidad no tenemos fe.

Cuando suplantamos el desorden mental que tenemos por una creencia, lo que en realidad estamos haciendo es tapar y sumergir ese desorden en nuestro trasfondo psicológico, el cual se destapará ante el primer desafío serio que la vida nos traiga.

¿Sabe usted en qué consiste el no tirarle perlas a los perros y margaritas a los cerdos? Usted ¿Tiene una acción coherente con su creencia? o es ¿Un cerdo al cual permanentemente le tiran margaritas y usted lo único que sabe hacer es comérselas o pisarlas? ¿Su creencia se corresponde con la práctica de su vida diaria, o es algo a lo cual usted se sujeta con el solo objetivo de lavar su conciencia y escapar del miedo el cual ha nacido y es alimentado por su incoherencia entre lo que cree y lo que practica en su vivir?

Usted cree que Dios es omnisciente, lo cual significa que lo sabe todo ¿verdad? Si Dios lo sabe todo ¿Usted cree que el no sabe que usted es un hipócrita? Jesucristo decía que “muchas eran las moradas de la casa de su Padre”; usted alguna vez se preguntó, ya que cree en un Dios colérico y vengativo ¿Si el infierno no es una de esas moradas que también pertenecen a la casa del Padre? ¿Usted cree que el infierno está lleno de ateos solamente? ¿No hay creyentes como usted en el infierno? ¿Usted cree que para Jesucristo tiene mucho más valor 800 millones de creyentes hipócritas antes que un ateo honesto? Cuál es la virtud real ¿La creencia o la honestidad?

Usted está lleno de celos, rencores, ansiedades, antipatías, deseos, vanidades, ambiciones ¿Por qué cree que con todo eso en su interior irá para el cielo? ¿No le parece que antes de seguir creyendo en algo que se contradice totalmente con lo que usted realmente es, debería tratar seriamente de transformarse a sí mismo para dejar de ser un fariseo hipócrita moderno?

Observe su hipocresía mediante la falta de fe que usted tiene en lo mismo que dice creer. Cuando necesita algo ¿Ora para pedirlo, verdad? Su creencia dice que Jesucristo explicó que Nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Si usted tiene fe real ¿Por qué le contradice a Jesucristo con sus eternos pedidos y hace de la oración el hábito de su mendicidad?

La verdad es que usted ha hecho de su creencia nada más que una muleta psicológica, en la cual apoya su miedo y egocentrismo, lo que además le permite tapar intelectualmente su hipocresía tratando de que “esa creencia” pueda convertirse algún día (después de la muerte) en el medio o en la carta de presentación y crédito que le permita “negociar con Dios” su ingreso al Reino de los Cielos ¿verdad? Vivió toda la vida para satisfacer sus ambiciones y deseos. Y es en el dinero en lo único que encuentra seguridad, por lo tanto ¿Dónde quedó su fe y ese abandona todo y sígueme de Jesucristo?

El abandonar todo significa el abandonar el ego, lo cual es el abandono de sus ideales, creencias, doctrinas y ambiciones, puesto que toda su vida vivió para sustentarlas y mantener vivo de esa manera al ego. Todo por lo que vive es para satisfacerlo, y todo su vivir consiste en saciarlo, alimentarlo. Esa es la razón por la cual usted es tan ambicioso, avariento, egoísta, violento.

La comprensión de la inocencia de los niños, es nada más que mirar la inexistencia de una entidad psicológica llamada ego, lo que significa que la “des-egoización ” es la Inocencia Original. El ego es el Satanás interior y es este Satanás el que transforma la vida en creencia religiosa. El propio ego ambiciona, y el propio ego cree. Para vivir bien por lo tanto, se necesita de comprensión no de avaricia, expresada esta en cualquiera de sus campos, material, mental o espiritual.

Todo esto es producto del conocimiento, del pensamiento, lo que significa que debemos comprender al conocimiento y los mecanismos que usa el pensar y no intentar desprendernos de ellos. El intento de desprenderse del conocimiento es como plantar sobre piedras, puesto que no existe la posibilidad de borrarlo o extirparlo de nuestra memoria, sólo existe la posibilidad de comprenderlo, de ver sus implicancias, de ver el uso que hacemos de él, de ver la confusión y el fraccionamiento que produce en nosotros y, al ver todo esto el conocimiento ya no interviene en nuestro vivir puesto que lo descartamos como guía para nuestro vivir. Ese es el mecanismo de nuestro pensar.

El conocimiento produce en nosotros el conformismo, la indiferencia, la ambición y la soberbia; ninguno de los cuatro puede existir autónomamente de los demás, lo cual significa que sólo existe entendimiento intelectual pero no existe en nosotros vivencia directa, por lo tanto, comprensión. El conocimiento y el conformismo nos llevan a “ser capaces de explicar” pero no nos llevan ni nos dan una mente atenta, una mente alerta. El arte de la vida no consiste en que seamos capaces de explicar, sino en prestar atención al vivir a lo que nos sucede, a lo que nos pasa, a lo que sucede en el mundo.

El conocimiento nos invita a “capturar” lo que realmente es, como en realidad no lo puede hacer, lo convierte en idea, lo convierte en mera opinión, en interpretación, y es ahí donde nace la doctrina, la ideología, es ahí donde nacen las piedras donde apoyamos nuestras cabezas, o sea, las creencias.

Esto realmente significa que nuestra creencia en Jesucristo no tiene ningún significado para nuestras vidas, debido a que “nuestro Mesías” es negado por nuestras acciones y por el mundo interior que poseemos, por lo tanto, toda nuestra creencia en Jesucristo se transforma en mera opinión, en una mera idea, no es la verdad.

Creemos en Jesucristo porque encontramos satisfacción en ello y lo usamos como una de las formas de escapar del miedo que nos paraliza. Toda nuestra creencia por lo tanto es sólo miedo. Encontramos satisfacción en la creencia, porque ella transmite cierta especie de seguridad debido a que toda creencia es algo estático, inamovible, fijo, muerto.

Todo esto se reduce a que podemos hacer propaganda de nuestra creencia, de nuestra doctrina, pero no podemos hacer propaganda de la verdad (Jesucristo). Podemos hablar y describir nuestra creencia, podemos propagandizarla pero no podemos hablar ni describir la verdad, por lo tanto para ingresar realmente en el camino, la verdad y la vida, la mente se debe encontrar libre del pensamiento, libre de la idea de salvación, libre de la idea sobre Jesucristo. Eso es ser un pobre de espíritu, eso es negarse a sí mismo, eso es pureza de corazón.

Ser puro de corazón significa ser libre interiormente porque el corazón no piensa. Mientras se actúe siguiendo una idea, una creencia, una opinión, no se está actuando desde la pureza del corazón porque se está siguiendo un patrón predeterminado por la idea, la doctrina, la creencia, el pensamiento, el conocimiento, lo cual anula la pureza del sentir y del actuar ya que toda creencia y doctrina amolda la mente por medio del argumento.

Habéis escuchado que se os dijo: Dioses sois. Si somos Dioses, lo que significa ser igual a Dios, la pregunta que surge es ¿Cuál es la creencia de Dios? ¿Cuál es la necesidad de Dios de creer en Dios y alabarse a sí mismo? ¿No le parece esto demasiado egocéntrico por parte de Dios? La excepción surgiría si usted contradice a Jesucristo y cree, por su cuenta, que Dios es algo separado e independiente de usted, lo que significaría que usted considera que Jesucristo está equivocado y al decir esto mintió, y la creencia de usted es la verdadera y Jesús está equivocado. ¿Se da cuenta el porqué su creencia es mera opinión la cual usted la acomoda de acuerdo a su conveniencia psicológica y a sus miedos? Debe darse cuenta que usted no puede acomodar la verdad, lo que realmente es, de acuerdo a sus conveniencias, intereses, ambiciones y miedos.

La vida, la verdad y el camino, son la misma cosa, son usted mismo, porque usted no puede existir fuera de la vida y lo que usted es, eso es la verdad de su vida, por lo tanto, el camino que usted eligió. Si usted eligió la hipocresía, ése es su camino, ésa es su verdad y ésa es su vida. Si usted es honesto, ése es su camino, ésa es la verdad en la cual se desenvuelve la vida. Sea de la manera que sea la forma en que viva usted, siempre es su camino, la verdad y la vida.

Usted es lo que piensa y lo que piensa es lo que siente, lo cual lo llevará a actuar de acuerdo a sus pensamientos y sentimientos, por lo tanto, eso es la verdad que vive y el camino por el cual transita su vida.

La verdad no es algo separado de lo que usted es, la vida no es algo que existe a millones de kilómetros de donde usted está, y el camino no es otro que por el cual usted transita esa verdad que es y esa vida que le toca vivir.

Usted es la “sal de la tierra” pero si usted mismo se desvirtúa, ¿Con qué salará su vida? Esta es la razón por la cual su vida es hueca y vacía, porque la ha tratado de llenar con creencias hechas a gusto y semejanza de sus intereses intelectuales y psicológicos, lo cual lo ha llevado a desvirtuar la vida y, por lo tanto, su vivir, ya que ha terminado creyendo en algo que es totalmente opuesto a las enseñanzas de su Mesías.

Usted ha escuchado que se os dijo vosotros soy la luz del mundo ¿Usted es la luz para sí mismo con su mente dividida, conflictuada? Sólo es luz para sí mismo y, por lo tanto, para los demás, una mente exenta de conflictos, una mente que se encuentra ajena a los juegos del pensamiento, del pasado, una mente que se ha negado a sí misma y que abandonó por completo la “importancia personal”, o sea, el egocentrismo y el miedo. Esa mente y, por lo tanto, ese ser humano, es la luz del mundo.

Usted vive hablando y alabándose a sí mismo de lo sentimental, justo y bueno, que es delante de los demás, pero le fue dicho que no exhiba sus virtudes delante de los hombres, puesto que de esa manera no tendrá recompensa de Su Padre que está en los cielos. La exhibición de virtudes delante de los demás, la realiza porque en realidad no posee ninguna, excepto las que intenta propagandizar, lo cual se transforma en la virtud de su egocentrismo, de su vanidad, lo cual es equivalente a nada ¿verdad?.

La virtud no es algo que usted pueda cultivar y mucho menos propagandizar, porque de ser así su mano izquierda siempre terminará enterándose de lo que hizo su mano derecha y el hecho de que los hombres se enteren de sus virtudes es nada más que el acrecentamiento de su importancia personal frente a los demás, lo cual significa que le da más importancia a la opinión de los hombres que al concepto que Su Padre que está en los cielos pueda tener de usted, ya que “el sabe lo que está en secreto”. ¿Cuál es su necesidad de auto-alabarse? ¿Por qué considera que su vanidad es más importante que el silencio de sus virtudes? ¿Será porque en lo que usted dice creer, es nada más que una opinión y lo que realmente hace es vivir para reafirmar su importancia personal en vez de negarse a sí mismo?

La realidad es que usted no concibe ni tiene en cuenta la importancia que tiene para encontrar la paz y la felicidad en su vida el ser un pobre de espíritu. No le interesa ser un pobre de espíritu porque ello implica la renuncia de sí mismo, renunciar a su egocentrismo, lo cual significa dejar de pensar en lo que hace y dejar de difundirlo entre sus conocidos, para pasar a observar y pensar realmente en lo que es. No son sus obras lo que lo santifican, usted debe santificar sus obras, porque la santidad debe estar fundamentada en su ser. Las obras en sí mismas nada son si son realizadas por una mente dividida, conflictuada, que lo único que busca con “sus obras” es envilecerse y lavar la conciencia, ya que no puede ser bueno en su interior, en su ser, en su esencia, en su naturaleza.

Se os fue dicho: por sus obras los conoceréis. Si su obra y lo que usted hace es la siembra de su egocentrismo y la necesidad de lavar su conciencia, entonces su obra nada vale y usted tampoco. Lo que usted realmente es, se llama oportunismo y un oportunista es un ser que permanentemente se está engañando a sí mismo puesto que no pensará usted que puede engañar a Dios ¿verdad? ¿o sí lo piensa?

El pensar en Dios, o sea, su creencia, es mera opinión y no una realidad porque usted cree y siente conformismo en “un Dios que usted piensa que es así”, pero cuando su pensamiento se desvanece, su Dios también se desvanece y usted termina diciendo que perdió la fe y, por lo tanto, cambia de opinión, cambia de creencia, que termina siendo lo mismo de antes con nuevos argumentos.

Jesucristo vino a enseñar a los seres humanos a cómo vivir, a cómo salir fuera de la rueda del sufrimiento. Sus seguidores armaron una religión basada en el culto a la personalidad de Jesús, una religión que no está basada en las enseñanzas de Jesús sino que en una religión a propósito de Jesús, basada en su adoración.

Esta es la comodidad que encuentra usted en ser cristiano puesto que le basta con adorar a la personalidad de Jesús y eso le evita tener que enfrentarse a sí mismo, a sus miserias, le evita el negarse a sí mismo, le evita el tener que desprenderse de su ego, le evita el tener que ser un pobre de espíritu.

Su religión es nada más que otra forma que usted encontró de mentirse a sí mismo, sus creencias son nada más que la negación de las enseñanzas de su Mesías. Si usted no comienza por conocerse a sí mismo difícilmente podrá llegar a “vivir en Cristo y Cristo vivir en usted”. Usted es la única realidad que tiene a mano para conocer, lo demás son puras especulaciones, ideas, teorías, opiniones, por lo tanto, no sea cristiano, sea usted mismo, que esa es la única manera de ser uno con Cristo porque sólo negándose a sí mismo Él vivirá en usted. Realmente no es importante si Él vive en usted o usted en Él, porque ese puede ser otro deseo del miedo, lo realmente importante es que usted sea y para ser usted debe estar más allá de las creencias, de las organizaciones, de las sectas, porque ellas dividen, separan, y al identificarse con cualquier doctrina u organización usted ya dejó de amar a sus semejantes como a sí mismo.

Todo lo que divide produce conflicto, y si usted mismo se encuentra alimentando la división, el conflicto, por pertenecer a determinada creencia, a determinada organización ¿Cómo hará para cumplir con el amaos los unos a los otros? Sólo lo puede cumplir intelectualmente ¿verdad? Pero usted debe saber que el amor no es una idea, una opinión, un acuerdo, al cual se puede llegar intelectualmente, porque en realidad usted en la práctica de su vivir pertenece a algo que divide, que trae conflicto, que separa a los seres humanos, por lo tanto, la opinión que tiene sobre el respeto a las demás creencias es mentira, es algo falso, es nada más que su intolerancia reprimida. Su creencia es nada más que miedo y ese miedo está basado en sus miserias interiores, lo cual lo lleva a convertirse en adepto de la adoración de un ser que lo pueda salvar, o sea, su creencia es nada más que conveniencia psicológica que le permite seguir siendo el mismo ser miserable, egoísta, ambicioso, celoso, que está detrás del éxito, el poder y la fama, y ello le permite el no hacer nada para transformarse a sí mismo.

¿Usted escuchó que fue dicho que el reino de los cielos está dentro nuestro? Entonces ¿Por qué cree que está en este mundo para sufrir y para cargar su cruz durante toda su vida? ¿Usted realmente cree que el reino de los cielos es sufrimiento, dolor, amargura? Es evidente que alguien miente; o miente Jesucristo al decir que el reino de los cielos está dentro nuestro, o mienten sus representantes al decir que debemos cargar nuestra cruz por toda la vida.

Entre Jesucristo y los teólogos, sacerdotes, pastores, que supuestamente son sus representantes aquí en la tierra, me quedo con Jesucristo, y la pregunta que debo hacerle es ¿Por qué usted no encontró, ni vive en ese reino de los cielos que está dentro de usted?. La respuesta es muy simple y le voy a ayudar a responderla; se debe a que usted no es honesto consigo mismo.

Si fuera honesto consigo mismo sería honesto con el amor, y desde el momento que usted se identifica y pertenece a algo que divide, que crea conflictos y separación entre los seres humanos, ya dejó de ser honesto con el amor, aunque mantenga su opinión intelectual al respecto, pero al ser deshonesto consigo mismo, también convierte en mentira su respeto hacia los demás ya que usted no se respeta a sí mismo. La razón por la cual no puede vivir en el reino de los cielos que se encuentra dentro de usted, radica en su mente dividida, fraccionada, conflictuada entre “lo que es” y lo que usted “desea que fuera”. Lo que es, es la realidad, lo que usted desea que fuera es la ilusión, es la irrealidad, porque no existe.

Sólo puede encontrar lo que es, o sea, el camino, la verdad y la vida, por lo tanto, el reino de los cielos, con una mente que se encuentra exenta de conflictos internos, exenta de divisiones externas e internas, que no se encuentra fraccionada y que vive en armonía con el sentir y lo que hace. Ese ser es un cristiano sin ser un seguidor de Jesucristo, porque es un pobre de espíritu, es alguien que se negó a sí mismo y, por lo tanto, se convirtió en las enseñanzas de Jesucristo caminando por la calle, o sea, no es nada ni nadie.

LAS REVELACIONES DEL TERRORISMO



La omnipotencia que da, el auto-considerarse dueño de la verdad, lleva al hombre a una secta o a una organización, a realizar una campaña proselitista que se adjudica para sí la representación de los pobres, los oprimidos, los subyugados, de los sectores populares o del pueblo de una nación.

Esta arrogancia iluminista salvadora viene desde los orígenes de la política, en donde quienes gobernaban pertenecían a los poderes teocráticos que tenían como fundamento el slogan que decía que “todo poder viene de Dios”, el cual lo hizo famoso San Pablo. Esta frase fue acuñada por un político como San Pablo como necesidad de acabar con la antigua discusión en la cual se centraba la actividad política que se relacionaba con: Si Dios es o no el dueño del poder.

La política durante toda su historia se movió basándose en la presencia o ausencia de Dios. La ausencia de Dios en la política se concreta a partir de la revolución francesa, la cual se define como laica y se acrecienta mucho más durante el surgimiento de las revoluciones comunistas en parte de Europa y Asia.

La caída del muro de Berlín hace resurgir la religiosidad basada en el dogma. Los partidos políticos y organizaciones se hacen eco de esto, e incorporan a Dios nuevamente en la política, dándole así u impulso vertiginoso e impensado al fundamentalismo de todo signo, cristiano, musulmán, judío, budista, hinduista; los cuales pasan a tener un crecimiento inusitado.

El siglo XX se caracteriza por ser el mayor crematorio de ideas sensatas de la historia humana, pero a partir de la caída del muro, ese cementerio se hace globalmente universal desde donde presenciamos atónitos la intención de reducir todo el pensamiento humano a una idea única.

En este marco se desarrolla libremente el mayor avance conocido por la humanidad del terrorismo comunicacional, económico, político y social. Estas condiciones habilitan y favorecen los argumentos del terrorismo militar quien cambia sus blancos militares por blancos civiles, desarmados e inocentes. La humanidad se convierte así en la carne de cañón de masacres inexplicables para la razón y la sensatez que desea, mediante miles de esfuerzos, explicar la estupidez y el sin sentido de estos actos suicidas.

Los hombres y coches bombas establecen la masacre como nuevo estilo político. La humanidad, sin haber digerido, dilucidado y mucho menos comprendido estos métodos, no alcanza a reaccionar cuando el terrorismo introduce en la escena el avión bomba, elevando la masacre al nivel de genocidio y estableciendo así su “post-modernismo político”.

El terrorismo logra plenamente su objetivo: causar terror. El mundo se encuentra atónito frente al televisor mirando el genocidio de Nueva York y Washington y el terrorismo nos despierta de un largo sueño: “la seguridad no existe”, ni la física, ni la económica, ni la intelectual. Lo único que real y verdaderamente tenemos y poseemos es inseguridad y miedo.

Esta revelación que nos ha hecho el terrorismo no nos agrada ni nos gusta, pero además hace surgir en los afectados directos, el pueblo norteamericano y occidente, los más oscuros y nefastos sentimientos que estaban guardados, sumergidos y escondidos, en lo más recóndito del alma humana: resentimiento, rencor, odio, deseos de venganza, y el más salvaje e insensato nacionalismo.

La crueldad del acto terrorista nos ha dejado desnudos: también deseamos matar, asesinar y vengarnos como lo hacen ellos. La mayor revelación del acto terrorista es que somos iguales a ellos. Ellos “tienen” sus razones, nosotros “tenemos” las nuestras. Ellos tienen su “guerra santa”, nosotros tenemos nuestra lucha del “bien y del mal”. Ellos tienen sus inmolaciones para “llegar” a Alá. Nosotros tendremos a nuestros héroes para “conseguir” la “justicia Infinita”.

Es demasiado triste descubrir que la víctima puede ser peor que el verdugo, es demasiado triste lo que nos revela el terrorismo:

¡¡"Que somos iguales a ellos"!!.

SOBRE LA JIHAD

Jihad significa guerra sagrada. Según el Corán son los tipos de guerra que debe liberar el creyente musulmán. El Corán divide esta guerra sagrada en dos tipos. El primer tipo de jihad es aquella que se libra sobre los propios demonios, es la lucha de uno mismo contra los demonios que lo invaden, esta es la Jihad superior. La Jihad inferior es la que se libra contra los ataques externos recibidos personalmente o contra el pueblo de Alá, o sea, es la respuesta del practicante en defensa propia frente a la agresión exterior.

La Jihad superior, la máxima Jihad, es aquella que se libera con el fin de vencerse a sí mismo, lo cual significa el conocerse a sí mismo, lo que es equivalente a descubrirse y ver la totalidad del contenido de nuestra mente y nuestro ser, o sea, todas nuestras obsesiones, miedos, deseos, odios, rencores, ambiciones, egoísmos, resentimientos, violencia y deseos de venganza. Esto debe ser conocido con el fin de vencerlo (trascenderlo).

El tener estos defectos en nuestro interior, facilita el acercamiento de los demonios, por eso la lucha de la Jihad Superior es una guerra sagrada, es una guerra santa, y es este mismo hecho que la define como Guerra Santa Superior, porque el estar libre de estos demonios interiores libera al hombre de los demonios exteriores que lo pueden atacar.

Esta Guerra Santa Superior o Jihad Máxima, se define como tal, porque para el Islamismo lo máximo, lo superior es La Santa Vida y, para ser vivida de acuerdo a la ley del Corán, el practicante musulmán debe aspirar a la Santidad de su vida. Para llegar a ello debe ganar el Jihad Superior.

Esta Jihad es Superior, porque lo importante es el hombre, ya que él representa la creación máxima de Alá, pero sin haber librado la guerra santa superior (Jihad) es una creación imperfecta y eso no honra a Alá.

La Jihad inferior es aquella batalla que el practicante del musulmanismo debe llevar a cabo como auto-defensa frente a un ataque a su persona, o por la defensa del territorio del Islam frente a una invasión extranjera.

La inmolación es con referencia a la entrega total que realizó Alí, primo de Mahoma, en una batalla frente a otros guerreros. La inmolación nunca fue vista por el musulmanismo como una forma de matar civiles, inocentes o seres desarmados. La inmolación es un acto heroico y digno que realiza un guerrero frente a otro u otros guerreros de su mismo nivel, que refleja el verdadero honor en donde se elige la muerte en batalla antes que la rendición.

Los terroristas que se inmolan en la actualidad, deberían primero seguir las reglas del Corán, intentando antes que nada vencer a sus propios demonios antes de llevar a cabo actos innobles y denigrantes, como son los de matar inocentes, civiles y gente desarmada, puesto que el prestarse para semejantes actos, es la evidencia que se encuentran poseídos por una legión de demonios; por lo tanto, si no han librado y ganado la lucha de la Jihad Superior ¿Cómo creen que estarán al lado de Alá e irán al cielo? ¿Quizás tengan esta creencia porque consideran que con un acto de la Jihad inferior es mérito suficiente para sobornar a Alá?

El terrorista del fundamentalismo musulmán no tiene la capacidad para darse cuenta que es a ellos a quienes sus jefes (que no se inmolan) les chantajean la conciencia y los sobornan con “un (supuesto) lugar en el paraíso y al lado de Alá”, lo cual revela que su sacrificio e inmolación es nada más que a cambio de una coima teológica subjetiva, insustancial, sin que nadie le puede garantizar que va a ser así ¿Cómo es posible que semejante imbécil no cometa todo tipo de estupideces? Imposible ¿verdad?

La incomprensión y la lectura textual de cualquier libro sagrado llevan inevitablemente al fundamentalismo, ya que ellos están plagados de metáforas, aforismos, parábolas y esoterismo. Cuando se acepta textualmente un libro sagrado simplemente se cae en el dogmatismo total, en el fanatismo absoluto, y como consecuencia en la muerte mental, en donde Dios no tiene ningún significado verdadero para la vida, excepto como mera muleta psicológica en donde el dogmático apoya su miedo y sostiene su invalidez mental.

El fanático usa la palabra Dios para sostener su invalidez mental ya que es incapaz de pensar por sí mismo y darse cuenta que no es lo mismo Dios, que la interpretación intelectual y textual de una “causa llamada Dios”, que sólo la usa para escapar del miedo. La causa llamada Dios, es nada más que un negocio del intelecto vendidos por Broker de la muerte supuestamente religiosos por medio de bonos a cobrar en el futuro; siempre (supuestamente) después de la muerte.

Estas alucinaciones intelectuales que produce el miedo, deben ser exorcizadas por medio de la Jihad Superior puesto que la “causa de Dios” no existe, excepto como “causa del Demonio” disfrazado de un Dios que premia y castiga, lo cual crea culpa y condena en nuestra mente, y ello no puede ser otra cosa que obra del Demonio, puesto que el final de todo esto es nada más que miedo en nuestro interior. Luego de estar poseídos de esta manera, nuestras mentes están en liquidación frente a cualquier chantaje psicológico.

Es precisamente en este momento, cuando aparecen los broker espirituales y nos ofrecen la “fórmula de la salvación”, y nosotros, con tal de liberarnos de esa obsesión demoníaca que nos culpa y nos condena, aceptamos la máxima estupidez e imbecilidad a “cambio de nuestra salvación”.

Conclusión: la verdad es que no hemos sido capaces de ganar la batalla de la Jihad Superior, no hemos sido capaces de vencernos a nosotros mismos, y no hemos sido capaces de vencer a nuestros demonios, por lo tanto, el demonio de la ambición nos convencerá que aceptando la Jihad Inferior habremos ganado nuestra guerra santa en su totalidad, lo cual no tiene honor, dignidad, heroísmo ni valor, ya que es contra seres inocentes, indefensos, civiles y desarmados.

Aunque los musulmanes fundamentalistas crean que han ganado la guerra santa, la verdad revela que frente a Alá han perdido la Jihad, lo que significa que es Satanás quien los espera... No Dios.