24 mar 2010

DETALLE IV

EL HECHO CONVERTIDO EN MENTIRA

Para hacer de la mentira algo creíble se necesita un hecho que la sostenga. Todo y cualquier hecho es indiscutible. Se puede discutir sobre la idea que se tiene sobre el hecho, pero es imposible discutir un hecho porque el hecho es lo que es; duro, cruel, despiadado, alegre, dichoso, feliz o infeliz. El hecho siempre sigue siendo lo que es.

La mayor arma -que le ha dado la vida al hombre- es “la interpretación” para evadir los hechos tal cual ellos son. El Intelecto razona, argumenta, esgrime, opina y con ello arrastra al hecho hasta convertirlo en un eufemismo, en algo -total y absolutamente- en “algo abstracto, subjetivo”, que puede ser mirado de diez mil maneras diferentes.

La mentira solo se centra en esta tergiversación; “convertir los hechos en ideas”. No importa el hecho, el intelecto lo convertirá en idea y el mundo en su totalidad discutirá sobre la idea que nos hemos formado del hecho. De modo que siempre estamos discutiendo sobre mentiras, nunca sobre lo que es. El hecho es lo que es, la mentira es sobre lo que desearía, quisiera, me parece, considero, creo, imagino, reflexiono, razono o simplemente me conviene que sea así.

Nunca miramos el hecho desnudo tal cual es por la simple razón de que un hecho es indiscutible y nada podemos cambiar de él. Por el contrario, la idea que hacemos sobre el hecho, es lo que nos permite -y nos da toda la eternidad- para discutir, chocar, enfrentarnos, desafiarnos, debatir, retarnos, oponernos, con las consecuentes argumentaciones, opiniones, elucubraciones a favor y en contra. Esto y nada más que esto es la consistencia que tiene la mentira y “un habito mentiroso muchas veces practicado nos convence que es el método de encontrar la verdad”.

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