18 mar 2010

EL MEDIUM Y LA MEDIUNIDAD O EL CANALIZADOR Y LA CANALIZACIÓN

OBSERVACIÓN: LEASE COMO SINONIMO A, MEDIUM O CANALIZADOR... Y MEDIUNIDAD O CANALIZACIÓN.

¿Para que sirve la mediunidad o canalización? La mediunidad/canalización, es una herramienta para buscar el tesoro de la iluminación. O para el absoluto auto-engaño y, por lo tanto, la mejor fórmula para mentirse a sí mismo.

Los médium erran al montar con los guías un sistema de adoración en el cual transforman la mediunidad en mera herramienta dogmática que sitúa a los guías en el nivel de máximos iluminados o en su defecto en la dimensión de sabios [¿?]. De ese modo la herramienta pierde su utilidad y se convierte en la calesita donde gira el pensamiento en su intento por descubrir en el culto de la adoración el tesoro de la iluminación, o mínimamente cómo ganarse el cielo. Cuando el médium confunde a la herramienta con el tesoro no percibe que se convierte en esclavo del guía espiritual, de manera que transfiere la responsabilidad de su vida a otro a cambio de la supuesta garantía de su ingreso al cielo después de la muerte.

Es obvio que tan esplendoroso negocio encaja afinadamente con el trasfondo y la comodidad psicológica que supone el ingreso al reino de los cielos con todas nuestras miserias humanas a cuestas, sin transformar absolutamente nada de la letrina interior, de suerte que evitar el enfrentamiento con el chiquero particular y su consecuente trascendencia es el lucro psicológico que más rentabilidad puede obtener el médium de la mediunidad. Este tipo de conjetura es usar la mediunidad como herramienta para mentirse así mismo, lo cual se transmuta en la tumba de cualquier médium.

Esa creencia es la que lleva al médium a abandonar definitivamente a la mediunidad como herramienta para alcanzar la iluminación y lo estanca en la jactancia y la hueca propaganda de la caridad y la salvación por medio de ella. El slogan dogmático que asegura que fuera de la caridad no hay salvación, es la muleta psicológica perfecta que le permite dormirse en la comodidad de la salvación sin transformación interior.

El médium hace de la caridad su credo y su bandera de lucha, en donde la egolatría encuentra el insuperable escondite que posteriormente le permite a su narcisismo expresar que su vida esta dedicada a ayudar a los demás [¿?]. La supuesta ayuda de la que se jacta el médium la realiza desde y con toda su confusión, conflicto, desorden, anarquía y maraña interior, matizada con consejos altruistas de su guía espiritual, que obviamente no son sinónimos de realización interior propia. Eso no le preocupa al médium, porque su culto reza que lo sacrosanto es su guía, no él mismo.

El abandono de la mediunidad como herramienta para la transformación interior, es el precinto que le pone el médium a la herramienta de liberación, lo que termina trasformándolo en un zombi que funciona a través del animismo que le da su adoración al guía, su dogma caritativo y su credo sobre el ingreso al cielo gratuitamente, sin transformación interior… ¡Flor de negocio…! ¿Verdad?

El zombi funciona en base al animismo que maneja el sacerdote budú que posee a su espíritu. Cuando el médium abandona el conocimiento de sí mismo -que le facilita su capacidad mediúnica- y se entrega al trabajo hueco y vacío de la caridad sin conocimiento propio -haciendo de ello el eje fundamental de su camino espiritual-, queda preso, sometido y esclavizado al guía; cree que él es su tabla de salvación para después de la muerte a raíz de la ausencia de mérito propio.

Al dejar de ser él y pasar a ser un mero instrumento deformado por sus miserias humanas, el médium no permite, ni facilita ni se dedica a su propia transformación interior porque ha caído en el conformismo y en la indiferencia; vive así con la insatisfacción de no ser nunca él mismo, sea lo que sea. Si a un médium le sacan a su guía… ¿Qué queda de él? ¿En que se convierte? ¿Qué pasa a ser?

Es indiscutible que la mediunidad deja de ser un camino espiritual cuando se transforma en vehículo para transportar el adorno narcisista de la caridad con parlantes a todo volumen propagandizando el slogan: “¡yo me dedico a ayudar a los demás!” Lo que la realidad demuestra es que el médium es incapaz de ayudarse a sí mismo con la finalidad de dilucidar, penetrar, comprender y trascender su propia miseria humana, su propia letrina mental, su propia y presumida vida espiritual que depende de su guía. Ello no es camino espiritual alguno, es esclavitud, es conformismo, es comodidad psicológica, es propaganda sobre sí mismo, es publicidad sobre lo que no se es. Pero por sobre toda las cosas es indigencia e indiferencia a lo verdaderamente espiritual que es el conocerse a sí mismo tal cual uno es, sin ningún tipo de evasión, sin evadirse con la supuesta grandiosidad del guía, con la capacidad de ver el pasado y el futuro, con la especulativa seguridad de tener comprado el cielo después de la muerte o con la capacidad de escuchar y recibir mensajes, etc.

El médium que ayuda a los demás pero que es un anémico mental porque psicológicamente es mediocre y no se anima a enfrentar su vanidad, orgullo, egoísmo, temor, violencia y avaricia, sus celos, deseos, resentimientos, ilusiones y ambiciones, sus ansias de títulos y jerarquías espirituales, de fama, éxito, poder y posesión, para trascenderlos y transformarse, es un estafador de sí mismo y un farsante del misticismo, que finge seguir un camino espiritual que, en realidad, se encuentra moldeado y hecho por sus conveniencias personales, materiales, psicológicas y sentimentales. O sea, dicho camino ha sido proyectado, diseñado y fabricado por su ego, su narcisismo, lo que significa que fue engendrado por su propio pensar confuso y conflictivo. Ello no es mediunidad ni camino espiritual; es un escueto senderito comercial-psicológico a secas.

Cuando un médium posiciona a la mediunidad en ese lugar, ella pasa a ser sólo propaganda de una espiritualidad chata, infantil y vacía. El médium vacía de contenido a la mediunidad cuando se dedica a poner en práctica exclusivamente el aspecto técnico de ella: incorpora/ canaliza, hace videncias, sanaciones, recibe mensajes, desdoblamientos, etc., porque la habilidad psicológica que maneja pasa a ser el objetivo, la razón y el camino ¡de toda la espiritualidad de su vida!... [¿?], no la iluminación, la verdad, Dios.

Cuando el aspecto y la especialidad técnica son la única actividad del médium, es obvio e innegable que la mediunidad ha sido vaciada de contenido espiritual porque el contenido de todo camino espiritual debe ser trascenderse a sí mismo, la iluminación, la verdad, Dios; no la exclusiva práctica de la especialidad mediúnica, aunque se encuentre amparada por el altruista sloganayudo a los demás porque fuera de la caridad no hay salvación” [¿?].

Por más grande y altruista que sea ese slogan, pierde todo significado, importancia y trascendencia cuando es utilizado para escapar de sí mismo y evadir el tener que enfrentar las miserias humanas que carcomen nuestra alma, mente y corazón. El “ayudo a los demás” en esas circunstancias es mera satisfacción del ego y auto-bendición del narcisismo que se encuentra a sí mismo bueno, altruista, idealista y místico.

La mediunidad es algo que se puede desarrollar, ejercitar, desenvolver, cultivar, o sea, es algo técnico que permite la manifestación de ciertas condiciones y habilidades psíquicas que se encuentran en estado hermético e incognoscible para la mente conciente del ser humano, pero no se puede desenvolver, ejercitar, desarrollar y mucho menos cultivar la virtud, la verdad, la iluminación, Dios; de modo que la única alternativa que tiene el médium para hacer de la mediunidad un camino espiritual es utilizarlo como vehículo para aprender sobre sí mismo. Cuando se utiliza para el ejercicio narcisista de las habilidades psíquicas que posee el médium la mediunidad se torna irrelevante.

El médium que utiliza a la mediunidad como tabla de salvación -intentando quedar exonerado de trascender sus miserias humanas-, en su creencia de que puede ingresar mecánica y automáticamente al cielo después de su muerte -por el hecho de tener contacto y por las promesas de su guía espiritual de que así será- la utiliza como un mero negocio, una especulación comercial psicológica, una mera inversión de capital dogmático y no la transita como un camino espiritual. Así, se convierte en un mero mercachifle fundamentalista.

Cuando no se usa la mediunidad/canalización para crecer, para transformarse, para conocerse, para aprender sobre sí mismo, para buscar la iluminación, la verdad, Dios, se usa como bono de inversión comercial-espiritual [¿?] para transar el ingreso al cielo después de la muerte [¿?], lo que nos revela la ignorancia de aquel que es creyente, adorador, fanático, fundamentalista, dogmático, seguidor.

La ignorancia del seguidor se agrava porque ella es alimentada por la ignorancia del propio guía espiritual que no tiene auto-conocimiento, que no esta iluminado, de modo que es muy escasa la ayuda que puede recibir el médium para convertir la mediunidad/canalización en un real y verdadero camino espiritual y no simplemente en una mera entretención que le permite evadirse de sí mismo y mentirse con sus miserias humanas. El alimentar estas mentiras por parte de los guías se agrava porque en su mayoría lo hacen para que el médium no se les rebele e intente abandonarlo -lo que crearía un conflicto entre ellos- para lo cual el guía conciente algunas falsedades, da por sentado ciertas ficciones, apoya como si fueran virtudes determinadas acciones miserables que alimentan el miedo del médium, disfraza con consejos nobles y altruistas su ignorancia sobre el auto-conocimiento, etc. Todo esto tiene sus raíces en el dogma teológico que auto-consienten guía y médium sobre la conquista de meritos por la caridad prestada.

Ese dogma contiene la conjetura de la ascensión a algún nivel espiritual diferente en el que se encuentran el guía y el médium o la elevación a algún tipo de jerarquía espiritual superior [¿?] que obtendrán por la caridad prestada independientemente de la transformación personal y la realización espiritual que hayan conseguido en este mundo después de haber trascendido sus miserias humanas. O sea, la conquista de méritos por la caridad prestada hace intrascendente a la verdad, a la iluminación, a Dios -de acuerdo a este dogma- porque podemos conseguir todo sin la necesidad y el fatigoso trabajo de transformarnos a nosotros mismos. ¡Genial! ¿Verdad?.

Los guías espirituales -en el 99% de los casos- no son iluminados ni están cerca de serlo. El nivel de pasión del médium por lo espiritual es lo que determina la dimensión del guía que se merece y tiene. O sea, el posicionamiento del médium -con respecto a lo que quiere en la vida- determina el tipo de guía que dispondrá, lo que significa que si tocas se te abrirá; pero si lo único que deseas es escapar del sufrimiento que te producen tus trastornos psíquicos y físicos, entonces tendrás de guía a un mediocre como tú.

La mediocridad no permite el florecimiento de lo inconmensurable, de lo eterno, de la verdad, de Dios, de la iluminación; lo único que ella permite es el negocio psicológico sobre lo que auto-considera como espiritual, lo que es resumido en algún método, técnica, teoría, ejercicio o habilidad física o psicológica, dogma, ideal, doctrina, creencia o idolatría que se pone en práctica como sinónimo de dimensión espiritual [¿?].

Cuando lo falso es llevado al laboratorio de la mente para convertirlo en verdadero, lo que se da no es un proceso alquímico que logra transformar el hierro en oro, sino que lo verdadero desaparece en los laberintos del argumento, el esquema, la ideología, la doctrina, el dogma, la teoría, la creencia, y surge la ignorancia ilustrada y dorada que parece oro [¿?].

La mediunidad/canalización ejercitada como método para conquistar méritos por la caridad prestada es convertir el oro en hierro porque logra deformarla en mera propaganda, publicidad y chantaje de conciencia, no en un camino espiritual, ya que el ejercicio exclusivo de los poderes mediúnicos sin conocimiento de sí mismo, también es ejercitado por los magos negros y ellos no se encuentran preocupados por reformarse a sí mismos, ni por la verdad, ni por la iluminación. De modo que para que la mediunidad sea un camino espiritual basta con que el médium deje de negociar su miedo -que le provoca el no saber de su destino después de la muerte-, o sea, debe dejar de ser un mercachifle psicológico que intenta sacar ventajas de una mísera habilidad psíquica.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no tienes idea de lo que hablas... cuando experimentas con cosas como medium tienes un don de ayudar a la gente que no hay palabras.. como explicarias que pueda yo saber cosas tan profundas de personas que apenas conozco en mi vida...
que el universo te guie.
exito

Anónimo dijo...

SI LEES EL ARTICULO DE VUELTA (CON ABSOLUTA ATENCIÓN)PODRÁS COMPROBAR QUE EL MISMO NO TRATA DE NADA POR LO CUAL TE SIENTES OFENDIDO.- CUANDO LEEMOS O ESCUCHAMOS, DEBEMOS TENER CUIDADO QUE NO SEA NUESTRO EGO QUIEN LEA O ESCUCHE.

Anónimo dijo...

¿de donde te sacas que hace falta un maestro?.. por lo demas estoy bastante de acuerdo contigo, a mi mismo me paso jeje.. pero nada de maestros y engaños, es mas simple que todo eso, la capacidad de poder ayudar te hace sentirte lo suficientemente bien , sin mas...La idea de que la vida no tiene sentido hace lo demas..

Anónimo dijo...

Anonimo: Realmente lees muy, pero muy mal. El articulo no dice nada sobre la necesidad de un maestro. Se habla del maestro interior de cada uno. Por favor lee de vuelta el articulo y lo comprobaras. ¡Por favor leelo lentamente!

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