19 mar 2010

LA MENTE ADOCTRINADA

LA MENTE ADOCTRINADA

Las doctrinas fueron creadas e inventadas por el hombre a causa de no haber podido comprender el sentido que la vida tiene. Como no pudo compren-derlo, lo inventó a través de las doctrinas, políticas sociales, económicas, religiosas, filosóficas, etc.

Las doctrinas le dan al hombre una razón para vivir, pero cuando la encuentra deja de vivir. Uno sólo puede vivir cuando no tiene razones ni causas; simplemente vive. Una mente que inventa una razón o una causa para vivir se encuentra en conflicto, fraccionada y, como consecuencia de esto, creará conflicto y caos en el mundo.

El hombre, al no hallar el sentido que verdade-ramente tiene la vida, se encontró inseguro y fue este hecho el que lo llevó a la búsqueda permanente de seguridad psicológica, adoptando teorías y doctrinas para sobrevivir en este mundo lleno de inseguridad que es la vida. Cuando el ser humano se identifica con determinada doctrina lo hace convencido que ha encontrado una verdad irrefutable. Esto, a su vez, se convierte en el trasfondo psicológico de su mente, sintiendo que le da seguridad y que podrá apoyarse en ese trasfondo psicológico por el resto de su vida.

Toda doctrina se encuentra estructurada sobre la base de puntos de vistas dogmáticos y fijos, lo cual es el motivo que utiliza para diferenciarse de las demás. Al adquirir una doctrina, el hombre crea un trasfondo psicológico en el cual se puede apoyar, pero el cerebro, al tener una estructura ideológica se encuentra incapacitado para responder de manera adecuada a la mente, ya que las teorías y doctrinas le impiden la observación imparcial de lo que realmen-te está ocurriendo. Para una mente adoctrinada toda la realidad es juzgada a partir del punto de vista que señala los acuerdos y desacuerdos con su verdad irre-futable, porque el trasfondo psicológico que se ad-quiere le da a uno la noción de lo que tiene sentido y de lo que no lo tiene. Un cerebro así no puede nunca tener una atención desnuda y desprovista de prejui-cios, porque todo lo que este mismo transmita a la mente será distorsionado por los propios conceptos ideológicos premeditados que ya aceptó como únicos y verdaderos, sin poder ver imparcialmente el conte-nido de un hecho de la realidad. Este cerebro deberá estar permanentemente discriminando, eligiendo y juzgando por miedo a que su verdad sea destruida.

Todo cerebro ideólogizado genera en sí mismo tres cosas: complejo de inferioridad, violencia y miedo.

Complejo de inferioridad, debido que necesita de argumentos y teorías, creadas por otras personas, para poder ser alguien, con lo cual la mente se le lle-na de ideas ajenas, pero no contiene ninguna propia. Esto lo convierte inevitablemente en un ser humano de segunda mano, de segunda categoría.

Violencia, porque internamente su mente se en-cuentra en un estado permanente de agresión y re-chazo hacia todo lo que no concuerde con sus idea-les. Se incorpora en la mente el fanatismo.

Miedo, porque debe vivir permanentemente a la defensiva para poner a resguardo la doctrina, con el fin de que su verdad no sea destruida.

Un cerebro que ha adquirido una ideología, ya sea política, social, económica, filosófica o religiosa (en realidad el tipo de ideología que adquiera es intrascendente) debe saber que es el artífice principal de la crisis del mundo -guerra, derramamiento de sangre, dolor, hambre, explotación, abuso, corrup-ción- porque la crisis que afecta a la humanidad no es política, ni social, ni económica; es la crisis del miedo, que en la práctica de la vida diaria hemos transformado en una crisis de ideas, donde todas las ideologías se encuentran enfrentadas entre sí, y don-de cada una se encuentra luchando por el poder para sí misma, lo que determina que lo importante pasa a ser la idea, no el hombre.

La idea, la ideología, debe triunfar; el hombre pasa a ser nada más que un producto de mercado que tiene que ayudar a que la ideología llegue al po-der. La explicación ideológica tapa todo el sufrimien-to, los conflictos, los dramas y provoca el fracciona-miento interno del ser humano, pasando ella a ser lo importante en la vida. Lo que el hombre desea es el resultado de su manera de pensar, buscando siempre un estilo de vida fácil, cómodo, sin ninguna preocu-pación y esto lo ofrece mejor que nadie la ideología.

Toda ideología tiene como oferta para el hombre la consigna de que, si uno lo adquiere, pasa instantá-neamente a tener conciencia, a ser consciente.

Algunas ideologías ofrecen la salvación del sufri-miento después de esta vida -ideologías religiosas, fi-losóficas- y otras para esta vida, pero condicionadas a la obtención del poder primeramente -políticas, so-ciales, económicas-. Lo que ninguna ideología ha des-cubierto hasta el momento es que el sufrimiento del hombre es, antes que nada, de orden psicológico y comienza cuando el hombre ingresa en el devenir del querer llegar a ser, lo que trae como consecuencia el conflicto entre lo que somos y lo que queremos llegar a ser. Aquí comienza el fraccionamiento interno. El querer llegar a ser se inicia cuando tenemos la sen-sación de que nos falta algo para estar completamen-te satisfechos.

Somos lo que somos, pero al idealizar cómo de-beríamos o podemos llegar a ser, nos alejamos com-pletamente de la realidad, de lo que somos y trata-mos mentalmente de ordenarnos psicológicamente, buscando intelectualmente la solución para alcanzar la meta que debiéramos conseguir interiormente.

¿Puede una mente ordenarse a sí misma psicoló-gicamente? ¿Se puede conseguir intelectualmente la meta de lo que queremos llegar a ser?.

Sea lo que sea lo que el hombre haga, realice o sueñe, lo hace tratando de encontrar dos cosas: paz y felicidad, pero proyecta, arma y sueña con lo que presuntamente necesita para ser feliz, lo que acre-cienta más el conflicto y el fraccionamiento interno, puesto que ha introducido en su vida la ambición. ¿Si la mente no se puede armonizar a sí misma, lo podrá hacer a través de una ideología? La ideología, inevi-tablemente, aprisiona y encarcela la mente en una es-tructura psicológica premoldeada por sus definicio-nes inamovibles, sus argumentos y razones. ¿Es ésta una mente libre, abierta, despierta? ¿Puede una mente adormecida por una ideología ver por sí mis-ma que es la causante de la crisis del mundo?. Hasta tanto la mente no se libere de los prejuicios y conde-nas que contiene toda doctrina -puesto que todos los que no piensan como ellos no comprenden, no son conscientes, etc.- no tendrá la posibilidad de darse cuenta del embotamiento y la clase de obsesión que alimenta, traduciéndose esto en un parloteo incesante de la mente, lo que la transforma en desordenada y desarmonizada, ayudando así al desorden y la crisis del mundo.

Un cerebro que se encuentra dominado por una doctrina crea para sí mismo una adicción del estilo de la drogadicción -embotamiento, adormecimiento y estupidez- pero, en vez de ser del orden químico, es del orden psicológico.

La mente adoctrinada y estructurada necesita esquematizarse psicológicamente, haciéndose depen-diente de respuestas, discursos, teorías y argumentos preestablecidos que contengan afirmaciones y nego-ciaciones con sus justificaciones y razones que certifi-can el por qué es buena, la mejor, la única y verda-dera doctrina que salvará al mundo. No existe ni una sola doctrina que esté exenta de esto, pero el mundo, ¿podrá ser salvado por una teoría, una doctrina o una idea? ¿se puede vivir una idea? ¿son los seres humanos que están drogados psicológicamente con una doctrina, nuestros salvadores?

Un cerebro sin ningún tipo de estructura ideoló-gica -moral, social, política, filosófica, religiosa- es el único instrumento capaz de entregar y responder de una manera adecuada a la mente; por lo tanto, si el ser humano no tiene una mente libre de cualquier es-tructura carcelaria psicológica, jamás se encontrará en condiciones objetivas y racionales para ayudar realmente a la humanidad a salir de su crisis; sólo podrá hacerlo intelectualmente, pero nunca práctica-mente, por que la crisis del hombre comienza y ter-mina en su mente y deviene en crisis de la huma-nidad.

Pensar en solucionar o ayudar a la humanidad a salir de su crisis teniendo una mente adicta a alguna doctrina es como jugar solo a la ruleta rusa y ver quien pierde. Todas las personas que se drogan, ya sea psicológica -teorías o doctrinas- o químicamente, -marihuana, opio, cocaína, LSD, etc.- lo hacen para escapar de sí mismas primero y de la realidad des-pués. El miedo que les da el aceptarse a ellos y a la realidad tal cual es y no como ellos quisieran que fuera, los convierte en adictos dependientes y, para escapar de esta verdad, buscan evadirse a través del embotamiento de sus mentes -drogas o doctrinas-. El miedo -ya es sabido- es el mayor productor de violen-cia tanto en el hombre como en el mundo. ¿Es una mente adicta la que se encuentra en condiciones para ayudar a salir a la humanidad de la crisis en la que se encuentra?.

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