17 mar 2010

FUNDAMENTALISMO

CREEMOS EN LA IDEA QUE TENEMOS SOBRE DIOS, O SEA, CREEMOS EN AQUELLO QUE EL PENSAMIENTO IMAGINA QUE ES DIOS, DE MANERA QUE CREEMOS EN NUESTRA PROPIA PROYECCIÓN INTELECTUAL SOBRE DIOS… NO EN DIOS.

La idea es la expresión intelectual del pensamiento que interpreta un hecho. En el sistema religioso la idea es la expresión intelectual de una experiencia particular que es intransferible por medio de palabras o verbalización alguna, de modo que ello se transforma en algo que se supone, es así. La imposibilidad de transferencia verbal hace que para intentar explicarlas, se recurra a parábolas, metáforas, símbolos, alegorías, representaciones, figuras, moralejas, enseñanzas, paradojas. El sistema, cuando desea afirmar algo, lo transforma en dogma, o sea, en verdad indiscutible… [¿?].

El fundamentalismo interpreta la enseñanza de forma lineal y esquemática y la convierte en verdad absoluta. Nada de lo que la enseñanza contenga es metafórico, simbólico; para ellos es literalmente así, lo que no permite duda o discusión alguna. Lo escrito, escrito está, y punto. El no permitir duda y discusión, transmite la sensación de seguridad para quien adopta esa estructura de pensar, puesto que ello amolda la mente a un punto de vista fijo, esquemático, inamovible. Este amoldamiento es quien motiva al fundamentalismo a la inmolación.

La ambición construye la mente temerosa, la ambición y el temor traen aparejados el egoísmo y la violencia, y esta composición de ambición, temor, egoísmo y violencia es la estructura psicológica del fundamentalista. La pregunta que nos debemos hacer es, ¿no es nuestra estructura psicológica igual a la del fundamentalista, independientemente de que seamos capaces de poner bombas? Nuestra ambición, temor, egoísmo y violencia ¿no contribuye con el granito de arena a la crueldad y al caos generalizado que existe en el mundo? Es fácil, demagógico y simplista, ver fundamentalismo sólo en aquellos que son musulmanes, en los que ponen bombas y se inmolan, y no en nosotros, porque consideramos que nuestros dogmas nacionalistas, patrióticos, políticos, que nuestra visión social, económica, religiosa, que nuestra filosofía barata sobre dogmas familiares, deportivos, consumistas, sexuales, que nuestro culto al cuerpo y etcétera y etcétera no contienen fanatismo, enajenación y alineación mental, como aquel que esta dispuesto a suicidarse por su causa. Lo que no percibimos que el suicidio mental es idéntico el de ellos y el de nosotros.

Hacer del consumo, de la droga, del sexo, del cuerpo, de la creencia, de la familia, del deporte, de la política, de la economía, del patriotismo, de la civilización y el progreso occidental una opinión, un argumento, una filosofía, una teoría para justificar el dogma mental que pueda explicar y reivindicar nuestra vida mediocre, son expresiones del pensamiento fundamentalista, porque enajena al pensador en su propio mundo psicológico: mezquino, egoísta, narcisista y egocéntrico.

El pensamiento crea todos los ámbitos del vivir, o sea, la sociedad con todo su contenido: las instituciones, la cultura, la tradición, las doctrinas, las organizaciones, los ideales, todo lo cual es creación del pensar, de modo que la sociedad se convierte en una matriz de pensamiento. Nacemos en esa matriz, lo que significa que nuestro pensar es amoldado desde nuestro nacimiento. El sistema de pensar de la matriz es lineal, comparativo, asociativo, basado en la memoria, la información y el intelecto, que establece verdades a través de frases hechas. Nosotros aceptamos todo eso sin cuestionarlo.

El nacer -en la matriz llamada sociedad- dificulta el descubrir el autoengaño que realiza el pensamiento cuando transforma las miserias humanas en virtudes: ambición, egoísmo, violencia, temor, odio, celos, envidia, vanidad, codicia, resentimientos, competencia y etcéteras; porque la matriz es eso, por lo tanto, lo importante pasa a ser... pensar sin importar en lo que se piensa, puesto que lo importante no es sobre lo que se piensa, sino simplemente el pensar mismo. En esa matriz obsesiva nacemos, nos criamos, nos desarrollamos y morimos. ¿Tenemos alternativa de encontrar una manera diferente de vivir? ¿Estamos condenados a vivir de esta forma confusa, conflictiva, caótica y fundamentalista de pensar? ¿La única manera de pensar es la que adoptamos de la sociedad? La matriz que ha creado el pensamiento ¿es la única y exclusiva sociedad en la cual podemos vivir o existe la posibilidad de una sociedad distinta que puede nacer del autoconocimiento?

La sociedad se construye desde la confusión del pensar. La sociedad es diseñada desde el pensamiento conflictivo. La sociedad se abastece a través del pensamiento fragmentario. La sociedad se sustenta en el pensar subjetivo e ilusorio que surge del contenido de la memoria. O sea, la matriz del vivir es el resultado del pensamiento nacido en la ignorancia. Es obvio que el pensamiento nacido de una mente exenta de autoconocimiento carece de inteligencia y, por lo tanto, de sabiduría, de modo que la matriz moldea al ser de acuerdo al diseño que fabricado. La producción que resulta es un mecanismo de pensar uniforme, teñido por múltiples y diferentes ideas, pero el mecanismo sigue siendo el mismo: imitativo, reiterativo, reproductivo, plagiario. Dentro de la matriz lo que difiere es en lo que se piensa, pero no el mecanismo para hacerlo ni la fuente de donde se alimenta el pensamiento, siendo el mecanismo y la fuente quienes diseñan, abastecen, alimentan y sustentan la ignorancia, el conflicto, la confusión y el caos en el cual nacemos, vivimos y morimos.

Existe el pensar que nace de la memoria y otro que florece de la inteligencia. La matriz evidentemente está construida por el pensamiento imitativo, por el razonamiento discursivo, lo cual limita a la matriz y sus componentes al mecanismo de pensar único, exclusivo, singular, absoluto, que obviamente es en esencia fundamentalista por no esclarecer nada sobre lo que somos, sobre nuestro mundo interno, lo que imposibilita el tener claridad para ayudar a construir una matriz diferente, un mundo exterior nacido desde la inteligencia.

Al ser la matriz la esencia del fundamentalismo del pensar, es intrascendente que alguien lleve ese fanatismo al extremo de la inmolación del cuerpo, porque la inteligencia fue asesinada por la matriz al nacer y crecer. Como se dijo, ese asesinato mental es el suicidio psicológico, de modo que el asesinar inocentes es irrelevante para alguien que ya se ha suicidado psicológicamente, puesto que está muerto. El suicidio psicológico produce mecánica y automáticamente la ausencia de inteligencia, y hace surgir instantáneamente la presencia de una conciencia inconscientemente fanática por causa del dogmatismo. Esta conciencia es la que cree que puede alcanzar el paraíso, el Edén [¿?].

El dogma de toda doctrina, la superstición de toda creencia, son quienes educan a la conciencia en la inconciencia por ofrecer a mentes ambiciosas, ingenuas e ignorantes, promesas basadas en el devenir a ser. Así se alimenta, y motiva la esperanza; esperanza puesta en la posibilidad -seguridad para el fundamentalista- de conseguir un mejor vivir en la otra vida. Es obvio que una mente que busca resultados y méritos, haciendo cosas en esta vida para obtener retribución en la otra, es una mente ambiciosa, y sabemos que todo ser ambicioso no puede amar, de manera que sin amor no importa si se asesina a la madre.

Una opinión muchas veces repetidas se convierte en verdad [¿?]; una verdad nacida de la opinión obliga a crear argumentos: el argumento que nace de esa -supuesta- verdad -que surgió de la opinión- se convierte en doctrina, ideología, teología, creencia, dogma, superstición... lo cual es el alma del fundamentalismo. Al ser el razonamiento empírico, pragmático y lineal, quien analiza, deduce e instruye sobre los libros sagrados [¿?] -Mi Lucha de Hitler, El Manifiesto Comunista y el Capital de Marx, La riqueza de las Naciones de Smith, La Biblia, El Coran, El Dhamapada, La Torá, El Bhagavad Gita- no tiene claridad, no tiene percepción, no tiene inteligencia, puesto que él también nació y se crió dentro de la matriz a la cual jamás cuestionó.

El hábito de dar todo por sentado, todo por hecho, todo por... es así, sin cuestionar, dudar, indagar o investigar, sí es así o no; es el hábito-costumbre que más fundamentalistas a creado. La matriz -que es la sociedad- tiene incorporado este hábito-costumbre que se encarga del mantenimiento de la inconciencia de la conciencia. Nadie cuestiona este hábito costumbre, y como todo el mundo acepta ciegamente que está bien, la matriz continua produciendo fundamentalistas al cien por cien de su capacidad productiva. De dicha producción el uno por ciento estará predispuesto a ser terrorista para defender su causa [¿?] otro cinco será su apoyo logístico, mientras que habrá un setenta por ciento que serán simpatizantes, lo que significa que para acabar con el fundamentalismo, debemos descartar nuestro mecanismo de pensar que nos arrastra inconsciente e ignorantemente hacia la alineación y la enajenación de la mente que produce la matriz social.

La ausencia de cuestionamiento al sistema de pensamiento que contiene la matriz -que es nuestro mecanismo y sistema de pensar para la asociación y comparación de ideas- permite mantener intacta la fabricación de potenciales fundamentalistas. De la misma forma que existen dentro de la matriz diferentes ideas para pensar, en la fabricación de fundamentalistas existirán adeptos a todas las tendencias: unos pondrán bombas, otros adoctrinaran con el fin de mantener el sistema de pensar de la matriz social tal cual está, otros sustentarán guerras preventivas y daños colaterales, otros se dedicarán a defender sus creencias y supersticiones; y el resto se apegara, defenderá, y estará dispuesto a matar o morir para defender su irracional dogma nacionalista o su creencia, ideología o doctrina.

¿No somos todos fundamentalistas?

No podemos transformar la matriz que es la sociedad, porque ello es utópico, pero sí nos podemos transformar a nosotros mismos. Todo consiste en comenzar por observar, sin juicio alguno, nuestro mecanismo de pensar y las verdades hechas que nos entrega la matriz, para luego descartar la fábrica de fundamentalistas que produce en nuestro pensar mecánico y automático.

A partir de ahí podemos soñar con una nueva sociedad, a partir de nuestra propia transformación interior

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